El próximo lunes 3 de octubre será oficialmente el inicio del año escolar en Venezuela, así lo anuncian las diversas autoridades nacionales y regionales, se regresará al 100% de clases presenciales, nuevamente la alegría y el aprendizaje retornarán a las aulas, por supuesto con muchas interrogantes, deudas, déficits y potenciales conflictos, pero reiniciar las clases en una Venezuela atenazada por muchas contradicciones sociales, con cientos de problemas económicos y productivos, con crecientes dificultades políticas, implica que progresivamente las fuerzas de la inteligencia, de la razón, del conocimiento, de la ciencia, de la cultura, de la innovación tecnológica, abran un túnel que nos permitan como nación salir del foso y convertir la educación en la locomotora que impulse al país por las vías del progreso y hacia el futuro que ciertamente merecemos.
Años de improvisación, de ensayos fallidos y muchos errores que, luego de una prolongada recesión de 7 años (2014-2021), nos llevaron al sótano, la cual ocasionó la pérdida del 75% de la capacidad productiva de la nación, sometidos una pertinaz inflación que conlleva a la supresión de catorce (14) ceros a la moneda (Bs.), los cual nos condenó a sufrir una de las crisis migratorias más agudas en la región, con la consecuente pérdida de un enorme potencial etario y una gran fuga de talentos. Ante el colapso del modelo rentista, el fin de la Venezuela de fantasía, el país entendió por la fuerza de los hechos, las realidades del mercado y por circunstancias sobrevenidas que, al borde del abismo, la solución no es dar un paso al frente, continuar empecinadamente aferrado a visiones e ideas desacertadas, sino a empezar de nuevo, atados invariablemente al carro de la educación.
Ciertamente lo malo del pasado y lo peor del presente, no desaparecerán por arte de magia, las fuerzas retrógradas atadas al clientelismo, al populismo, la corrupción, la riqueza fácil seguirán intentando perpetuar los males que permiten que el ecosistema negativo se retroalimenta continuamente. Pero sólo el trabajo creador, la participación ciudadana, la creación de mecanismos inteligentes, por supuesto una mejor y mayor educación, en tanto que esto implica, está asociada a desarrollar, crear una mayor y mejor democracia serán la ruta para superar definitivamente las dificultades y salir del foso en que nos encontramos.
Corresponderá a las academias, a las universidades, a los docentes, maestros, profesores, a los cultores de la inteligencia y la razón, a los empresarios competitivos e innovadores, a los gremios comprometidos con el futuro del país, a los padres y representantes que desean, luchan por lo mejor para sus hijos, exigir una cada vez mayor educación de calidad para todos. Durante mucho tiempo el discurso falaz y demagógico hizo eco, desafortunadamente encontró caldo de cultivo en el país, se conculcan los más mezquinos intereses para hacer de nuestras instituciones, de la justicia, de las leyes una farsa de país. Y lo peor del venezolano aflora, pero ese tiempo comienza, afortunadamente, a pasar, ya las mentiras, las conductas, la cultura deshonesta no recibe aplausos y admiración, el país entendió dónde están las raíces del mal y que el mejor herbicida es una educación de calidad.
Avanzamos hacia la educación de enésima generación, a la velocidad de la inteligencia artificial, de los 5G a un entorno polarizado, globalizado y altamente competitivo, pero en un planeta común, años de atraso mantienen a muchos docentes, alumnos y representantes en la era analógica, con muy bajo poder adquisitivo, con muchas dificultades instrumentales, pero eso es lo que les conviene a los líderes y partidos atávicos. Corresponde luchar para superar las carencias ligadas a la pobreza estructural que nos asfixia, pero teniendo claro que la meta es más alta, sublime la cual, nos permita superar definitivamente las causas y razones que nos llevaron a fracasar como nación. De lo que se trata no es ir en contra de, entre otras cosas porque ya demostraron lo falaz de sus propuestas, sino fundamentalmente en dirigir todas las energías y esfuerzos en construir un proyecto de nación que implique un mejor futuro para todos.
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