Las fábricas de zapatos venezolanas están aferradas a un cambio económico radical

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La actividad comercial e industrial en San Antonio del Táchira (municipio Bolívar) y Ureña (municipio Pedro María Ureña) ha sufrido los embates provocados por dos factores, el primero una economía venezolana frágil que promovió una salida intempestiva de la mano de obra y empresas y, la segunda, la crisis mundial provocada por la pandemia de la covid-19; sin embargo, hay quienes continúan aferrados a los cambios económicos que se están vislumbrando y con más esperanzas que expectativas asumen la posibilidad de volver a ser productores, ciento por ciento solventes.

La industria zapatera que aún motoriza parte de la economía en los municipios fronterizos del estado Táchira se mantiene en constante disputa con costos, producción y distribución de sus bienes, pese a que en los últimos meses se ha palpado un ínfimo repunte económico, aún esperan que la situación se consolide para ver fortalecidas sus empresas.

No desmayan en la producción, así sea menos del 50 por ciento de lo que se generaba hace una década, asumen con convicción que los pocos puestos de trabajo y la producción que llega a buena parte del territorio nacional es suficiente en el marco de una avanzada progresiva que hasta ahora están dando los primeros pasos.

Las empresas se han reducido a un setenta y hasta un ochenta por ciento menos del espacio utilizado para grandes producciones, pese a ello, no niegan que es idóneo continuar en Venezuela. Extranjeros y nativos asumen que es un compromiso prolongar su estadía en el país, algunos por tradición familiar y amor a lo que hacen y otros a la espera de un cambio económico radical que comenzó con la utilización de distintas divisas para el intercambio de bienes y servicios.

Sin pérdidas

José Antonio García* es un empresario con 45 años en el ramo de la zapatería, su empresa instalada en la zona industrial de Ureña provee más de 50 empleos directos y 250 indirectos con la puesta en práctica de talleres de confección de calzado en sitios acondicionados en casas de habitación, con ello familias enteras se unen a la escalada productiva semiformal que mueve la economía del municipio.

García expresa que el cierre de innumerables empresas relacionadas con la producción de calzado generó desempleo en la frontera que se evidenció con la salida del país de mano de obra especializada.

Los expertos en la confección de calzados en todos los niveles de producción abandonaron el municipio, el país y se fueron con ese conocimiento a otros lugares (…) los que decidieron quedarse tuvieron la responsabilidad de adecuarse y aprender sobre la marcha todo el procedimiento (…) esos pocos que decidieron apostar por la recuperación de la empresa hoy representan la estabilidad económica real (…) no tenemos pérdidas y estamos medianamente estables.

Destaca que el proceso de recuperación es lento, pero que se aproxima a una estabilización real. El manejo de divisas generó el soporte necesario, hoy día un aproximado de 2000 y 3000 pares de zapatos de damas, caballeros y niños salen de la fábrica rumbo al centro del país, las trabas normales de la salida del producto no son, por lo momentos, situaciones que desmejoren el ingreso mensual.

Mínima producción

Francisco Pariona, propietario de la fábrica de Calzado Calimod, con 32 años de funcionamiento en el municipio Bolívar (San Antonio del Táchira), asegura que la costumbre de trabajar, sumado a la necesidad de seguir en la lucha son los factores que lo mantienen activo.

Es pragmático al aclarar que pese al movimiento económico que se está gestando en la entidad y que tiene como propósito la reactivación de la economía, hace falta recorrer un largo camino para recobrar la estabilidad y producción que se generaba hace dos décadas.

Los empresarios están dando lo máximo que ellos pueden dar para poder subsistir (…) sí hay un avance, poco y lento, pero sí. Pariona destaca que su producto, en un ciento por ciento, se distribuya al interior del país, pese a que las empresas consumidoras han disminuido en un 80 por ciento, hoy día su producción llega a quien lo puede pagar.

11 empleos directos generan Calzado Calimod, además de contar con vendedores que se encargar de ubicar el producto y cobrar. Pariona estima que el consumo de su producto se ha incrementado en un 20 por ciento, una cifra que no se acerca a lo que denota su experiencia en el rubro.

Por necesidad, por mis hijos y mi familia tengo que seguir luchando por ellos (…) eso es lo que a uno lo empuja a hacer las cosas.

A la espera

Juan Javier Manrique* se considera un novato en la producción de calzado deportivo, sólo 25 años de trabajo y una empresa que cuenta con 56 trabajadores, además de tres talleres externos, los cuales prevé incrementar en los próximos meses es lo que ostenta en la zona industrial de Ureña.

Manrique se considera un emprendedor, si bien ha sido golpeado por la crisis no descarta que la producción ha salido en beneficio de dueños y trabajadores.

No puedo quejarme (…) hemos producido hasta en pandemia, cumpliendo con las normas de bioseguridad (…) el producto va a Maracaibo y al oriente del país en un 80% (…) no se gana como antes, pero nos estamos recuperando.

Destaca que se mantiene en producción con nuevos modelos y esperan que se destape ese arranque económico que se ha generado con la comercialización de los productos en todo el país, con otra divisa.

La idea es trabajar y no detenerse (…) la frontera siempre ha sido un lugar de gente que no se rinde (…) por eso nos mantenemos a la espera, pero sin dejar de producir.

Carlos Ramírez – La Prensa Táchira

 

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