La situación por la que atravesamos les sucede a los países socialistas que copiaron el fracaso cubano y lo impusieron como éxito en Venezuela, entendiendo el éxito como el mecanismo de pobreza y miseria a propósito de la receta ya probada de control social por hambre.
La revolución se acompaña de una sustitución de valores en la sociedad, de la abundancia a la pobreza, y las festividades de abundancia terminaron en tristeza por pobreza, pero tratan de lograr su objetivo.
La Navidad es la gente, no las cosas; su objetivo, la vibración de buenos y bonitos sentimientos por los demás, es la conversación amena, el abrazo sincero, la cena como la comunión de lo poquito que tengamos compartido con nuestros seres queridos como les correspondió a José y María, o a Jesús en su última cena; eso sí, sin resignación.
La vergonzosa revolución se anota una navidad con la mayor pobreza vivida por sus ciudadanos, donde por lo menos 7 millones 500 mil venezolanos el 24 de diciembre se comunicarán con 14 millones de seres queridos, todo gracias a las políticas implementadas que desembocaron en un éxodo que Venezuela en toda su historia nunca conoció.
El venezolano está claro y sabe que nuestro problema no es una mafia en el estado de la Florida que impone el precio del dólar, no. El ciudadano sabe que son las decisiones que el Gobierno toma en materia económica las que nos traen a esta desgracia, y por ello considera en un 57 % que en la mesa de diálogo se debe hablar como prioridad del tema económico.
En ello el ciudadano tiene razón.
¿Cuántas fábricas se han abierto? Bodegones y restaurantes, de cada 10 que se abren se cierran 4; se desarrolla un país con producción y no existe financiamiento para estas actividades.
La revolución establece mecanismos nada transparentes en sus políticas, por ejemplo el caso de la llamada intervención del BCV en la fijación del precio del dólar oficial y a quienes se lo entrega.
El BCV les ofrece a los bancos la cantidad de dólares que les venderá, cada banco solicita una cantidad de dólares que les compra al BCV en bolívares, éste a su vez se los envía en efectivo, el BCV le establece un tope al ciudadano, persona natural de la cantidad que puede comprar en dólares, diaria y anual, que siempre será la menor cantidad de dólares ofrecidos para la venta, ya que la mayor cantidad será para sus clientes llamados VIP, y personas allegadas, “enchufados”.
Si una empresa no logró comprar dólares por este mecanismo, los saldrá a buscar en el mercado paralelo.
Lo transparente es que el BCV publique cuantos dólares está vendiéndoles a los bancos, estos bancos tampoco publican a quienes les venden sus dólares ¿A cuáles empresas les vendió? ¿A qué clientes VIP? ¿A qué personas naturales, sean ciudadanos comunes o enchufados?
En consecuencia, ¿cuál es la prioridad del sector económico a financiar?
La revolución, con la intervención del Estado en toda la actividad económica y ciudadana privilegió a sus contactos para hacer el negocio que se desprende del Estado, un negocio personal.
¿Cuándo se entregaban códigos para el paso de mercancías de Colombia a Venezuela, se sabía si eran empresas o personas naturales? No. ¿Se tendrá acceso libre a la importación? Creo que no.
Así llegamos a una navidad menguada, empobrecida, sin hallacas, en la mayoría de hogares, y un único responsable: La revolución socialista, los que la dirigen y sostienen.
No obstante los “grinchs” que odian la Navidad, hagamos de ella un encuentro de familiares y amigos, de palabras que alimenten nuestro espíritu, desde la humildad de lo poco que compartiremos en nuestras mesas el compromiso mayor de que esta circunstancia por la que atravesamos debemos cambiarla, nuestra miseria es proporcional a la riqueza del grupito que está en el poder.
Feliz Navidad y Lucha en el 2023