¡Ay! ¡Ay! ¡Utopía, que alumbras los candiles del nuevo día! Joan Manuel Serrat
Esta tan adormecido el mundo de la política opositora, que es el mundo de la política que realmente me interesa, que hoy me permito, con la venia de quienes me leen, referirme a un tema, igualmente político, pero un tanto más personal.
Da pie a esta nota algunos comentarios y críticas a mi artículo de la semana pasada, −¿Facil,2024?−, pues a varias personas sorprendió y les lució un tanto pesimista. Para nada, no estoy en absoluto pesimista; es más, creo que el pesimismo no conduce a nada, aunque no se vea fácil, ni cerca, una salida a la oprobiosa situación en que vivimos precisamente por eso, no se puede ser pesimistas.
Las preguntas.
Entre los comentarios recibidos a mi artículo, están los de un amigo, quien vive en el exterior y me pregunta, sin “anestesia”, ni ambages: “Personalmente, ¿qué te emocionaría, entusiasmaría y motivaría, a ti?”. Naturalmente le respondí −siempre lo hago a quienes me comentan, interpelan o preguntan, aunque sea duramente, pero en quienes veo intención y deseo de profundizar−, y le aclaré en mi respuesta que dejaría de lado el tema de la “motivación”, pues creo estar bastante motivado, aunque lo dosifique; pero otra cosa es eso de qué me emocionaría y entusiasmaría, que creo tenerlo más claro.
Las respuestas.
De la respuesta al interrogante de mi amigo, cualesquiera de las que le describí, juntas o por separado, me entusiasmarían y emocionarían… por ejemplo:
*Que salgamos de la elección primaria con un candidato, con potencial de líder, al que todos consideremos que es un ser humano, como cualquier otro, lleno de defectos y con algunas virtudes, al que todos le daremos el beneficio de la duda, de que es capaz, honrado y honesto, para conducir al país a una campaña exitosa contra el régimen.
*Que los candidatos derrotados en la elección primaria conformen el Comando de Campaña del ganador, con el segundo que quedó, presidiéndolo, y que todos se lancen por el país a hacer campaña por conseguir votos para quien ganó, sin mezquindad ninguna.
*Que partidos, oenegés, “opinadores” y ciudadanos politizados, salgamos con el “Plan País” en la mano, consciente de que no contiene todo lo que nos gustaría, conscientes, también, que es documento perfectible, pero que puede ser la base de un programa alternativo para proponer a la gente y entusiasmarla a votar por el candidato unitario y construir, con base en ese programa imperfecto, un país diferente.
*Que todos los partidos y oenegés dedicadas a la política, salgan de la comodidad de sus teclados y redes sociales a recorrer las calles en los municipios, pueblos, ciudades y estados en donde cada uno es más fuerte, a entusiasmar a la gente a votar y convencerla de que es posible derrotar electoralmente al régimen y defender ese triunfo.
*Ver que los partidos publican en todas sus redes sociales y por todos sus medios disponibles, sus programas de formación y de profundización de sus doctrinas, dirigidos a sus militantes, especialmente a los más jóvenes.
*Que los partidos −apoyados en las oenegés y en los ciudadanos− convoquen a procesos internos de selección de sus lideres y autoridades, en todos los niveles de sus respectivas organizaciones y que veamos surgir de allí algunas caras nuevas y no solo las mismas que hemos visto en los últimos treinta años, o más.
*Que la Plataforma Unitaria termine de publicar su reglamento interno de funcionamiento y de toma de decisiones, para que pueda ser seguida y con trasparencia la lógica de sus decisiones.
Y así pudiera seguir, con un interminable listado de ¿utopías?, pero creo que las señaladas son suficientes.
Alguien me hizo también la observación de cómo salir de ese “…pesado retraso o adormecimiento opositor… [Ese que]… ve el venezolano común, el hombre de la calle, el ciudadano acogotado por la crisis… – ”Facil,2024? – y esa respuesta es más complicada.
Lo individual vs lo colectivo.
Sin adentrarme en complejas doctrinas económicas y consejos sobre políticas públicas, me sumerjo en cambio en las complicadas aguas filosóficas o psicológicas y comienzo por una formula simple: Como yo lo veo, la mayoría de las veces la solución a los problemas no es una respuesta, solamente individual. Es sin duda individual la decisión de enfrentar algunos problemas y sin la disposición individual, inicial, es imposible enfrentarse a muchos de los problemas del país. Pero la individual funciona como respuesta a los problemas estrictamente personales, de pareja o algunos familiares, no muchos. Pero, cuando un problema, como el que nos afecta en Venezuela, que es colectivo, social, que impacta a muchos, a millones, se pretende enfrentar de una manera individual, el problema difícilmente se resuelve, pues su dimensión y efectos nos superan individualmente; esa acción en solitario, aparte de ineficaz, en el mejor de los casos usualmente para lo que sirve es para tranquilizar la conciencia, pero no para resolver el problema.
Conclusión.
Probablemente esa concepción de enfrentar y tratar de resolver los problemas sociales y colectivos de manera individual, se debe a que la formación, la educación, la capacitación que nos permite enfrentar las cosas, es por lo general también individual; pero, como ya dije, usualmente, dada su magnitud, importancia y efectos, la solución de los problemas es colectiva, social y si no los enfrentamos así, es muy difícil que se resuelvan. A lo mejor nuestro problema individual lo resolvemos, pero todo lo demás seguirá igual y a la larga se nos devolverá y nos seguirá afectando; de lo que se trata es de resolver los problemas del país y de todos, de “nos-otros”.
También esa manera de encarar las cosas, probablemente, es un resultado de nuestra formación y educación excesivamente individualista; y quienes tuvieron formación religiosa, en nuestro país mayormente cristiana, católica, por una errada concepción de esa religión se exacerbó ese “sentimiento” individualista. Y, permítanme la digresión, incluso la “salvación” no es un acto individual; la muerte, que es el paso a ese más allá, preludio de la “salvación, en efecto usualmente nos sorprende solos, no en soledad, pero si individualmente, de allí probablemente esa concepción de “salvación individual”, pero, repito, ni siquiera ese es un acto individual.
Si queremos salir de esta ignominia, no podemos enfrentarla de manera individual, requiere del concurso de muchos, de todos. Y de esta manera concluyo y me disculpo por distraerlos, con un tema que me alejó algo del campo de la política, del cual usualmente me ocupo.