Decenas de migrantes venezolanos recién llegados a Nueva York están viendo como el llamado «sueño americano» se transforma en pesadilla, después de que pasen días ante el frío y el hambre en las calles de la Gran Manzana.
«No tenemos ropa y no estamos comiendo bien, necesitamos trabajo», dijo la migrante venezolana Geraldine Silva, de 31 años, al diario local NY Post.
La mujer estaba ea las afueras del hotel Staten Island Inn, donde estpa hospedada con los gastos pagos por la Administración del alcalde Eric Adams hace casi una semana, tras haber llegado en bus desde El Paso, Texas.
«Esperamos por ropa», insistió Silva, escasamente vestida y temblando de frío junto a varios niños y otros migrantes, muchos de ellos venezolanos.
Para hacer frente a estas carencias, los migrantes venezolanos y muchos otros de diversas nacionalidades están tocando las puertas de los neoyorquinos, a quienes piden ropa adecuada para hacer frente al frío, comida y hasta trabajo.
«No esperábamos que hiciera tanto frío, pero es lo que Dios decidió. Todo lo que tenemos puesto nos lo regalaron apenas llegamos», dijo por su parte el migrante venezolano Felipe Viera, de 24 años.
Viera llegó a Nueva York hace una semana junto a su esposa Gilimersy Perdomo, de 26 años. Al llegar, la mujer tuvo que ser operada de emergencia por apendicitis.
«Vivir aquí ha estado bien, pero no tenemos acceso a las medicinas y la comida no es muy buena. Es congelada», dijo.
Migrantes venezolanos, «Mal vestidos y en sandalias»
«Hablaban español. Solo les dije ‘hablen en inglés, por favor’. Fueron como tres veces», dijo Jones, de 56 años. «Estaban mal vestidos, en sandalias y con mantas de la Cruz Roja. Pensé que era muy raro», agregó.
La crisis que vive Nueva York
La semana pasada, Adams declaró estado de emergencia ante la masiva llegada de migrantes y solicitantes de asilo a la ciudad. Según el alcalde, al menos 17.000 personas han solicitado asilo, mientras los buses siguen llegando.
Asimismo, estimó que su despacho gastará unos 1.000 millones de dólares para hacer frente a la crisis migratoria.
Al Navío