Después de cuatro (4) años del ejercicio de un gobierno inexistente, salvo para un famoso medio de comunicación y por razones obvias, concluye uno de los ejercicios políticos más inútiles que hayamos visto en los últimos 60 años.
Lo peor para caracterizar este período político, ejercido por un «accidente» político llamado Juan Gerardo Guaidó, es que su gestión fue absoluta y totalmente inocua. La Santa Biblia señala a los cristianos de que no debemos ser «agua tibia».
En política podemos tener un ejercicio anónimo, pero no «inactivo». Si hacemos una consulta lo único que recuerda la gente es el escándalo de Cúcuta, donde uno de sus voceros protagonizó un capítulo con el resultado de una persona muerta.
La caravana con alimentos para Venezuela que nunca llegó. El dinero recogido del evento que nunca se explicó. La dispendiosa vida que en Bogotá se daban diputados y una famosa diputada, fiestas, alcohol y rumba. El contralor que nunca controló. El procurador que perdió todos los juicios. La vergüenza de lo sucedido en Monómeros, aun con muchas lagunas e igual lo de Citgo. Las fundaciones, en manos de gente cercana al matrimonio López.
Apenas podemos mencionar unos pocos eventos, amén de la abultada cifra de empleados, periodistas y financiamiento de medios y de Zares de los portales de noticias, que, gracias a los millones de dólares manejados, aún se mantienen «leales».
Embajadores y funcionarios que también fueron comentarios y otros que guardaron silencio ante la poca ayuda y asistencia a los siete millones de venezolanos en huida.
Yo como muchos lo apoye. Pronto me percate de su naturaleza: Títere de intereses económicos y políticos. Otros callaron y apoyaron.
«Beodos» con cargos en el exterior. De la noche a la mañana consultores políticos que en su región no han ganado una elección y fueron pésimos dirigentes universitarios.
Un aspecto triste de la llamada «era Guaidó2, fue la prematura contaminación de un liderazgo juvenil que prometía y que lamentablemente culminó con ejecutorias tan mediocres y dañinas como sus antecesores dirigentes políticos de los 40 y de la 5ta.
Tristeza da ver el caso de un ex presidente de la FCU de la UCV. Su «desdobles» política es peor a la de aquel que hablaba de que «a veces hay que doblarse para no romperse».
Muy pocos conservaron el perfil.
El fracaso del 30 de abril, donde se señala la desaparición del financiamiento para «convencer» al mundo militar de sumarse. Uno, pudo ver reflejado esa inversión. El resto quedó al margen. El entonces presidente Trump se alejó de su pupilo Guaidó, que fue uno de los primeros en sumarse a los apoyos al presidente Biden, casi que supera al presidente inglés.
Guaidó lo tuvo todo para construir la Venezuela que pulverizó Chávez y ha continuado Nicolás. Luego de su extenso periodo, casi cinco años, estamos más lejos de la libertad.
¿Las naciones poderosas lo apoyan?
No todas y todos los que lo hacen es por pura retórica diplomática. Sin embargo, el problema no es que lo apoyen cuarenta (40) presidentes (creo que ya unos 20 no lo hacen como antes). El asunto es que lo apoye el pueblo venezolano y eso desde hace tiempo no ocurre. El 90% de las encuestas realizadas le otorgan un rechazo similar al de Nicolás y eso es muy grave.
Lo más triste de Guaidó
Escuchar sus ataques en defensa de su anhelada «permanencia». «Lo hacen para ponerle la mano a los recursos en el exterior”, para liberar a Saab. ha dicho… Argumentos falaces, por una razón muy evidente: El primer beneficiado con el ejercicio de Guaidó es Nicolás Maduro.
Si Guaidó representará un obstáculo, un problema al ejercicio de Nicolás, desde hace mucho estaría preso de verdad. Digo de “verdad”, porque el 90% de los encontronazos que dijo tener está comprobado que fueron “falsos positivos” y no voy a abundar en detalles.
En La Guaira recientemente acusó de vivir una «dictadura» y era cómico escucharlo. ¿Qué dictadura permite que a través de los medios se le acuse en un estadio?