Gregorio Salazar: Veintidós años de debacle

Compartir

 

En pleno furor capitalista del llamado Socialismo del Siglo XXI Venezuela llega a la antesala del 2023 con pésimas expectativas económicas, nuevamente inflacionarias y sin poder despejar los niveles de incertidumbre de años recientes.

Pese al fanfarrón discurso oficial, lo que ha subido «como un cohete» durante el último mes y medio no ha sido la economía, como lo cacareaba Maduro hasta hace poco, sino el precio del dólar, próximo a romper la barrera de los veinte bolívares.

Hace tres meses el salario mínimo venezolano, estimado en unos 15 dólares mensuales, era el más bajo de la región y el cuarto más bajo del mundo y hasta el mes de junio sólo alcanzaba a cubrir el 5 % de la canasta alimentaria, calculada en 477, 52 dólares por el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros, (Cendas-FAVM).

Ahora que se ha producido esta nueva escalada de la «criminal» divisa norteamericana es fácil imaginar cómo se alejará el acceso no solamente a alimentos, medicinas y la asistencia a la salud, sino de otras necesidades básicas para los trabajadores y sus familias. ¿A quién puede extrañar que los venezolanos abandonen en masa, cerca de 7 millones según las últimas estimaciones, su país?
No hay claridad en hacia dónde va la atolondrada política económica del régimen, proclamada socialista y antiimperialista, que dice querer proteger el bolívar, pero al mismo tiempo regula 27 productos básicos en dólares. No se cuenta con datos oficiales sobre el comportamiento de la economía, a lo cual está obligado a informar el BCV, y no puede haber mayor opacidad sobre el presupuesto para el próximo año que sin duda será despachado en un dos por tres por la postrada Asamblea Nacional.

A despecho de ello, no sería descabellado imaginar que Maduro tratará de mantener inflada la burbuja propagandística del «Venezuela se arregló», exhibiendo como la fachada de ello la inauguración de bodegones, la proliferación de casinos, antes barridos del mapa con la consecuente pérdida de miles de empleos y que ahora han invadido hasta los predios del «23 de Enero», lo mismo que los centros de apuestas en dólares en los principales hipódromos norteamericanos desde cualquier tasca de cualquier recoveco de la ciudad.

Curiosa esta voltereta de un régimen que llegó pregonando su rechazo a los juegos de envite y azar, acabó con la transmisión de las carreras de caballo, envió a su casa al mismísimo Aly Khan, como lo refiriera éste en su momento, y ahora se apropia de la figura del famoso narrador hípico y explota a más y mejor su imagen en el propio coso de La Rinconada. Manipulan con esa parte del pasado, convertida ahora en circo sin pan.

No se vislumbran fórmula de acuerdo en la sociedad venezolana ni en lo político ni en lo económico, campos en que la credibilidad de la cúpula en el poder, pero también de los sectores de oposición, están en márgenes sumamente disminuidos. Mientras no haya posibilidad de diálogo abierto y confiable no habrá posibilidad de buenas noticias para Venezuela.

En términos de acuerdos en la región latinoamericana, valga la pena señalar dos que pueden ser referencia para la sociedad venezolana. El acuerdo partidista en Chile para acometer la discusión sobre un nuevo proyecto de Constitución, tras un primer rechazo refrendario, y el acuerdo nacional en Colombia para aumentar el salario mínimo (16%), tras el diálogo entre empresarios, trabajadores y gobierno. Equivaldrá a unos 242 dólares a la paridad con el peso colombiano. ¡Qué meta tan lejana para nuestro pueblo!

En esa concepción exclusivista del ejercicio del poder con prescindencia de todos aquellos actores que no se subordinan incondicionalmente al «proyecto» sigue estando el epicentro de la gran debacle nacional de los últimos veintidós años.

Periodista. Exsecretario general del SNTP – @goyosalazar

 

Traducción »