El planteamiento de la acuciosa lectora es muy pertinente. Quiere saber de dónde deriva el señalamiento de los dirigentes del ‘proceso bolivariano’ puesto a andar desde 1999 y según el cual “esta es una revolución pacífica, pero armada”. ¿Qué es entonces una revolución? ¿Dónde, en cuál sociedad, ha habido revoluciones pacíficas?
¿Cómo se compagina eso de la paz con la guerra-violencia en una ‘revolución’ que dice ser heredera del 4F-89, del levantamiento cívico del 27F-89 y de la lucha armada que se inicia en la década de los 60’? Cada uno de estos eventos dejó una cuota importante de mundo muerto a manos del aparato violento del Estado que maneja el disparo pólvora, hambre, necesidades en general y desesperación.
De la venganza y el vengador
Pero la propia descomposición política, militar, social, impulsa el nacimiento, en términos del positivismo más elemental, la figura de un “vengador”. Un caudillo síntesis de la escuela tradicional que viene con la misión de renovar esta realidad, aunque fuese en su forma. Se copia, ahora sí, lo que quiso hacer la lucha armada de los 60’: el socialismo-comunismo positivista cubano.
Queda claro entonces que no se puede compaginar paz con violencia. En este campo la torpeza y simplicidad ideológica y de pensamiento, llega hasta esta tesis: ‘Si quieres alcanzar la paz, comienza por aplicar la violencia’. Se cree aplicar la dialéctica materialista, su lucha de contrarios, y la lucha de clases como motor de la historia. Y con este proceder ¿puede hacerse una revolución entendida como transformación radical, ruptura total del orden existente y sustituirlo por ‘su contrario dialéctico proletario’?
La violencia no ha alcanzado triunfo dialéctico alguno
Sin embargo, la violencia, con su inmenso legado de mundo muerto a lo largo de las llamadas experiencias revolucionarias, lejos de alcanzar el ‘triunfo dialéctico’, dirigido a implantar un nuevo orden, ha conducido a realidades en las que persisten y aumentan todos los males en comparación con el pasado.
La violencia no cambia esta realidad
Necesario por tanto recordar que la historia de lo que hasta el momento se conoce como humanidad, está signada por una violencia ejercida como arma para mantener esta realidad, que no ha cambiado en términos de dialéctica y revolución. Queda claro en este compendio de tragedia, que lo real permanente ha sido y es la violencia dé y para la destrucción de todo lo humano.
De hecho, la propiedad crea su muro violento de defensa de sus intereses a niveles institucionales, lo que garantiza la permanencia-continuación del binomio propiedad-violencia. Y ante este cuadro real-total nadie puede dudar a estas alturas, de la primacía de la violencia en el control social de esta llamada humanidad.
Donde mora el hombre-propiedad está establecida la violencia
Esto significa que donde mora el hombre-propiedad está la violencia-fuerza-seguridad establecida por los dueños que colocan a los desheredados y hambrientos en plan de atacantes inminentes o potenciales de sus permanencias. De esta manera justifican su maquinaria de armas legalmente acordada por el Estado, para impedir cualquier violación al status social consagrado.
La brecha insaciable entre el poder y quienes nada poseen
Se establece así una instancia de violencia que, en todo el curso de la historia del hombre, mantiene una brecha insaciable entre el poder y quienes nada poseen, obligados a sobrevivir a expensas de sí mismos. Sólo el capital puede asumir la condición de productor. Allí coloca sus recursos para comprar la capacidad de trabajo de quienes están obligados por su pobreza a procurarse algún medio de sobrevivencia.
Los sometidos son estigmatizados como portadores de una “violencia natural”
Y si no se somete a esta posibilidad lo recibirá la muerte antes del cumplimiento de la condena que pesa sobre el pobre y desheredado, que la propiedad estigmatiza como portadores de una “violencia natural”, propia materialmente de la animalidad que debe ser siempre vigilada y controlada.
Este es entonces un pobre mundo muerto. En las mayorías atacadas, pobres y pisoteadas sólo nace un intento de gente acompañada de la muerte inmediata. Porque la vida es sólo para quien la pueda comprar y mantener. Y, sin embargo, ‘legalmente’ está establecido que a lo largo de este mundo muerto hay justicia, igualdad y la paz impuesta por la propiedad.
Las guerras a nivel mundial son el camino elegido para extender los imperios
Y las guerras a nivel mundial son el camino escogido por el centro élite-burocrático para extender un imperio y en cuyo proceso se cuenta con los millones que nada tienen, para empuñar las armas de una causa que en nada les pertenece. Actúan simplemente como pobre gente muerta al servicio de una empresa con intención y planes imperiales.
Hoy como ayer está planteada una ‘sucesión imperial’. El más fuerte debe imponerse ‘pacíficamente’, pero si se cierra ese camino se utilizará el contingente muerto para sembrar más muertes. Y si este mundo no detiene su producción de muerte violenta, nuestro ex país, lamentable y dolorosamente, avanza cada día en dirección al puesto de muy buen contribuyente.
Sancho ¿Será posible llegar a entender que sólo la fuerza, decisión y conciencia de la pobre gente muerta puede forjar un mundo dé y para la vida?
@ABlancoMunoz