Cuando se tiene ganas de joder (como dicen los españoles o palabra malsonante), se jode y con creses. “Es que yo te amo mucho y el aprecio es enorme sobre ti”. Le dice la mujer a su marido. “Mi cielo, si llegas temprano hoy te voy a preparar un plato exquisito”. “Eres una mentecata”, se dicen algunas. Es más, estuve observando con detalle, unas palabras escritas que se mostraban una pareja en un twit. Ella alzaba un cartel con el siguiente texto: “No quiero tus piropos, solo quiero que te mueras”. Mientras que en el cartel del hombre como respuesta, rezaba: “Prefiero morir”. Me dije muy pensativo: acaso la creación del hombre y la mujer no fue para que estuvieran unidos y produjeran hijos. Además, cuando escuchamos aquellas hermosas palabras en el día de su casamiento: “…permanecerán unidos hasta que la muerte los separe…”, ¿es de jodedera? Miren, las relaciones de parejas (sean casados, amantes, homo o bisexuales, amigos, en fin), deben respetar la unión que les ha llevado a mantener unas relaciones en armonía, en concordia, en plena paz.
Claro que una relación de un solo tenor, conlleva al aburrimiento y éste al alejamiento y ruptura total de la relación. En eso estamos claros. Pero, debe existir la contraparte de manera cordial, no de enfrentamiento hasta llegar, incluso, a la criminalización. La vaina es tan grotesca que un amigo me comentaba semejante expresión: “No hay como acostarse con una mujer casada…”. Hágame usted el favor. Dibuje en mi rostro una leve sonrisa irónica. Porque el amigo en cuestión, tiene cinco muchachos provenientes de dos mujeres. En otras palabras, un tipo sinvergüenza pues. Ahora, a lo que voy. Cuando se tiene un matrimonio y éste es disfuncional, lo mejor (lo recomiendan los especialistas en estos menesteres), es que cada quien tome por su lado. Porque lo que va hacer tuyo está escrito. Y lo que no, también. De hecho, en las redes sociales, se pueden leer y escuchar expresiones con verdades del tamaño de un templo sobre la relación de parejas. Sin embargo, todo indica que la mente humana cada vez está mucho más avanzada. Yo diría que alterada por el dinamismo social con el que nos topamos diariamente.
Y aquí solo estoy abordando el caso de las relaciones entre “hermanos”. Me pregunto: ¿Qué pasó con aquella expresión de “amaos los unos a los otros”? Pienso que en esta era robotizada pasa a un segundo plano. Están por delante otros intereses que no son como los de otrora. Un factor determinante, que a mi juicio, intercede en las malas acciones de las parejas, son los “benditos” celos. Tanto del uno como de la otra media naranja. Allí se cuelan los sentimientos de odio, rencor, tristeza, amargura, dolor, venganza y pare usted de contar. Todos ellos, al unirse en una “masa mental”, ocurren las desgracias. Todos pagan. Hasta los más inocentes hijos caen en la mala jugada. Aquí aprovecho para recalcar, como una posible esperanza razonable, que exista una excelente comunicación entre las personas. Repito, llámese como se llamen el tipo de relaciones que exista entre las parejas.
Si tú presentas una clase de comunicación verbal o escrita soez, desubicada, incoherente, ofensiva, agresiva, de conflictividad, de indiferencia, entonces el resultado es cruento, sanguinario, doloroso, brutal, feroz y hasta criminal. ¿Qué cada quien tiene su problema? Claro. Eso es cierto. Pero, estimado lector, hay que saber abonar el camino para tener buena cosecha. Punto. Hay parejas que se odian a muerte. Entonces coño, no se hagan daño. Márchense cada quien con su mochila terciada en los hombres y busquen una vida mejor. Y si hay niños de por medio, no lo piensen dos veces. Porque esa es otra. Los humanos somos los animales que “chocamos dos y hasta tres veces con la misma piedra”. No puede ser. A esa situación, yo la llamo locura extrema. Entre las parejas, no debe haber repudio de ningún tipo. Se abre el debate.
alfredo.monsalve10@hotmail.com