Ante el clima que prevalece en la mente de los venezolanos es imprescindible hacer un esfuerzo mayúsculo, el cual consiste en hacer un ejercicio de vernos a nosotros mismos, vernos en el espejo que recomienda desde su sabiduría ancestral mi hermana Magaly Egui, desde Sanarte, sencillo: toma un espejo y trata de verte más allá del material aparente, tu carne y huesos, trata de ver y busca un sentido.
También Michael Jackson no los propuso en su insuperable “Man in the mirror” (Hombre en el espejo) más que una canción es un gemido sublime donde se suplica a él mismo:
Veo los niños en la calle sin nada que comer
¿Quién soy yo para estar ciego?
Pretendiendo no ver sus necesidades
estoy empezando con el hombre en el espejo
y ningún mensaje podría haber sido más claro
le estoy pidiendo que cambie su manera de ser
echa un vistazo a sí mismo y luego haz un cambio
al corazón roto de alguien y sueños descoloridos.
Estoy empezando con el hombre en sí mismo.
debes hacerlo mientras tengas tiempo.
Párate, levántate, ahora, hombre en el espejo
ve a hacer que ese cambio venga hombre en el espejo
Tenemos un desafío enfrente, tomar cualquier elemento filoso y cortar nuestro nexo con esa materia o placenta que nos ha amamantado por mucho tiempo. El petróleo nos ayudó a resolver muchas necesidades materiales, construimos escuelas, hospitales, autopistas; pero también nos dejó un legado lúgubre. Una sombría circunstancia que osadamente he bautizado como “la ética rentista”, algo inmaterial pero que nos ha conformado como sujetos de nuestra propia historia. Una ética o manera de ser que nos ha manejado torpemente desechando las oportunidades de vernos a nosotros mismos, de alimentar sueños, tener aspiraciones, luchar para lograr y no esperar a que las aspiraciones sean resueltas para alguien o algo que nos obliga a ceder una parte de nuestro espíritu, de nuestra voluntad, del valor único del ser humano como es su capacidad de cambiarnos a nosotros mismos.
Como dice Albert Einstein: Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad humana.