Alberto Cabrera a veces prefiere rodar en su silla de ruedas que usar el transporte público, por las limitantes de las unidades y los usuarios. Ha rodado desde La Pastora hasta Los Dos Caminos. Según Juan Ángel De Gouveia, presidente de Consorven, en Venezuela no hay un sistema inclusivo para las personas con discapacidad.
Caracas. La silla de ruedas de Alberto Cabrera es su medio de transporte. Desde La Pastora hasta Los Dos Caminos es lo más lejos que ha llegado en ruedas. Es pescadero independiente y, aunque tiene “su puestico”, muchas veces hace entregas a domicilio.
Alberto prefiere rodar por las calles de Caracas que tomar el transporte público. Lo considera un impedimento para desplazarse con comodidad, así que se moviliza por su cuenta.
Los autobuses y el Metrobús pueden ser incómodos para él por lo estrechos, además no tienen rampa ni zona preferencial para las personas en sillas de ruedas. “Uno queda atravesado en medio del pasillo”.
Las unidades del Metrobús tampoco permiten el libre acceso a las personas con discapacidad. Alberto mencionó que la nueva ruta que habilitó la Alcaldía de Caracas en La Pastora, una vez más, no posee rampa ni zona referencial.
Alberto Cabrera en camino a llevar un pedido de pescado.
Celia Herrera, presidenta de la Sociedad Venezolana de Ingeniería de Transporte y Vialidad (Sotravial), explicó que Caracas no está estructurada ni organizada para tener a las personas con discapacidad.
Ni siquiera está para personas de la tercera edad, los niños o una señora que vaya con un cochecito. Sobre todo en la micro movilidad hay demasiada deficiencia y está netamente pensada para los vehículos automotores.
Y Juan Ángel De Gouveia, presidente de la Confederación de Sordos Venezolanos (Consorven), coincide con Herrera al expresar que en Venezuela no hay un sistema inclusivo para las personas con discapacidad. “No tenemos ni siquiera 20 % de ello”.
La discapacidad no viene de mí, viene de las barreras que me pone la sociedad al no entenderme, al no ajustarse y brindarme las cosas para que pueda tener igualdad de oportunidades.
La Ley para las Personas con Discapacidad establece en su artículo 38 que las unidades de transporte deben estar adaptadas para el traslado.
Las unidades de transporte colectivo a que se refiere el artículo 37 de esta Ley deben poseer estribos, escalones y agarraderos, así como rampas o sistemas de elevación y señalizaciones auditivas y visuales, que garanticen plena accesibilidad, seguridad, información y orientación a las personas con discapacidad.
Larga espera de autobuses
La última vez que Armando González, quien tiene una lesión medular, intentó tomar un autobús esperó 40 minutos. Aunque otras veces se ha demorado hasta una hora.
A veces agarro camionetas pero hay que esperar y ver si el chófer me deja subir en la parte de atrás. También necesito ayuda de los usuarios y es difícil porque a veces pasa que el chofer no te quiere llevar porque piensa que lo tienen que cargar a uno.
Armando contó que en ocasiones a algunos usuarios les molesta que él, o cualquier persona en silla de ruedas, esté en medio de los pasillos. Normalmente espera por una camioneta Encava a la que le funcionen las puertas traseras, porque son un poco más espaciosas.
El suplicio del Metro
David Cedeño, presidente de Discapacidad Cero, una asociación defensora de los derechos de las personas con discapacidad, explicó que en el Metro de Caracas “no existe un sistema de accesibilidad óptimo”.
Para Armando, usar el Metro es “un suplicio”. A nivel de infraestructura le resulta complicado desplazarse porque la mayoría de las escaleras mecánicas están inoperativas, al igual que los ascensores.
Metro de Caracas
Por otro lado, cuando Armando se dirige a las gacetas de información del Metro para pedir ayuda, el personal le dice que no están capacitados para ayudarlos y que le pidan ayuda a los usuarios. La misma respuesta recibe de parte de los operadores del Metrobús.
Aparte de estas limitantes, hay otro problema del cual debe tener cuidado: la excesiva cantidad de personas y la brusquedad de los usuarios en el Metro.
Estaba de primero para salir y la gente me tropezó. Caí con las ruedas hacia adelante. Menos mal me agarré rápidamente y me pude levantar. Cuando el Metro está full es imposible montarse. Hay que dejar pasar varios trenes, relató.
Transporte público adecuado
Cedeño mencionó que las unidades de transporte deben estar acondicionadas para que las personas con discapacidad puedan movilizarse de manera autónoma. Deben tener:
Bus y Metrobús
Sistema de rampa manual y automático
Los conductores deben estar capacitados para asistir a la persona con discapacidad
Adaptar y expandir espacios preferenciales
Las unidades deben tener asientos azules más bajos y amplios
Debe existir señalización en cada una de las paradas, dependiendo de la discapacidad de la persona
Pantallas informativas
Metro
Ascensores
Salvaescaleras
Intérpretes o pantallas informativas para las personas sordas
Personal calificado para atender a las personas con discapacidad
Con la ayuda de Dios
Inés Prada* generalmente usa el Metro y su guía es su bastón. Tiene discapacidad visual y admite que por la práctica se desenvuelve sola. “Nos toca solitos, con la ayuda de Dios”, dijo, aunque a veces recibe la ayuda de un tercero cuando sale a la calle.
