El uso de personas como “peones” en el juego político está tomando nuevas formas al articularse con el fenómeno migratorio. Y este parece ser el caso de las recientes migraciones hacia EE.UU. desde Cuba, Nicaragua y Venezuela.
Recordemos como Turquía, ahora Türkiye, utilizó el flujo migratorio producto de la crisis de Siria, para obtener beneficios de la Unión Europea (UE); o como Bielorrusia envió a miles de inmigrantes desesperados a su frontera con Polonia, como retaliación por las sanciones que impuso la UE al régimen de Lukashenko.
En América Latina hemos visto recientemente grandes caravanas de migrantes que se dirigen a EE.UU., las cuales según muchos analistas no son espontáneos, sino que esconden intereses políticos e incluso algunos estarían vinculados a grupos criminales. Esto, que había sido un fenómeno centroamericano, tiene ahora el ingrediente de la incontenible estampida migratoria que ha producido el fracaso del régimen de Maduro, como se reporta desde EE.UU.
En una primera etapa la migración venezolana se dirigió al sur, pero con el arribo de Baiden a la presidencia con una política más respetuosa de los DD.HH., así como los crecientes problemas que sufren los venezolanos en los países de acogida en Suramérica, el flujo migratorio ha tomado hacia el norte; sorteando el mayor problema para el desplazamiento por tierra que es el infame tapón de Darién.
Se sabe y se ha documentado como Maduro utilizó inicialmente este movimiento migratorio al sur para desplazar cuadros de agitadores vinculados al castrochavismo, que cumplirían tareas de agitación en la región; y su participación en las varias manifestaciones sucedidas a fines de la década pasada en Chile, Perú, Colombia, Bolivia y Ecuador.
Como en el caso de la masiva migración de cubanos (125.000) desde el puerto de Mariel (1980), se acusa a Maduro de hacer, igual que su mentor Fidel Castro, al liberar presos para que vayan a delinquir a EE.UU.
Troy Nehls, congresista republicano de Texas, tuiteó que ‘DHS (Home Land Security) confirma que Venezuela vacía prisiones y envía criminales violentos a nuestra frontera sur”.
Claro que Nehls lo usa para justificar el trato inhumano que su compañero de partido y gobernador de Texas, al igual que el de Florida, han propinado a cientos de venezolanos que envían en autobús a otras ciudades manejadas por alcaldes demócratas, como protesta y retaliación por las políticas migratorias de Biden. Pero más que eso para promoverse y promoverlos en función de las elecciones de noviembre en EE.UU.
Que Maduro envié delincuentes a migrar no es de extrañar. Se sabe que bandas criminales que gozan de la aquiescencia del régimen venezolano se han internacionalizado, como es el caso del “tren de Aragua”. Empero hay que aclarar, que como con los “marielitos”, solo un muy pequeño porcentaje de los venezolanos que migran podrían tener antecedentes penales.
Ahora bien, el uso de la migración como arma política adquiere más peso cuando se reseña que la migración de cubanos, nicaragüenses y venezolanos a EE.UU. ha venido creciendo. Es decir, de los tres países que conforman la “Troika de la Tiranía” (John R. Dixit), países cuyos regímenes claramente enarbolan como uno de sus objetivos fundamentales la lucha contra el “imperialismo norteamericano”, por lo que la desestabilización de EE.UU. está entre sus intereses claves.