La estabilidad cambiaria de Venezuela flaquea y el bolívar, según el BCV, se ha depreciado en más de un 70 por ciento. Aunque ha habido una desactivación de los precios, la inflación es bastante elevada y en espiral; su tasa interanual o acumulada es equivalente a un 137 por ciento, durante el primer semestre 2022 según el organismo predicho. La estabilidad del mercado cambiario, que ha sido la opción del gobierno para detener la inflación, mediante la quema de reservas por monto cercano a unos USD 200 millones se debilita, mientras resaltan paradójicamente, y hasta se jactan de un crecimiento de la economía – sin producción petrolera ni agropecuaria- tras años de colapso, desde 2013, año cuando Nicolás Maduro asumió la Presidencia de la República, aunque por varios meses centró su política de desaceleración de los precios y en el equilibrio del tipo de cambio logrado relativamente, por el aumento de oferta de divisas en efectivo para la banca local, además de la limitación del crédito, así como del gasto público. Aun así, durante las últimas semanas el BCV había reducido la venta de USD através de la banca y el Gobierno incrementó su gasto (costos burocráticos), lo que por el principio de causa-efecto, elevó la demanda en el mercado cambiario (norsantandereano). En consecuencia, el tipo de cambio oficial se devaluó casi en un 15 por ciento, en poco menos de una semana. Es así cómo en el trajín de supervivencia ante la crisis socioeconómica venezolana, encontramos expendios donde se cambia, a diario, los bolívares minimizados por USD, a la espera de conseguir una buena tasa en el mercado paralelo, y no perder en medio de un nuevo período de inestabilidad cambiaria en el país. Nuestro signo monetario cambia de una mano a otra muy rápidamente, porque nadie lo quiere y esto gravita en que cualquier excedente de bolívares presione sobre el tipo de cambio; incluso, sobre el paralelo.
Y, ante una “alteración en la dinámica de precios”el régimen ha anunciado el retorno del control de precios sobre unos 40 productos de consumo masivo, lo que podría traducirse en escasez generalizada, aunque busca combatir la inflación y agiotaje (¿?). El salario mínimo se ha mermado apenas a unos ocho dólares.
La estabilidad del precio del dólar era otra forma de atacar el fin de una crisis sin precedentes, luego de que el bolívar se devaluara cerca de un 76 a un ciento por ciento entre 2018-2020. Tal intento del BCV por anclar a la tasa cambiaria ha colapsado desde hace un par de años. Se busca un tipo de cambio muy bajo en un país con inflación acumulada cercana a un 200 por ciento, sin reservas internacionales y con merma de producción petrolera, su recurso principal, según el profesor Leonardo Vera.