Qué hay detrás de la abrupta devaluación del bolívar
Atada a la suerte de los precios del petróleo, la economía venezolana se ha asemejado durante décadas a una montaña rusa con giros constantes y abundantes sobresaltos.
Esa montaña rusa inició en 2013 una vertiginosa caída durante la cual el Producto Interior Bruto (PIB) se encogió alrededor de un 80%.
Durante ese trayecto, los venezolanos vivieron una hiperinflación prolongada y vieron como su moneda, el bolívar, valía más como papel para hacer manualidades y artesanías que como medio de pago.
El bolívar de toda la vida, que durante el gobierno de Hugo Chávez se había devaluado y había sido rebautizado como bolívar fuerte, se transformó sucesivamente en bolívar soberano (2018) y en bolívar digital (2021), dejándose en el camino un total de 14 ceros.
Pese a todo, durante los últimos tiempos, habían empezado a surgir algunas buenas noticias sobre la economía venezolana: el país salió de la hiperinflación en diciembre de 2021, empezó a incrementar su producción petrolera -que había retrocedido a niveles de mediados del siglo pasado-, mientras los expertos e instituciones internacionales preveían en distintos grados un crecimiento del PIB durante 2022.
Detrás de estas mejorías había, entre otros, un cambio fundamental: la dolarización informal de la economía.
Desde que Hugo Chávez impuso un sistema de control de cambios en 2003, el uso de divisa extranjera en Venezuela no solamente estuvo restringido por el gobierno sino que, incluso, estuvo perseguido penalmente.
Sin embargo, forzado por las circunstancias, el gobierno de Nicolás Maduro dio un giro en 2018 cuando derogó la Ley de Ilícitos Cambiarios para permitir el uso del dólar en Venezuela.
La medida significó un cambio importante pues a partir de entonces empresas, comerciantes y aquellas personas con acceso a la divisa extranjera pudieron empezar a trabajar y a planificar sus operaciones sobre la base de una moneda más estable, algo que era prácticamente imposible con un bolívar azotado entonces por una inflación que en 2018 llegó al 130.060,2%, de acuerdo con cifras oficiales del Banco Central de Venezuela (BCV).
Así fue como durante los últimos tiempos la economía venezolana empezó a experimentar una incipiente recuperación que, algunos con ironía y otros sin ella, han resumido en la hiperbólica frase: Venezuela se arregló.
En medio de ese aparente sosiego, esa montaña rusa que es la economía venezolana sorprendió a muchos al registrar una abrupta devaluación de la moneda de casi 25%, cuando la cotización oficial pasó de 6,28 bolívares por dólar el martes 23 de agosto a 7,83 bolívares por dólar el jueves 25 de agosto.
El cambio fue más fuerte en el mercado paralelo, donde en las mismas fechas se pasó de 7,04 bolívares por dólar a 9,33. Es decir, casi 33%.
La sacudida generó alarma entre los venezolanos y llevó a Maduro a publicar un mensaje en Twitter en el que invitaba a sus seguidores a dar la batalla por la estabilidad económica.
Un país sin reservas
Orlando Zamora, analista financiero y exjefe de la división de análisis de riesgo cambiario del Banco Central de Venezuela, considera que la fuerte devaluación sufrida por el país responde a la conjunción de varios factores, entre los cuales destaca el agotamiento de las reservas internacionales.
Afirma que tras la dolarización, el BCV inicialmente había sido flexible y había respondido a la ley de oferta y demanda, por lo que -asegura- muchos creyeron que el dólar iba a tener su verdadero precio de mercado e iba a desaparecer el mercado paralelo.
Sin embargo, después el BCV empezó a aplicar una política de anclaje para intentar contener la devaluación de la moneda.
Este intento de anclaje significaba que el BCV tenía que intervenir constantemente en el mercado, vendiendo dólares de sus reservas para satisfacer la creciente demanda de dólares. Pero, ahora, esos recursos están mermados.
Las reservas del Banco Central están sobre los US$5.100 millones, pero de ese monto hay como US$4.800 millones en oro, por lo que apenas quedaría un 16% en efectivo y habría que ver si todo es negociable porque allí tiene que haber bonos de difícil negociación. El BCV tuvo que quemar sus reservas para poder compensar y mantener esa política de suministro de divisas al mercado. Ahora el anclaje es casi imposible, dice Zamora.
Esta política se quebró porque el Banco Central sobrestimó su capacidad de controlar un mercado y con el grave problema de no tener reservas líquidas, agregó.
Ajuste y demandas sociales
Leonardo Vera, profesor titular de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela e individuo de número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, considera que la crisis cambiaria vivida por ese país la semana pasada responde, además de al agotamiento de las reservas internacionales, al aumento de los bolívares que fueron puestos a circular por las autoridades como respuesta a las demandas sociales de los trabajadores.
Explica que el gobierno de Maduro venía aplicando una suerte de política antiinflacionaria no declarada que consistía en 3 medidas:
*El aumento del encaje legal (la cantidad de dinero de los ahorristas que los bancos no pueden prestar y que actualmente se ubica en 73%, lo que se traduce en una sequía del mercado crediticio).
*El anclaje del dólar.
*El congelamiento del salario mínimo.
