La minimización del Holocausto y el cultivo de odio hacia los judíos es el resultado de la educación palestina, apoyada por enormes sumas de dinero aportados por la Unión Europea.
Existen intentos fallidos de negar que el mufti nazi Muhammad Amin al-Husayni representaba a los árabes de Palestina. Y el primer jefe de la OLP, Ahmed Shukeiri, tres días antes de la Guerra de los Seis Días dijo sobre los judíos israelíes: “Aquellos que sobrevivan se quedarán en Palestina, pero en mi opinión no quedará ninguno vivo”.
No fue el único que habló sobre el exterminio masivo de judíos. En los tres años previos a la Guerra de los Seis Días la Liga Árabe anunció y casi todos los líderes árabes declararon que el objetivo era acabar con Israel y/o arrojar a los judíos al mar. Mahmoud Abbas, el actual líder palestino, es considerado un moderado. Coopera con Israel en materia de seguridad y no está a favor de otro Holocausto contra los judíos. Él solamente pertenece a aquellos que minimizan al Holocausto, tal como refleja su tesis doctoral.
El Holocausto es un tema delicado para los palestinos porque pone en riesgo un atributo para el que fueron los grandes pioneros del mundo: la victimización. El éxito es asombroso. Cada organización estadounidense que representa a grupos étnicos o de género coloca a los palestinos en la parte superior de su lista y se une a las campañas BDS cuyo objetivo declarado es la eliminación de Israel. A veces la dimensión de su antisemitismo es abierta y descarada. El problema es que no importa el ángulo desde el que se lo mire: en la corta historia palestina no existe ni una milésima parte del sufrimiento por el que pasaron los judíos en el siglo pasado.
Se trata de algo frustrante y un punto débil del ethos palestino fundacional. Por eso cada representante palestino en el mundo, y también Mahmoud Abbas, debe exagerar el sufrimiento palestino hasta dimensiones míticas. Consultado sobre si se disculpaba por la Masacre de Munich, no solamente no lo hizo sino que terminó diciendo que Israel cometió “50 holocaustos” contra los palestinos. Hubo masacres, aisladas e inusuales, que son una vergüenza. Y por supuesto que esos actos merecen una condena, algo que los palestinos nunca emitieron por sus actos asesinos. En lugar de condena, reciben aliento y financiamiento.
Abbas se olvidó que no estaba en Teherán. Dijo esta frase en Berlín, en una rueda de prensa junto al canciller alemán Olaf Scholz. La frase del líder palestino es una versión particularmente distorsionada sobre la relativización del Holocausto, un tema que estuvo en el centro de la polémica de los historiadores de Alemania en la década del 80. Existió un intento de afirmar que además del Holocausto judío existieron otras atrocidades, por ejemplo de parte de Stalin, que asesinó a millones después de la Shoá, entre ellos muchos alemanes. Pero los alemanes decentes hoy rechazan rotundamente estas comparaciones que intentan minimizar al Holocausto y purificar a los alemanes de aquellos años malditos.
La relativización de Abbas es repugnante y ridícula. Incluso si Israel se lo hubiera propuesto, no hubiera llegado a una centésima parte de lo que los países aliados hicieron a los alemanes al final y después de la Segunda Guerra Mundial. No solamente el despiadado bombardeo de Dresde, sino la deportación masiva de más de 12 millones de alemanes, que incluyó innumerables masacres. Es la Nakba alemana.
El discurso que minimiza el Holocausto, infla la Nakba y cultiva el odio hacia los judíos es el resultado de la educación palestina. Según una encuesta de la Liga Antidifamación de 2014, los palestinos ocupan el primer lugar del mundo en el índice de antisemitismo: alrededor del 93% de los palestinos exhibe actitudes antisemitas. El profesor Muhammad Dajani, de la Universidad Al Quds, llevó a Auschwitz a un grupo de estudiantes palestinos, un buen paso para promover la comprensión y la reconciliación. El problema es que fue expulsado de la organización de profesores palestinos y su universidad lo denunció. Fue el primer y último viaje de este tipo.
Así que el problema no es la ocupación, que podría haber terminado si los palestinos estuvieran dispuestos a vivir junto a Israel y no en lugar de Israel. El problema es la educación, financiada principalmente por la Unión Europea con grandes sumas de dinero. También Alemania aportó cerca de 30 millones de dólares en 2021. Durante un tiempo la financiación se detuvo a causa de textos escolares antisemitas denunciados por el instituto de investigación IMPACT-SE. Pero los palestinos no se dieron por vencidos: en junio los europeos se rindieron y la educación antisemita continuó su curso, con fondos europeos y alemanes.
Es una buena noticia que el canciller Scholz, aun con horas de demora, haya publicado una fuerte condena a las declaraciones de Abbas. Pero para lograr la paz y la reconciliación es necesario detener la financiación del odio hacia los judíos. Tomará más tiempo, pero no ocurrirá nunca si continúa la financiación de la propaganda de odio.