No podemos llegar a los extremos. Si tú eres una persona decidida, muy clara de que algo va a ser para ti, pues debes actuar en consecuencia y sobresalir ante los demás. Punto. Lo contrario es llegar sin pena ni gloria. Y eso no es lo deseado. Máxime si nos consideramos personas capaces de lograr nuestros objetivos. Eso vale para todas las actividades que desarrollamos en nuestro andar por estas tierras de gracias. Es mucho más penoso, por no utilizar otra expresión, cuando de competencias deportivas se trata. Llámese hipismo, boxeo, maratón, automovilismo, ciclismo, fútbol, en fin, no podemos darnos el lujo de llegar “detrás de la ambulancia”. Lograr nuestra meta significa alcanzar la gloria. El éxito deseado. Para ello nos preparamos. Ahora, quienes no lo hagan, estarán condenados al desengaño. O sea, los que logran llegan lo hacen, pero sin pena ni gloria.
Aquí cabe destacar alguna situación que muchos la critican y con toda razón. Es el caso de poseer, por ejemplo, un cargo directivo en una organización social y no sabe cómo llevar la empresa. El mundo se le viene encima por no saberla conducir. El sentimiento de vergüenza por no cumplir su rol, lo arrastra por mucho tiempo. Es decir, sus conocimientos se evaporan ante decisiones tomadas sin coherencia alguna. Si nos adentramos un poco más allá, y llegamos a la posesión de un cargo presidencial de una República, por ejemplo, la situación es muchísimo más delicada. Sobre todo, cuando las decisiones que se toman perjudican a un gran porcentaje de la sociedad correspondiente. Incluso, a sabiendas de que sus decisiones son un fiasco, se comportan como verdaderos verdugos y siguen adelante sin importarles que le inculquen que su cargo lo ha operado sin pena ni gloria. Prefieren mentirle a la colectividad antes de dar su brazo a torcer.
Ahora, sin salirme del tema, recién hemos visto como una catástrofe natural ha acabado con una ciudad. Vale la pena entonces que el tiempo transcurra para medir la capacidad de reacción de los que tienen el poder de decisión para satisfacer, de manera efectiva, las necesidades de las personas que perdieron todas sus pertenencias. Aunque algunos comentarios ya se han colado detrás de bastidores, e incluso, lo han hecho de manera pública. Claro, no me voy a prestar para emitir un juicio de opinión sin basamento real. O sea, sin ser testigo presencial. El tiempo nos dirá, como lo mencioné arriba, si el régimen es capaz para emprender acciones contundentes en beneficio de los habitantes de Las Tejerías, Venezuela. Lugar donde ocurrió el fenómeno natural trágico.
Me comentaba una amiga, versada en cuestiones políticas, que a estos “carajos”, (refiriéndose a los politiqueros), lo mismo les da llegar de primero, de segundo, de último lugar o detrás de la ambulancia. Para ellos es hacerse de algunas prebendas que lo conduzcan a su bienestar personal y familiar. Les importa un rábano llegar sin pena ni gloria. Y el mundo está plegado de personajes con mentalidad negativa. Para ellos todo es una pérdida de tiempo. Incluso, viven de las trampas. Pues un rotundo no. Aquí, estimado lector, debemos ser asertivos, resilientes, imaginativos, visionarios, soñadores proactivos, en función de que no nos pase como a muchos protagonistas que acaparan la atención pero sin pena ni gloria. En esta hora menguada debeos actuar como el Ave Fénix: “Emerger de las cenizas” con mucho tesón y sacrificio. Lo contrario redunda en malestar y frustración en cuanto a lo que queremos lograr. Porque de una cosa si debemos estar muy claro para lograr el objetivo; y es que la tenacidad, el empeño y la constancia son fundamentales para alcanzar la meta de manera gloriosa. Punto. Allí se la dejo para que podamos progresar. Independientemente de las vicisitudes que nos depara la vida, nuestro norte es no llegar sin peno ni gloria. Se abre el debate.
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