Se cierra el grifo de dinero para Hungría, que se dirige hacia la autocracia. Esta amenaza de la UE debería haberse aplicado hace tiempo. Pero, una vez más, Orbán podría salirse con la suya, opina Bernd Riegert.
Durante más de doce años, el autócrata Viktor Orbán ha gobernado Hungría sin interrupción. Si se añade su primer mandato, de 1998 a 2002, son incluso 16 años de experiencia en el gobierno. En este largo tiempo, Orbán no solo ha transformado a su país de una democracia a una autocracia, como señaló el Parlamento Europeo en una resolución hace solo unos días, sino que el ultranacionalista conservador ha aprendido realmente cómo tratar con la Comisión de la UE.
Las autoridades europeas lo han criticado duramente por las violaciones del Estado de derecho, por el nepotismo, la corrupción, por alinear a los medios de comunicación y por eliminar a la oposición, pero al mismo tiempo, la UE sigue pagando alegremente al tan necesitado Gobierno de Orbán.
El primer ministro, que cuenta con el apoyo de una amplia mayoría en el parlamento húngaro, puede, incluso, llamar a la Unión Europea una banda de inmorales y, al mismo tiempo, extender la mano. El dinero de Bruselas no apesta, ni siquiera en las arcas de Orbán, sobre todo cuando puede repartirlo entre su propia familia y sus buenos amigos, como ha denunciado repetidamente la agencia antifraude de la UE, OLAF.
Amenaza a medias
Ahora, por fin, tras años de trámites, la Comisión Europea muestra las herramientas de tortura financiera. Este domingo, amenazó con no pagar 7.500 millones de euros en subvenciones porque la falta de Estado de derecho y la corrupción ponían en peligro los fondos del presupuesto de la UE. Esta suma, sin embargo, se refiere a un periodo hasta 2027 y representa aproximadamente un tercio de los fondos previstos de un fondo de financiación para inversiones estructurales.
Pero, ¿por qué tan poco y tan tarde? La Comisión de la UE se remite al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que exige medidas adecuadas y proporcionales. Pero también hay dictámenes jurídicos del Parlamento que exigen la suspensión inmediata de todos los pagos. Al fin y al cabo, Hungría recibirá 44.000 millones de euros del presupuesto de la UE entre 2021 y 2027.
Se acabó la confianza en Hungría
Orbán hace siempre lo mismo cuando una disputa con la Comisión de la UE se intensifica. Finge querer ceder, ofrece nuevas leyes y todo tipo de compromisos. Su efecto es cuestionable, pero tranquilizan a la Comisión. Incluso el comisario responsable de la UE, Johannes Hahn, admite que ya no tiene ninguna confianza en el gobierno Hungría. Al mismo tiempo, Hahn también quiere lograr un equilibrio con Orban para no imposibilitar una acción unificada, como por ejemplo con las sanciones contra Rusia.
Al mismo tiempo, la Comisión de la UE dio a Budapest de plazo hasta noviembre para llevar a cabo mejoras en el Estado de derecho. Solo entonces los Estados miembros decidirán, por mayoría cualificada, si el suministro de dinero de Orbán se cortará parcialmente. Hoy en día, ya está claro que es imposible, de hecho, compensar los déficits de democracia y el Estado de Derecho de aquí a noviembre.
No debe tratarse solo de la visión estrecha de la corrupción. Esta es quizás la última oportunidad para evitar el desvío final de Hungría hacia el orbanismo completo. La democracia está en peligro en Hungría y con ella la pertenencia de Hungría a la Unión Europea. Porque solo las democracias pueden ser toleradas en el club.
Hasta ahora, los Estados miembros de la UE han dejado que Orban se salga con la suya. Están retrasando otros procedimientos contra Hungría, lo que podría suponer en última instancia la retirada de los derechos de voto. También haría falta más presión en el Consejo Europeo. Solo si Polonia retirara por completo su mano protectora de Hungría debido a graves diferencias en su política hacia Rusia, las cosas podrían ponerse realmente difíciles para Orbán. Si tras las elecciones de la próxima semana tomara posesión un gobierno radical de derechas en Italia, Orbán podría tener de repente nuevos amigos en el Consejo Europeo.