El gobierno ha venido actuando de manera persistente para desmovilizar al pueblo venezolano e impedir el ejercicio pleno de la soberanía, en el sentido en que lo establece la Constitución Bolivariana de Venezuela en su artículo 5to, es decir, “ejercer sus derechos políticos para elegir su propio futuro”.
En mi artículo de hoy explico como el gobierno ha desplegado todas las fuerzas de su aparato propagandístico y represivo, así como, los mecanismos de control social que ha instaurado, para que la población acepte, como si se tratase de una fatalidad, la situación actual del país, la tragedia que se vive todos los días. Por eso, su insistencia en convencer al pueblo de que “todo se normalizó”, de que toda esta situación de pobreza generalizada, caos, y disfuncionalidad, la ausencia de los servicios y condiciones básicas para la vida cotidiana de la población, que el “por lo menos”, es una condición normal de vida. Tratan de que la clase trabajadora, los asalariados y jóvenes, acepten como normal que exista una minoría que disfruta de groseros privilegios, mientras el resto del país, trata de sobrevivir con un salario promedio de 22 dólares al mes. Esta actitud represiva-autoritaria, esta indolencia y crueldad de las élites enquistadas en el poder tiene sus días contados, como dijo Salvador Allende en sus últimas palabras al pueblo chileno: “Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.
El proceso bolivariano, la experiencia de lucha con el Presidente Chávez sembró una semilla en la conciencia del país, del pueblo más humilde, que está allí, en el corazón de los que se van y los que se quedan, a pesar del terrible daño que el madurismo ha hecho a las ideas de Chávez y del socialismo, éstas son universales y muy latinoamericanas, como lo demuestra el reciente triunfo de Gabriel Boric, en Chile; Gustavo Petro en Colombia; y el inminente triunfo de Lula Da Silva en Brasil. Los procesos de transformación política, con sus distintos matices y realidades, son indetenibles. No se puede mantener a un pueblo sumido en la oscuridad, bajo la opresión de una tiranía, corresponde al liderazgo político asumir sus responsabilidades, acompañar al pueblo en sus luchas, a los trabajadores en la exigencia de sus justas reivindicaciones, reconstruir un sueño colectivo, dar la cara con valor, a pesar de la represión y el miedo, ayudar a conducir a nuestro pueblo, a toda nuestra sociedad, a construir una salida política en el marco de la Constitución, en su plena vigencia.
Volver al camino de Chávez requiere ser como él, no manipular su imagen y palabra, sino ir a su esencia, la de un revolucionario integral, valiente, leal a su pueblo, capaz de indignarse ante la injusticia; volver al camino de Chávez es estar junto al pueblo para reconstruir nuestra patria, reconstruir al país, reivindicar al plan de la patria, sus objetivos históricos, el “Vivir Bien” del pueblo venezolano, dejar atrás el miedo y la resignación, no ceder a la tentación de abandonar a los humildes a su suerte, abandonar al país en su deriva. Desde donde nos encontremos, dentro o expatriados, cada uno tiene que hacer lo que le corresponda para reconquistar nuestra soberanía y fuerza colectiva. Como le gustaba repetir al Presidente Chávez, citando la biblia: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”. Esta hora ha llegado, la palabra la tiene el pueblo.
Con Chávez Siempre, ¡Venceremos!