Vera indica que en Venezuela se venía aumentando el salario mínimo cada tres meses debido a la situación inflacionaria, pero que esto dejó de hacerse en mayo de 2021 y no volvió a haber incrementos sino hasta marzo de 2022.
El gobierno decidió dar un incremento grande porque se había acumulado mucha inflación desde mayo del año pasado. Es decir, se reventó el esquema, señala el experto.
Explica que cuando Maduro decidió este aumento el salario mínimo había caído por debajo de los US$2 mensuales.
El incremento fue de 1.705%, pese a lo cual el salario mínimo apenas terminó en torno a los US$28 al mes.
Pero, en paralelo al aumento del salario mínimo, el gobierno intentó contener los pagos a los empleados públicos emitiendo un instructivo a través de la Oficina Nacional de Presupuesto (Onapre) que reducía el pago de los bonos que estos reciben como complemento a su salario y que normalmente representan una parte importante de su ingreso.
Vera señala que ese instructivo rebana muchos de los beneficios que habían conseguido los trabajadores a través de las contratos colectivos.
Esta política derivó en un aumento de las protestas laborales que ha tenido su punto máximo recientemente cuando el gobierno intentó fraccionar el pago de dos bonos que tradicionalmente pagan a los empleados públicos en julio y que, según Vera, representan aproximadamente unos tres meses de sueldo.
Esto llevó a una fuerte serie de protestas ante las cuales el gobierno de Maduro optó por honrar esos compromisos económicos que les fueron pagados a los funcionarios públicos la semana previa a la reciente devaluación.
Mucha de esa gente salió a los bancos a comprar dólares, pero estos no tenían dólares porque el BCV no estaba ofertando. Entonces, se van al mercado paralelo que no aguanta esa presión y ese tipo de cambio empezó a subir significativamente, lo que hace que el BCV reaccione también subiendo el tipo de cambio oficial porque si deja que la brecha aumente mucho la estampida sería cada vez peor, apunta Vera.
El experto explica que ese episodio es una muestra clara y fidedigna de la desconfianza de los ciudadanos en el bolívar, lo que -desde su punto de vista- es el principal problema que quedó expuesto por la devaluación de la semana anterior.
Orlando Zamora, por su parte, señala que esas presiones sociales llevaron al gobierno a relajar la disciplina fiscal que venía aplicando, lo que se tradujo en términos monetarios en un aumento de la cantidad de bolívares en la economía que, a su vez, presionaban el precio del dólar.
La liquidez monetaria ampliada (dinero emitido por el BCV + dinero secundario creado por los bancos al otorgar créditos + todo el dinero disponible de los ciudadanos) estaba en 4.814 millones de bolívares en marzo de 2022 y, al cierre de agosto de este año, se ubicaba en 11.091 millones de bolívares. En tan solo cinco meses creció 2,3 veces, apunta.
Los límites de la recuperación
La reciente devaluación del bolívar repercutirá en que Venezuela tenga una inflación más alta de la que venía registrando en los últimos meses y que, de por sí, ubicaba al país sudamericano entre 5 los más inflacionarios del mundo.
Leonardo Vera advierte que esto tendrá impactos sobre la población porque no todos los grupos sociales tienen la misma capacidad de protegerse ante la inflación y puede reducir el poder adquisitivo de los ciudadanos.
Eso es mala noticia para las empresas y, obviamente es una mala noticia para una economía que está apenas recuperándose de una gran depresión, apunta.
Más allá de esos efectos mas concretos e inmediatos, Vera considera que este episodio enseña la importancia de reducir la inflación rápidamente a un dígito cuando se aplica un programa antiinflacionario como el de Venezuela porque las restricciones en el encaje legal, en el anclaje cambiario y en el pago de salarios tienen consecuencias sobre la economía y eventualmente tienen que levantarse.
Para este economista, el problema de fondo es la falta de confianza en la moneda venezolana y en las instituciones monetarias y cambiarias, que es un aspecto hacia el cual no se orientó la estrategia del gobierno de Maduro.
Orlando Zamora considera que el proceso de devaluación del bolívar va a continuar.
Es una situación que para mí es irreversible. Creo que van a tener que dejar que se deslice el bolívar con respecto al dólar. Posiblemente se pueda tranquilizar al tipo de cambio, pero todas las causas y los factores que llevaron a esta situación de colapso están ahí, señala.
Afirma que durante la pandemia, debido a que la economía estaba más paralizada que ahora, el BCV podía regular con eficiencia ese mercado más pequeño, pero que al registrarse el incipiente crecimiento económico la estrategia colapsó.
Para mí se trastocó el plan de ajuste que se venía cumpliendo y la expectativa que había sobre la recuperación, el control de la inflación, porque por todas las cosas que pasaron hubo un éxito muy relativo con muchas comillas, apunta.
¿Se garantiza el éxito de este plan, se va a mantener una inflación baja? Definitivamente no, porque los problemas de siempre como el crecimiento del dinero inorgánico, la poca capacidad productiva, la dependencia de las importaciones, todos esos factores subsisten y van a seguir llevando a esta presión sobre lo que es vital para la economía, el dólar, porque es una economía netamente importadora, agrega.
Así, la montaña rusa de la economía venezolana podría deparar nuevos giros inesperados.
Ángel Bermúdez – BBC News Mundo