¿Cuánto vale un juez? Si de dignidad se trata, uno apelaría a la figura de la jueza María de Lourdes Afiuni que, en ese sentido, su caso fue emblemático; pues por aplicar justicia, Hugo Chávez la mandó presa, pero era que estaba de por medio su sangre: una de sus hijas engañada por un novio falso, que se hacía pasar por soltero, y era casado, un tal Eligio Cedeño, y por quien intermedió para que le dieran una importante remesa de dólares en la antigua Comisión Nacional de Distribución de Divisas; de modo que, al saberse la verdad, a propósito de su estado civil, Chávez se enfureció y lo mandó a poner preso. Incluso, el tercio fue tan inocente que, al saber que sonaba su nombre, para ser detenido, se presentó ante una autoridad, para saber si estaba solicitado y por qué delito: en efecto, el delito era que había engañado la hija del jefe de Estado, allí mismo fue mandado a detener, y enseguida se inició su proceso judicial, que dio lugar a que la jueza Afiuni considerara que en su caso no había delito, y le dio libertad; lo que le permitió al tercio volar hacia los EEUU; cosa que enfureció mucho más a Chávez, que mandó a poner presa a la jueza, con el argumento de que esta señora había sido comprada, y aquí volvemos a la pregunta inicial: ¿cuánto vale un juez? A Chávez se le metió en la cabeza eso; aun cuando nunca se presentaron pruebas de delito de soborno, que sería en este caso. Así se trataba de una presa sentimental, y su estadía en la prisión fue muy tormentosa; estando de por medio un despecho de padre estafado; lo que conmovió mucho la opinión pública de la época. La circunstancia es que, desde esta perspectiva, uno observa que la justicia en este país funciona al revés. Porque hay hechos de casos de jueces, donde se ha sospechado que hay un maletín lleno de dólares de por medio.
Cierto, se trata de una pregunta que viene desde la misma época de la República civil; que se utilizó como título de un libro de mi colega William Ojeda, y que dio lugar a que se le demandara, y se le llevara preso, acusado de difamación; pero eso era cuando la justicia en este país no se había satanizado o, mejor dicho, no había perdido su institucionalidad, para transformarse hoy en día en un aparato de terror; empezando por lo que sucedió con los comisarios Lázaro Forero, Iván Simonovis y Henry Vivas, que fueron sentenciados a 30 años de prisión un viernes de mayo de 2010; por la misma época en la que Chávez se ensañó contra la jueza Afiuni, y que llevó al entonces cardenal Jorge Urosa Sabino, a considerar que se había producido un “viernes negro” de la justicia venezolana. En ese sentido, uno está en el estado de libertad condicional.
Por supuesto, fue patético el reciente caso de una jueza de Apure que mueve a sospechas, en cuanto a su actuación; teniendo presente que le quitó el poder de la posesión de los hijos a una madre, a favor del padre, según trascendió, de origen árabe y con mucho dinero, un empresario de la región; a quien la señora le había pedido el divorcio. Eso no ocurre normalmente en Venezuela; ya que el varón venezolano no se esmera mucho por la crianza de los hijos, como sí la madre, en ese sentido, incluso, se habla que más que machista el hombre venezolano es matrifocal; cosas de psicoanalistas; la circunstancia es que sí se observa este tipo de arrebatón de los hijos a las madres, por parte del padre, con la gente de esta nacionalidad e, incluso, hay una película que desarrolla la zaga de una estadounidense, que había estado casada con un árabe; de quien se había separado, pero a cambio de perder la posesión de los hijos, y quienes vivían con él en su país de origen; zaga, por supuesto, que concluye con el rescate de los hijos por parte de la madre, a propósito de toda una hazaña, que no viene al caso contar; pero que refleja esta situación. He allí lo que dio pié, para que aquel niño de nombre Elián González, quien había sido rescatado de un naufragio de un bote; donde venía con su madre, que murió ahogada en el accidente: huían de Cuba, junto a otras personas, y fue encontrado el niño flotando en una de las maderas del bote, que habían quedado en la superficie del mar, y pasó a vivir con un tío abuelo, que se hizo cargo suyo, una vez que se residenció en los EEUU; para que fuera devuelto a su padre en Cuba, tan pronto éste, por presiones de Fidel Castro, reclama su custodia, a pesar de la indignación del mundo entero. El hecho es que el gobierno de Bill Clinton, según se interpretó en el momento, quería dar el ejemplo con esta acción, partiendo de la circunstancia, de que hay muchas madres estadounidenses que, habiendo sido esposas de un señor de nacionalidad árabe, una vez que han decidido separarse de ellos, pierden la custodia de sus hijos, como en el caso de la película, y esto porque esa custodia constituye un derecho natural, es decir, los hijos son de la mujer, y que fue lo que motivó a que viéramos un espectáculo en un juzgado de Apure de gente amotinada, que quería linchar a la jueza, que había emitido tal veredicto, entre ellos, la primera dama del estado Apure.
Lo mismo que sucede con el caso de un vecino mío, cuyo hijo era socio de un cuñado en una empresa, que le presta servicios a Pdvsa. Él vive en los EEUU y, entre tanto, su cuñado fue absorbido por la Pdvsa chavista; le colocaron a un abogado experto en tramas legales a un lado, que lo indujo a que despojara al otro de su capital accionario, que hasta entonces era de 30%; se lo redujeron a 1%, con motivo de una supuesta asamblea de accionistas, que no contó con su presencia, por lo que le fue forjada su firma, y que pudo demostrar, una vez que intenta una demanda contra su cuñado; ya que su pasaporte prueba que no tiene entrada de regreso al país; es de suponer, en consecuencia, que tenía el caso ganado; no, a última hora, la jueza que lo arbitraba solicitó un permiso de ausencia, y la sustituyó un juez, que congeló el proceso; por lo que a la empresa se le dio luz verde, para que siguiera operando. Dice uno: ¿a cuenta de qué se le despoja a este señor? Además: ¿hubo un maletín lleno de dólares aquí?