Nuevo año, viejas sentencias, Gonçalo M. Tavares

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1. El mono no habla para no trabajar.

Ciertamente no es la única especie animal que utiliza la mudez como estrategia para que la dejen en su rincón cuando el trabajo llama, en voz alta, a personal disponible con dos brazos y algún tiempo. Los animales o los humanos que se hacen los mudos intentan con la mudez traer hacia ellos una invisibilidad cualquiera que les permita dormir o al menos holgazanear.

En tiempos de megáfonos – y lucha entre infinitos bytes de información regurgitada a ritmo marcadamente diabólico – el silencio es, al fin y al cabo, una manera sonora de desaparecer visualmente.

Este es un diálogo posible:

No te veo porque no hablas.

No me ven porque permanezco mudo.

La mudez, por lo tanto, como estrategia de desaparición.

2. Ni César, ni nadie.

En verdad, es esto: no subas sin manos y pies adecuados a la alta montaña (no quieras ser César), pero tampoco pierdas años de tu vida en la mera llanura torpe atándote los cordones con la convicción de que, en la próxima década, con toda seguridad, empezarás a caminar el primer paso con los zapatos muy bien atados y elegantes.

3. No hay dos cimas sin una bajada en medio.

Esta sentencia es geométrica y racional como una suma. Imposible caminar de una montaña a otra, sin primero bajar una. Es de la naturaleza del camino y de la lógica básica.

Aplicable a la larga Historia del mundo y a la pequeña biografía de un mísero mortal.

4.  Sólo tienes que arañar al hombre para encontrar al animal.

Bien tratado, el humano es humanísimo, de la cabeza a los pies. Sofisticado, delicado, exquisito, ahidalgado y gentil. Cuando es maltratado, al humano le crecen súbitamente, y de golpe, cola larga, garras afiladas y dientecitos llenos de insaciable apetito.

5. Esta semana, y siempre, la repetición de la frase: “hay que apurar la verdad”.

La palabra ‘apurar’, aquí tenemos una opción, viene del latín ‘purus’, “significando purificar, librar de la impureza”.

Apurar una situación, es lo siguiente: retirar la basura que hay alrededor; limpiar con cuidado cada centímetro cuadrado de detalle esencial. Apurar lo que ha ocurrido, la misma metodología: volver puro lo que ha pasado: alejar acontecimientos menores e insignificantes del hecho esencial. Se necesita espacio vacío alrededor.

Apurar, convertir en puro, en el fondo: siempre un trabajo de limpieza.

Retirar lo que está alrededor o encima; sólo se puede apurar eliminando el polvo y el ruido.

El polvo es ruido visual; el ruido es polvo sonoro.

Polvo (impureza visual) y ruido (impureza sonora) son aquello que no permite que el humano vea de frente lo que es puro. Limpiar el polvo, eliminar el ruido, apartar la basura.

En parte, el blablá del mundo, parlanchín – como si cerrar la boca fuera crimen o como alguien que teme al silencio con miedo a quedarse mudo para siempre – en parte, decía, el parloteo del mundo es ruido a alto volumen, polvo a larga escala a la altura de los ojos humanos.

Lo necesario es, pues, en 2023, en los ojos y en los oídos, seguir ‘apurando’; apartando del camino, pues, polvo y ruido.

Goncalo M. Tavares
Goncalo M. Tavares

Gonçalo M. Tavares – Prodavinci -Traducción de Leonor López de Carrión – Originalmente publicado no Jornal Expresso

 

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