Si no fuera porque está altamente comprometido el presente, y sobre todo el futuro del país, y su gente, todo lo que está ocurriendo en la política nuestra produce hastío; desazón. Y claro está que no podemos dejarnos vencer por ello.
Al contrario, intentamos seguir contribuyendo con propuestas sensatas, que puedan ser acompañadas por el conjunto de la sociedad, para salir de la crisis inmensa en que nos ha metido el gobierno de 24 años ininterrumpidos de socialismo del siglo XXI, con su incomprensión de las más elementales maneras de gobernar para todos, amén de su intención –también equivocada- de permanecer a perpetuidad en el poder.
Está más que claro que el gobierno no sabe cómo resolver el problema de fondo, pero estando en el poder, es con ellos con quienes hay que negociar y avanzar. Todos los intentos de la oposición, excepto los vinculados con la racionalidad, y la ruta cívica; pacífica; constitucional, y electoral, han sido un desastre que ha enterrado a los contrarios al gobierno, en un cementerio –a ratos- irreversible.
Lo acontecido con la ¨sustitución del interinato¨ por parte de quienes estafando a la gente siguen llamándose diputados, sin serlo, es otro atropello a la razón. No importa si ello va revestido de la ¨constitucionalidad¨ que otorgan los mismos que hicieron silencio cobarde para mantener sus cargos de Procuradores; Ministros, y otros, cuando Caldera, coludido con el golpismo, decretó el sobreseimiento de la causa a un criminal, y magnicida confeso.
Los mismos que con sentencias ¨supraconstitucionales¨ le regalaron a Chávez con rastrera adulación, todo el poder para deshacer, y acabar -como en efecto- con la institucionalidad del país. Los mismos que participaron luego en la redacción del decreto imperial de Carmona, y que hoy han perdido la memoria.
Todo lo que han hecho para justificar la estafa del interinato, no hace sino hundir más las posibilidades de los factores de oposición. Esto es un asunto político que jamás debió ocurrir, desde la autojuramentación (inconsulta), y todo lo acontecido hasta el presente.
Ellos en su propia incompetencia, y deslumbrados por el financiamiento de la ayuda internacional, urdieron su propio fracaso llamando –otra vez- a la abstención como en 2005, jamás aprendieron nada. De tal manera, que esa Asamblea Nacional expiró en su ejercicio en 2020. Hoy existe otra, la real, aunque no nos guste.
Lo más dramático ahora, a pesar del fracaso rotundo que ni ellos mismos se atreven a negar, es que todavía pretenden presentarse como la solución y abanderar la lucha contra el gobierno de Maduro. Creo que entraron en una etapa de enajenación mental, y política, que obliga a explorar opciones distintas, más allá de ese saco de gatos que se autodenomina plataforma unitaria.
Un importante grupo de intelectuales; académicos, y políticos ha hecho un conjunto de propuestas que vale la pena revisar; así como otras instituciones de formación de políticas públicas han hecho lo propio. Estamos convencidos de que hay que contribuir con una propuesta programática de gobernabilidad, y luego buscar un candidato de consenso que lidere una etapa de recomposición; de transición democrática que recupere la confianza para la inversión nacional e internacional.
Que recomponga la institucionalidad; resuelva la crisis de los servicios de manera urgente, y se plantee el consenso entre gobierno y oposición, para que la AN estudie y apruebe las reformas político-constitucionales que hoy nos atrasan, como la reelección presidencial; la Constituyente; el RR, volver a la bicameralidad; la representación proporcional de las minorías; la descentralización para darle poder real a gobernadores y alcaldes; consejos legislativos regionales, y cámaras municipales, y acercar a los ciudadanos a sus autoridades sin mendigar en Caracas.
Hace falta un gobierno de unidad nacional, libre de odios y venganzas. Ojo por ojo, y todo el mundo acabará ciego Ghandi dixit
@romanibarra