Jens Thurau: Ángela Merkel una excanciller de otra era

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La semana pasada, la excanciller alemana Angela Merkel asistió a dos eventos públicos. Se reunió, en la Fundación Helmut Kohl, con el actual líder de los democristianos Friedrich Merz, un hombre que le desagrada profundamente. También pronunció un discurso en la ciudad de Goslar, en el norte de Alemania, en honor los 1.100 años de aniversario de la fundación de la ciudad. Estos eventos fueron previsiblemente poco espectaculares. Y como era de esperar, Merkel no dijo nada realmente innovador.

Sin embargo, esto es sorprendente, dado que muchos alguna vez consideraron a Merkel como la salvadora del Occidente libre, especialmente cuando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, controlaba la Casa Blanca.

La exlíder alemana anunció recientemente que publicará sus memorias en otoño de 2024. Aparte de esto, la mujer que gobernó Alemania por 16 años se ha mantenido en gran medida fuera del ojo público.

Casi nadie le pide consejos a Merkel

Esta es claramente su elección. Merkel se apega a su promesa, se mantiene reservada, ya que no necesita ser el centro de atención. Pero han sucedido tantas cosas en los 12 meses transcurridos desde las últimas elecciones generales, que parece que el mandato de Merkel terminó hace años luz.

Casi nadie le pide consejos sobre el preocupante estado de los asuntos mundiales, presumiblemente también porque uno no puede evitar sentir que dejó a su sucesor Olaf Scholz y a su Gobierno de coalición para solucionar un gran desastre cuando ella se fue.

Por décda y media, Merkel no hizo nada para reducir la dependencia de Alemania de la energía rusa. Asimismo, no logró llevar a Alemania a la era digital. Durante su mandato, la falta de fondos causó estragos en la infraestructura y las instituciones públicas alemanas. Y en 2015, amablemente abrió las fronteras del país a refugiados, principalmente sirios, pero no logró encontrar una mejor manera de gestionar la inmigración a largo plazo.

Sin inconvenientes, por favor

La forma en que la ven ahora el Gobierno alemán y el propio partido de Merkel, los demócratas cristianos  de la CDU, cambió el año pasado. Pocos aún alaban su característica calma, modestia y pragmatismo. Si bien no está acusada de tomar decisiones políticas equivocadas per se, muchos ven problemas en todos los asuntos que no abordó.

Claro, culpar a Merkel por haber juzgado mal y subestimado al presidente ruso Vladimir Putin es un golpe bajo. Después de todo, casi todos los políticos occidentales cometieron este error. Pero se puede criticar, con razón, su actitud de haber querido ahorrarles molestias a los alemanes. Esos tiempos sin preocupaciones, después de todo, terminaron.

A la política de Merkel le faltó valentía

Hablando en la apertura de la Fundación Helmut Kohl en Berlín, esta semana, dijo que uno debe tomar a Putin en serio y pensar en lo que sucederá cuando termine la guerra. Estos comentarios suenan como si vinieran de una era antigua y olvidada. Ya nadie subestima al beligerante mandatario ruso, eso es seguro. ¿Y qué sentido tiene pensar en la posguerra? ¿Qué se debe discutir con Putin, quien acaba de lanzar una “movilización militar parcial” en Rusia?

Tal vez algún día los historiadores vean con buenos ojos el legado de Merkel, especialmente si Alemania logra superar esta grave crisis, la mayor desde la Segunda Guerra Mundial. Alemania ha cambiado radicalmente en los meses transcurridos desde que ella dejó el cargo. La sociedad alemana y las empresas alemanas están profundamente preocupadas por el futuro. Si bien Merkel no tiene la culpa de esta ansiedad, un enfoque más valiente suyo podría haber valido la pena.

 

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