Desde el propio momento del lanzamiento de su candidatura se demostró ante el CNE que el mandatario impuesto por su tutor Hugo Chávez era “inelegible” para el cargo ya que tal hecho suponía la violación de los artículos 7, 41, 137, 227 y 233 de la CRBV, 1999, que el CNE obvió. Aun así, se efectuaron los comicios el domingo 20/5/2018, con un “triunfo” cuestionable, sobremanera, para el mandatario a reelegirse para el período 2019-2025; más cuestionable aún, porque Maduro no cumplió con ladisposición prevista en el artículo 231, sobre su “juramento el 10/1 del primer año de su período constitucional ante la AN” (entonces, año 2019).
Tras tanta aberración, es así como el chavomadurismo inicia 2023 con pie derecho en firme, sin opositores a la vista o en ciernes; tan solo virtuales que se manifiestan a través de plataformas por yputube, aguajeros de oficio puesto que la oposición está neutralizada y las diferencias internas del chavismo controladas… de momento. Ahora tendría que abocarse al inexorable perfil antirrevolicionario de “dólar-Chevron-mercado” y un seudoneochavismo que no logra objetivarse por su distracción en búsqueda de prestigio con sus vecinos Petro, Morales, Ortega, Díaz-Canel, Kirchner, Lula y Amlo.
Más aun, el Grupo de Lima rechazó, de plano, la continuación de su régimen y hasta le instó a no asumir el cargo, al que reconocerían por “ilegítimo”. Asimismo, EEUU y la UE; en total, unos 46 países asumieron esta actitud.
Incluso, le instaron a que respetara las atribuciones de la AN y le transfiriera, provisionalmente, el Poder Ejecitivo hasta la realización de unas nuevas elecciones presidenciales.
La disolución del interinato, flaco favor de una clase seudoopositora, le deja un norte franco amplio para las elecciones 2024 en un año clave preelectoral recién iniciado en el cual agilizará todo tipo de gasto público social orientado a la captación de votos de las masas populares en situación de pobreza extrema o al umbral de esta.
