La lucha en contra de Hugo Chávez se inició por sus medidas para imponer gradualmente un régimen controlador de todos los sectores de la vida nacional. En el 2001, la Asamblea de Educación convocó protestas ante la indebida injerencia del gobierno en la educación de nuestros hijos. Ese mismo año, la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) denunció el intento de apoderarse de esa central obrera y Fedecámaras rechazó la aprobación por decreto de 49 leyes, varias de ellas violatorias de la Constitución. En febrero del 2002, los petroleros iniciamos protestas en defensa de la meritocracia en Pdvsa, y el 4 de abril comenzamos un paro al cual se sumaron el día 9 la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV) , Fedecámaras y la sociedad civil. La gran marcha del 11 de abril y la masacre propiciada por Chávez culminó con su renuncia, a petición de la Fuerza Armada. Después de su restitución por los militares, pidió perdón y prometió enmendarse. Al poco tiempo volvió a las andadas. La lucha por la democracia tenía que continuar.
La semana pasada, hace 20 años, la CTV, Fedecámaras, los partidos políticos y organizaciones de la sociedad civil integrantes de la Coordinadora Democrática decidieron convocar un paro cívico. Gente del Petróleo y Unapetrol, creadas unos meses antes, no convocaron, pero por decisión individual miles de trabajadores petroleros se sumaron al mismo. El gobierno tuvo que ceder. Firmó un Acuerdo aceptando la realización de un referendo para decidir sobre la permanencia del presidente, efectuar elecciones libres, con árbitro nombrado de acuerdo a la Constitución, independencia de los poderes, respeto a los derechos humanos, libertad de expresión y que la policía no sería utilizada para represión arbitraria o desproporcionada, ni para ejecutar acciones que impliquen intolerancia política.
Es decir, el paro cívico obtuvo resultados. El gobierno se burló del Acuerdo y los garantes internacionales guardaron silencio. Casi 23.000 petroleros, también otros trabajadores del sector público, fueron despedidos ilegalmente y muchos empresarios perdieron sus bienes. Pueden decir, como Francisco I después de la batalla de Pavia: hemos perdido todo, menos el honor. Algunos políticos y opinadores criticaron el paro porque no logró sacar a Chávez. Incluso predicaron que “los petroleros han debido permanecer en sus cargos para no entregarle Pdvsa al gobierno”. Eso hubiese sido no solo complicidad, sino una idiotez ya que, como reconoció Chávez, esa “colina que era Pdvsa había que tomarla”. La democracia hay que predicarla, practicarla y defenderla.
La lucha cívica continuó, con lamentable saldo de cientos de ciudadanos asesinados durante las protestas pacíficas, encarcelamientos, torturas y exilio. Hoy, más de siete millones de compatriotas deambulan por zonas inhóspitas en busca de refugio en otros países.
En cada elección presidencial el régimen realizó su trabajo sucio con la complicidad del Consejo Nacional Electoral, del sistema judicial, del Alto Mando militar, de sus paramilitares rojos y con el apoyo de la Cuba castrista. Nuestros partidos políticos hicieron un gran esfuerzo y lograron presentar un candidato único en las elecciones presidenciales, no así en las regionales. Sin embargo, fallaron al dejar entre en 20 y un 30 por ciento de la Mesas electorales sin testigos. Allí fue donde el régimen hizo las trampas más relevantes.
Estos años de lucha en contra del régimen de Chávez-Maduro son testimonio de que no nos hemos rendido. Lamentablemente, también hemos emprendido una lucha suicida entre los demócratas. Las más de las veces descalificamos sin base a nuestra dirigencia. Cierto que ha cometido errores y que, por alguna razón, no ha logrado conectarse con el resto de los ciudadanos. Sin embargo, agredirlos por ignorancia o mala fe, por no haber logrado el objetivo de salir del régimen usurpador es injusto. Estas agresiones se producen tanto de parte del sector político, como del resto de la sociedad civil. Desde luego que sí son colaboracionistas los miembros de partidos de maletín impuestos por los tribunales.
Nadie tiene una llave mágica para abrir la puerta de la democracia. Se entiende que existan voces que se opongan a la negociación en México, que no simpaticen con nuestros delegados o que critiquen las primeras medidas acordadas. Lo que es insensato es lanzar epítetos desconsiderados, sin hacer propuestas alternativas viables. Pareciera que algunos no se percatan de que están colaborando con el régimen al sembrar dudas. Dirigentes y militantes de algunos partidos y de organizaciones de la sociedad civil deberían reflexionar al respecto. Ojalá se pregunten en cuánto están contribuyendo a que las encuestas reflejen poca aceptación de los dirigentes demócratas, a pesar del gran rechazo a Maduro. Cabe recordar que, después del golpe de Estado de 1948, Betancourt escribió que, durante el trienio 1945-1948 existió una guerra civil incruenta entre los partidos y una manera casi bestial de embestirnos mutuamente.
Seguimos con esperanza. Las primarias avanzan bajo la dirección de un equipo inobjetable. También hay un grupo de ciudadanos promoviendo la vía del consenso. Lo de México es impredecible, pero confiamos que la presión internacional obligue a Maduro a realizar una elección en condiciones aceptables. Aunque no se logre, debemos votar como instrumento de lucha y los partidos garantizar testigos bien formados en todas las Mesas. Si hay otra opción viable, bienvenida. Procuremos sumar y multiplicar, no restar y, mucho menos, dividir. En la segunda Guerra Púnica, el cartaginés Aníbal no perdió la decisiva batalla de Zama por los placeres disfrutados en Capua, sino porque el romano Escipión organizó a su ejército y pactó con antiguos enemigos
Como (había) en botica: El chantajista Maduro declaró que solo habrá elecciones libres si eliminan todas las sanciones. Las que más les preocupan a los rojos son las sanciones personales, unas por narcotráfico y otras por violaciones a los derechos humanos. Lamentamos el fallecimiento de Antonio Mata Flores, compañero de Gente del Petróleo y de Unapetrol ¡ No más prisioneros políticos, ni exiliados!
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