Escribir sobre Historia Contemporánea es lo más complicado que existe. Por qué los hechos están calientes y los actores vivos y en posiciones de poder o acechando al poder y es inevitable no involucrarnos. Eso de que el historiador es un observador objetivo de la realidad pasada o presente es una completa pamplinada. El historiador debe procurar ser comedido y respetuoso de las situaciones y personajes que estudia aunque es inevitable no sentir enojo o agrado por ellos. Incluso, sabiendo esto, nuestro inconsciente nos impone insospechadas palabras que queremos evitar para no contaminar el relato.
Referirnos a la Quinta República de Hugo Chávez Frías es hacerlo con enojo porque en ese período la Democracia en Venezuela empezó a dinamitarse y el protagonismo del Partido Militar socavó las bases del protagonismo civil en la conducción de la nación. Y los resultados al día de hoy son trágicos y desoladores: la destrucción de todo un país.
Diego Bautista Urbaneja, un académico muy respetado, acaba de publicar un libro: «Venezuela y sus Republicas» (2022) en dónde hace un repaso interesante y penetrante sobre la andadura histórica de Venezuela desde la Independencia hasta el momento presente. Y logra eso que nosotros no podemos hacer: un estudio ponderado y juicioso del tiempo pasado, y sobre todo, del tiempo presente, el más difícil de todos para abordar. Estas reflexiones histórico/historiográficas, en un momento de disipación nacional, son dignas de agradecer.
Bautista Urbaneja reivindica la continuidad del proyecto republicano y la periodización/cronología siguiente: Primera República (1830-1858); Segunda República (1870-1899); Tercera República (1909-1945); Cuarta República (1958-1989) y Quinta República (1999-2013). Cada uno de estos períodos con sus respectivas transiciones.
Al referirse a la Quinta República (1999-2013) la gran conclusión de Bautista Urbaneja es que el proyecto de la nueva Constitución del año 1999, apresurada y con apenas novedades respecto a sus predecesoras de los años 1947 y 1961, es que la misma fue sólo un pretexto para que Hugo Chávez Frías acumulara todo el poder personal en torno a sí mismo y su camarilla.
Chávez tenía que resolver tres problemas políticos: 1. Controlar los mandos militares superiores ya que como buen golpista sabía que de no hacerlo a él mismo le podrían dar un golpe de Estado, hecho éste que ocurrió en abril del año 2002. 2. Asegurar su reelección para el periodo presidencial inmediato; y 3. Cambiar la configuración del Parlamento haciendo prevalecer sus propios apoyos políticos.
La retórica ideológica de ésta Quinta República es ambigua y desordenada. Los principios republicanos se entremezclan con las tesis marxistoides más que marxistas y el discurso anti imperialista en contra de los Estados Unidos es más táctico que estratégico porque el petróleo nunca se les dejó de vender y ellos en comprarlo. El objetivo real siempre fue: «la acumulación de poder en un líder y su círculo».
El líder carismático. «Partiendo de la mayoría popular que se expresa en los comicios, se va penetrando progresivamente, y por cierto muy rápidamente, en el control político de todos los poderes públicos previstos por la Constitución. De esta forma no tardará mucho el líder en tener el dominio efectivo de todo el aparato institucional, así como el control de la mayoría numérica que lo respalda». El chavismo a su vez se dedicó a montar un Estado paralelo hecho a su medida y necesidad cuando las circunstancias no le favorecieron.
El Tribunal Supremo de Justicia y su Sala Constitucional siempre «interpretó» las leyes a conveniencia del líder supremo: violaciones a la ley «jurídicamente» maquilladas. El líder carismático también instrumentalizó el conflicto en detrimento del consenso para obtener victorias en las batallas en contra de sus adversarios y enemigos.
Economía. «El terreno de las reglas económicas está marcado por la incertidumbre. Los límites dentro de los cuales podrá moverse la economía privada estarán sujetos a ampliaciones o reducciones, según sea la voluntad política del mandatario nacional». En éste periodo el modelo rentista petrolero está en pleno auge y hay una gran bonanza, por la subida de los precios del barril, que permite coaptar las dinámicas del aparato productivo nacional desde el conflicto (Paro petrolero, 2002) y alcanzar protagonismo desde las fraternidades internacionales.
Cuba. Para Bautista Urbaneja, Cuba forma parte de la misma Quinta República. La franquicia cubana le fue vendida a Hugo Chávez con todo su paquete represivo y controlador de la vida social luego del año 2004 en que vence en el Referendo Revocatorio. La relación afectiva entre Fidel Castro y Hugo Chávez planea sobre un mismo objetivo político: el control social de Venezuela. Para Cuba, Venezuela le es útil como proveedor de petróleo y para Venezuela, Cuba le ayuda a vigilar a la sociedad venezolana, y muy especialmente, a los enemigos de la cúpula en el poder. «Si hubiera que poner las cosas en términos dilemáticos, más depende el régimen venezolano del cubano, que al revés. Si cae el cubano, lo hace el venezolano, pero no viceversa».
Esta Quinta República, entre los años 1999 y 2013, de discurso reivindicativo por lo popular aunque de prácticas autoritarias indudables llegaría a un final abrupto luego de la enfermedad y fallecimiento de Hugo Chávez. El año 2013 daría paso a una quinta transición hacia un terreno aún desconocido en que la cultura pluralista cada día se encuentra más cercenada y las aspiraciones a un retorno democrático lucen inciertas.
Historiador, Profesor de la Universidad del Zulia. Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ. Premio Nacional de Historia – @lombardiboscan