El cabecero de la página 1 del PDF del Papel Literario viene con dos cambios que el lector advertirá al primer vistazo: el fondo verde ha sido reemplazado por un fondo azul. Y el sello que ponía la palabra Resistencia ha salido para dar paso a la fórmula 80 años.
En efecto, el próximo agosto, El Nacional cumplirá 80 años -3 de agosto- y el Papel Literario también -dos semanas después, el 15 de agosto-. Y aunque faltan meses para ambas fechas, desde muy pronto y a lo largo del año, iremos publicando materiales relacionados con la historia del periódico y del suplemento.
Escribí un largo comentario sobre un libro excepcional en la bibliografía de América Latina: la autobiografía intelectual de Enrique Krauze (1947), historiador, ensayista, pensador liberal y editor mexicano, viejo conocido para los seguidores de la revista Vuelta, autor de más de veinte libros -concentrados en la historia de su país-, y actual director de Letras Libres, revista impresa y digital que no necesita presentación. No repetiré aquí los numerosos argumentos y elogios que desgrané en las páginas 1 y 2. Solo quiero añadir que, leyendo Spinoza en el Parque México, me ha resultado inevitable pensar en Venezuela, una y otra vez. Lo conversaba con Tulio Hernández: coincidimos en que es uno de esos libros que, aunque surgen de una realidad tan distinta a la nuestra, justo por eso, nos empujan a mirar hacia nuestro propio patio. 700 y más páginas talladas línea a línea, limpias, inteligentes y reveladoras.
Frase que escuece escribir: el 1 de enero el castro comunismo cumplió 64 años en el poder: liquidación de las libertades, el hambre cronificada, la casi total disolución de las esperanzas. El historiador Loris Zanatta es profesor de la Universidad de Bolonia, autor de varios libros sobre peronismo, y de uno de particular interés, Fidel Castro, último rey católico (2020). Escribe Liberarse cuesta, pero vale la pena. Arranca así: “Cuba es una cáscara vacía, un escenario de cartón, un modelo de nada. Es una mentira cultivada por quienes no la padecen: militantes aburridos, intelectuales huérfanos, políticos nostálgicos, jóvenes ignorantes, periodistas incultos. Todos armados con pasaje de regreso, cantan el hit inmortal: que la salud es excelente, que la escuela es gratis, que el deporte es un crack, que iguales y felices, que bueno el mojito, que fresca la langosta. Como los trenes puntuales del fascismo, la plena ocupación del nazismo, el gran salto adelante del maoísmo. Me recuerdan a mi padre de regreso de la Plaza Roja: había visto los misiles nucleares, era feliz como un niño. ¿Los rusos? Como los cubanos: ¿de qué se quejan?”. Página 3.
La historiadora Lourdes Fierro Bustillos ofrece una crónica de carácter biográfico, dedicada a Germán Carrera Damas. Se detiene en algunos de sus hitos vitales. Con gracia y habilidad narrativa, arma un relato como una sucesión de episodios. Copio aquí un fragmento de uno: “Como tantos niños del Cumaná de entonces Germán corría desnudo y libre por las playas del río y del mar. De madrugada, por la costa de Caigüire, se trepaba en algún peñero y salía al mar del golfo de Cariaco con pescadores guaiqueríes. Faenaban desnudos, tal vez por costumbre o porque cuidaban mucho su escasa ropa; no abundaban las telas en aquella ciudad, sólo había un telar donde se fabricaba la tela burda de algodón que vestía el común. Guarichito y libre, Germán sabía mucho del mar y de pescar, de frutos maduros, de pilar maíz con sus dos manos …chon, chon… No sabía leer, no había escuelas todavía”. Página 4 y parte inferior de la 5.
Hay un auge del interés por el tiempo: como materia para el pensamiento filosófico, exigencia cotidiana, factor de la productividad y hasta de avenimiento con los tiempos en curso. Se asocia la expectativa de mejorar la vida al mejor uso del tiempo. El ensayo de Edgar Cherubini Lecuna camina por los predios de la filosofía. Se titula En este instante: “En Occidente, asumimos un concepto lineal del tiempo, es una ‘sucesión de ahoras’ como lo definía Aristóteles, donde acarreamos con el pasado (a veces como una pesada carga), mientras somos acicateados por la incertidumbre de un futuro que desconocemos, que no existe, así como el temor al “no tiempo”, es decir, a la muerte, al vacío, a la nada. San Agustín, concluye que el tiempo es un fenómeno interior: “¿Quién hay que niegue que no existen aún los futuros? Sin embargo, ya existe en el alma la espera de cosas futuras”. Página 5.
Sigue la entrevista que Eduardo Suárez Fernández-Quintana le hizo a Ednodio Quintero, publicada en la revista Quimera (España, octubre de 2022), y que publicamos aquí con la autorización de su autor. La entrevista circula por un ancho canal: hablan un poco de su vida, de su interés por la literatura japonesa y de varios de sus libros. De su más reciente novela dice: “Diario de Donceles combina ciertas experiencias personales con lo que algunos críticos han denominado mi desbordada imaginación, y si a esto le agregamos el aspecto onírico, “soy una máquina de soñar”, pienso que he escrito una novela que puede enganchar a lectores de literatura, inteligentes”. Páginas 6 y 7.
Le he puesto el nombre de Al otro lado de la puerta: será una columna collage, en la que intentaré llamar la atención sobre asuntos que están ocurriendo más allá de nuestro país. No me limitaré a comentar libros. También iré insertando breves, datos, breves perfiles, piezas sueltas de un temario amplio y nunca fijo, sobre tantas cosas están cambiando y tantas cosas están en juego ahora mismo. Cosas que importan. No tendrá una determinada regularidad. Viene en la página 8, última de esta entrega.
Tanto se ha dicho sobre Victoria de Stefano desde que se divulgó la noticia de su inesperado fallecimiento. La reacción, afectuosa y numerosísima, habla de los dones con que cultivó su trato con los demás. Solo quiero anotar aquí que, tan notable como autora -en sus novelas hay páginas encaminadas a la perfección-, fue como lectora. Era -expresión que leí a Elizabeth Hardwick- una mina bibliófila. El placer de conversar sobre libros, adquiría con ella proporciones de inolvidable banquete. Leía y guardaba aquello que era sustancia, y hablaba de ellos con generosidad y frases transparentes. En el pequeño volumen publicado de sus diarios correspondientes a los años 1988 y 1989, está la lectora, la urbanita que hacía vida de ciudad, la sensible curiosa, la mujer amantísima de su familia. En un momento habla de la ternura: “La ternura es un amor con dolor, con temor; temor ante lo que pueda sucederle a los que amamos. Es un sentimiento que se nutre de la inocencia, de la propia y de la del otro, que ya no es otro porque ha llegado a ser uno mismo. En la ternura rogamos por la inocencia, por todo lo que ella tiene de incauto y desprevenido. Suplicamos porque se nos ahorre el mal: a ellos, a nosotros; es lo mismo”.
Vayamos pues hacia el 2023. Y que los dioses nos acompañen.