Para ella, tomar un autobús en Caracas es todo un reto, porque puede esperar mucho rato por uno. Y presume que las camioneticas no se paran porque las personas con discapacidad tienen el pasaje exonerado en las rutas urbanas.
Además dijo que sería de ayuda que los buses tengan paradas fijas y no las cambien con frecuencia.
Comentó que cuando se hizo el proyecto de la línea 4 del Metro, la comunidad de personas con discapacidad visual propuso que se instalara una rampa mecánica en vez de una escalera. Sin embargo, en la actualidad se encuentra inoperativa.
“Esa fue una línea modelo para el desplazamiento individual y autónomo de las personas con discapacidad. También se hizo una prueba con las gomas que están en el piso y la gente no sabe que eran para que las personas con discapacidad visual desplacen su bastón en todo el recorrido y no tuviera que solicitar apoyo de los operadores”, manifestó Inés.
Calles inhabilitadas
Yo ando como un vehículo más por las calles de Caracas”. Alberto afirmó que le es más sencillo moverse por las carreteras que por las aceras, a menos que no tenga opción.
Aseguró que la mayoría de las aceras no tienen rampa, tienen muchos huecos y tanquillas, y alcantarillas en mal estado.
Las aceras en mal estado impiden movilidad de personas en sillas de ruedas.
Herrera, presidenta de Sotravial, acotó que a raíz de la Ley para Personas con Discapacidad se ha empezado a incorporar algunas rampas en aceras. Pero no hay texturizados ni semáforos para no videntes. “Las cosas mínimas no las hay”.
Los huecos y comerciantes informales
Uno de los temores que tiene Inés cuando sale a la calle es tropezar, caer en un hueco o en un charco. Por fortuna no le ha sucedido, pero conoce casos de compañeros que han tenido fracturas por caer en huecos de la calle.
El aumento de vendedores informales es otra dificultad para las personas con discapacidad visual. Más de una vez Inés se ha tropezado con ellos porque la mayoría tienen puestos improvisados en las aceras, incluso de forma invasiva.
En Caracas, en el bulevar de Sabana Grande, hay líneas en relieve que sirven para guiar a las personas con discapacidad visual durante el recorrido. Sin embargo, los buhoneros pueden obstruirlas, o la misma gente que transita por ahí, porque no conocen el propósito del mismo.
Inés comentó que las cabinas de teléfonos públicos de Cantv, que tienen años sin funcionar, son un obstáculo y peligro en el camino.
Sin señalizaciones inclusivas
La primera vez que Javier Ramírez usó el Metro no sabía a dónde dirigirse para solicitar información. La falta de señalizaciones para personas con discapacidad auditiva son una limitante para saber dónde están ubicados o hacía dónde deben ir.
La pandemia de la COVID-19 agudizó la desinformación, como todos usaban tapabocas no podía leer los labios de la gente para tener al menos un indicio.
Juan Ángel De Gouveia, presidente de Consorven, alegó que en el país no existe un plan inclusivo para las personas con discapacidad auditiva, “sobre todo por la parte informativa”.
De Gouveia argumentó que normalmente la “comunidad sorda” no está adaptada para la escritura en español, ya que su lenguaje principal es la lengua de señas. En términos generales, la información accesible para esta comunidad es muy escasa.
Un sordo no puede gritar para pedir la parada. Las unidades deberían tener un botón que le indique al chófer que alguien se quiere bajar”, contó Javier, quien agregó que le ha tocado correr para tocar el hombro del conductor “y a veces se molestan porque uno los toca.
Falta de conciencia e inclusión
Las personas consultadas por Crónica.Uno alegaron que no solo existe una barrera de urbanismo y movilidad, sino una falta de conciencia en la sociedad.
Yo me impresiono de la cantidad de personas que pasan por el Metro, es un río de personas, y muchas veces nadie es capaz de preguntarte si necesitas ayuda para que cruces. Hay una falta de cultura en materia de discapacidad, expresó Inés, quien tiene discapacidad visual.
Por su parte, Javier consideró que los funcionarios y las instituciones públicas deben estar capacitadas para atender a las personas con discapacidad. Ni siquiera los oficiales policiales saben cómo abordarlos.
Wilman Lucarelli, presidente de la Fundación Lesionados Medulares de Venezuela, expresó que la comunidad de personas con discapacidad han enviado cartas a instituciones del Estado, el Metro de Caracas y líneas de transporte para plantear el tema de la inclusión y accesibilidad. Sin embargo, no han obtenido ningún tipo de respuesta.
La Convención de los Derechos para las Personas con Discapacidad de la Organización de las Naciones Unidas establece que los Estados deben ser garantes de hacer valer los derechos de las personas con discapacidad. Y para que exista una real inclusión, tienen que crear condiciones apropiadas.
(*) Los nombres se modificaron por medidas de protección de la fuente
Wincarlys Ramos – Crónica Uno