Pero caen las cosas a nuestro paso.
Y nos recuerdan que es inútil que toquemos esa puerta,
que nos detengamos ante ese espejo como ante esa puerta,
que abramos ese armario,
que nos detengamos ante ese espejo como ante un lago seco,
y que reclinemos en la almohada
nuestra pobreza de inconfesables odios.
Estos siete versos son los primeros de un extenso poema de José Ramón Medina (1920-2010) titulado Prosa de los días. La melodía que se escucha en la arrancada, no cede en su recorrido: más de 140 versos de una voz honda y sosegada. En febrero de 2019 publiqué el poema en estas páginas. Y, a pesar de ello, de haber tenido espacio suficiente, lo hubiese ofrecido nuevamente hoy a los lectores (se encuentra fácilmente en la web; si alguien quisiera que se lo envíe, basta con que me escriba a este correo).
Digo más: el que haya sido un ciudadano de tan destacada trayectoria pública –abogado y Doctor en Ciencias Sociales, parlamentario, embajador, presidente de la Corte Suprema de Justicia, Fiscal General de la República, Contralor General de la República, Director de El Nacional, Director de la revista Schell, Individuo de Número de la Academia de la Lengua, fundador y presidente de la Biblioteca Ayacucho y tantas cosas más- probablemente nos incita a olvidar la que fue la más querida, entre sus facetas de hombre diverso: la de escritor, poeta, ensayista, historiador de la literatura, biógrafo, autor de antologías, que en 1960 fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura. Con textos de Fernando Paz Castillo, Guillermo Sucre, Juan Liscano, Sergio Dahbar y Ramón Guillermo Aveledo -y uno suyo, breve ensayo sobre Vicente Gerbasi- le recordamos en sus dos grandes dimensiones: el escritor y el servidor público. Páginas 1 a la 6.
Páginas 7 y 8: están dedicadas a Elisa Lerner. Trae la crónica de Daniela Gamus, quien formó parte de un proyecto surgido en el seno del taller literario conducido por la periodista y narradora Milagros Socorro. María Eugenia Seijas, Félix Seijas, Marisol Chumaceiro, Gisela Capellin, Paula Russa, Daniela Gamus, María Yolanda García, Aymara Lorenzo y Nattalie Cortez, organizaron lecturas dramatizadas de 6 obras de teatro de Lerner, dirigidas por Neko Sadel. Fueron filmadas y convertidas en 6 cortometrajes (están disponibles en YouTube). El material producido por Gamus tiene un especialísimo valor: recoge los comentarios de Lerner sobre sus propios textos dramatúrgicos y sobre los cortometrajes. Además de la crónica de Gamus, publicamos aquí 30 breves de Sin orden ni concierto (Fundación Para la Cultura Urbana, 2022) el más reciente libro publicado por Lerner. Copio los tres primeros, bocados de los casi 600 que contiene el libro:
1- «La danza de pájaro de la silenciosa bailarina lleva la curación del mundo en la levedad de plumas de sus movimientos», dijo un amante de los espectáculos de arte.
2- «La conciencia produce las mismas molestias que las picadas de zancudo propias de nuestro poco afable trópico», dijo una periodista tenida por insobornable.
3- «¡Ah, las escaleras sin concluir de los laberintos!», dijo el arquitecto desesperado. Y así.
Luis Roncayolo nos ofrece una lectura de la serie de Amazon, “Los anillos del poder”, basada en el clásico de John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973), El señor de los anillos. Debo anotar aquí que Roncayolo me envío hace dos días una versión actualizada de su texto -puesto que la serie en Amazon ya alcanzó su capítulo final-, pero no tuvimos tiempo de hacer el cambio de material. Sin embargo, esto no disminuye el valor de su texto. Viviana García Hoyos, por su parte, escribe sobre Cacería de niños, de la elogiada escritora japonesa Taeko Kono (1926-2015). Comparten las páginas 9 y 10.
11 y 12: páginas dedicadas a las artes visuales. Cuatro textos: (1) Ruth Auerbach presenta a la joven artista Génesis Alayón, cuya primera exposición individual, “La Villa: superficie vulnerable” permanece abierta en la Beatriz Gil Galería (“Con su ultimo cuerpo de trabajo, la noción de desplazamiento nos devuelve la esencia de una experiencia en primera persona: redescubrir el entorno como el “lugar de pertenencia”, en una movilización que se articula desde el recuerdo fragmentado de un territorio transfigurado por la ausencia”); (2) Víctor Guédez escribe sobre el artista yanomami Sheroanawe Hakihiiwe (“En nuestro artista habita el acercamiento natural a la naturaleza primordial o a lo primordial de la naturaleza sin ningún interés de diferenciar lo que es sustantivo o adjetivo. Y lo interesante es que, simultáneamente, con esa manera de habitar su territorialidad, él habilita la capacidad de convertir esa conducta en la escalada de una redimensión mística con la flora y la fauna así como con las costumbres y tradiciones de su contexto amazónico”; (3) Romain Nadal, embajador de Francia en Venezuela, comenta, a propósito del próximo centenario de Jesús Soto (1923-2005), la exposición curada por Tahía Rivero, que está en el Cubo Negro, urbanización Chuao, en Caracas: “Jesús Soto fue un artista venezolano porque hasta su último soplo recordó el río de su infancia en Ciudad Bolívar, y porque ha llevado en alto el color y la musicalidad tan venezolana de su obra a lo largo y a lo ancho del mundo”; (4) Lorena González Inneco reflexiona sobre Layers, exposición de Frank Beaufrand: “Layers es un proyecto desarrollado por el artista Frank Beaufrand en colaboración con Aarón Martínez desde el año 2019. En su esencia, la estructura corresponde formal y conceptualmente a ese nudo de preocupaciones bartheanas en torno al retrato como un agolpamiento sorprendente, cohabitado por una compleja multiplicidad de superficies que tienen lugar en un breve instante”.
Quiero despedir aquí a Ana María Matute: periodista, editora incansable, profesional que no tomaba atajos, íntegra ciudadana que tanto dio a El Nacional de estos difíciles años. Falleció el miércoles 16 de noviembre. Los columnistas de la sección de opinión saben a lo que me refiero: desbordaba gentileza y deseos de cumplir con sus responsabilidades. De hecho, trabajó hasta el límite de sus fuerzas. Digna, persona que merece nuestros buenos recuerdos. Alguien cuya ausencia alcanzará a todos los que la conocimos.
riveranelsonrivera@gmail.com