Carlos Ñáñez: Sin rendir cuentas en medio de la asimetría de la información

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Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral. José Ortega y Gasset.

La información es un recurso estupendo para la toma eficiente de las decisiones, desde hace años acudimos como sociedad a la presentación tardía de cifras de económicas que permitan advertir la conducta de la inflación, la capacidad de compra del ingreso y finalmente la redituabilidad de cualquier emprendimiento. El Banco Central de Venezuela no solamente deja de publicar oportunamente las cifras de inflación entre estas las del mes de septiembre, sino que lo publicado en agosto no guarda relación con la volatilidad sufrida en el mencionado mes.

Si a esto añadimos que aún existe silencio estadístico por parte del emisor en materia de información de producción real, aunque fueron expuestas cuatro trimestres de recuperación tomados al azar por el Presidente del Banco Central de Venezuela, los cuales no permanecen actualizados en el portal del Banco Central manteniéndose las cifras hasta el I trimestre de 2019, la posibilidad de estimar para tomar decisiones es cuando menos imposible de lograr, cifras de endeudamiento son de vital importancia para extrapolar la forma y manera en la cual se está financiando esta partida presupuestaria y en qué medida el Estado se encuentra en mora, extrapolándose de allí la posibilidad de contar con proporciones del deuda sobre PIB y evaluar la importancia de la misma en materia de su correlación con el vórtice de alta inflación.

Los únicos datos con los cuales cuenta el país y por motivos más que obvios, pues debe de reportarlos a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), son los de una menguada producción petrolera, la cual ha descendido en 57 mil barriles de petróleo para ubicarse en 666 mil de acuerdo a datos oficiales, la conducta descendente de las Reservas Internacionales hace cada vez más opaco el panorama de la sostenibilidad de las intervenciones cambiarias del BCV, las cuales superarían los 550 millones de dólares para hacerse cercanas a la estimación de un volumen de 1000 millones en este trimestre, para lograr contener el ascenso del tipo de cambio y financiar un gasto público corriente, que aún estando fragmentado pesa sobre la estructura de la economía.

Predecir es imposible, al menos en estos momentos de asimetría de información, de sesgos en la misma y por ende indicar cuál sería el destino de la economía es un acto de temeridad, aunque se citan datos de carácter macroeconómico provenientes de agencias de inteligencia financiera y hasta de organismos multilaterales, la realidad microeconómica es que en el país la canasta familiar se ubica en 347 dólares y los ciudadanos de la capital, se alimentan con alas de pollo como acceso a proteínas, harinas y carbohidratos, lo cual sostiene la tesis de que nuestro país es el segundo en prevalencia de hambre en el hemisferio. En tal sentido la idea única, torpe y falaz de la recuperación solo subyace en la ideología única, de una única verdad oficial que se empeña en sostener lo que a todas luces es una imposibilidad, puede existir una manipulada o cierta recuperación  macroeconómica pero sus efectos en el bienestar son técnicamente nulos.

Sin información y con el acceso a fuentes sesgadas, la posibilidad de que la economía funcione es absolutamente inviable, la confianza es la garantía de que la economía se conduzca por las vías de la funcionalidad, sin confianza, certidumbre y acceso a una información pública de calidad, con rendición de cuentas impera la entropía y la sociedad en su ámbito económico sencillamente no sabe operar.

Finalmente hoy más que nunca estamos a ciegas, con el único acceso basado en la información oficial, única y por naturaleza aviesa, que dan cuenta de una distopia lúdica que acalla el drama del mal comer, de la imposibilidad de educarse, de las falencias presupuestarias en los sectores educativos y salud, que desde ya se comienzan a tornar nimios, tolerables y aceptables esa es una realidad incontrovertible, el nihilismo como última frontera del control total de una hegemonía que no rinde cuentas, supongo que los datos de la recuperación manejados por el Fondo Monetario Internacional, serán usados por el régimen para convalidar su narrativa perversa y mentirosa de la recuperación, pero nadie aclara a este país extraviado entre el hambre y la tragedia de sobrevivir, que el régimen no rinde cuentas desde hace quince años y por ende las estimaciones del Fondo Monetario Internacional están plenas de impresiones y de sesgos que las hacen ser poco creíbles tanto por optimismo en el crecimiento económico, como por pesimismo en la inflación.

La información es una fuente de poder y este régimen totalitario se decantó por hegemonizarla, hacerla propia, así lo advertían durante los primeros años de estos lodos rojos, la hegemonía comunicacional, confunde, divide, glorifica y engaña, en tal sentido la desgarrada sociedad venezolana se encuentra dividida, engañada, confundida y sigue glorificando la imagen de un caudillo de cara pintada, erigido como vengador que terminó socavando todo a nuestro alrededor, en el medio de esta gran indeterminación gime una sociedad vaciada, entontecida y absolutamente extraviada.

A un pueblo no se le convence sino de aquello de que quiere convencerse. Miguel Unamuno.

 

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