Para la familia del narcotraficante Joaquín Guzmán Loera alias “El Chapo”, el 2024 pinta como un año convulso, de reacomodo de fuerzas, alianzas y familias. Todo eso quedaría en el ámbito de lo privado si no fuera porque miembros de la familia Guzmán son integrantes del Cartel de Sinaloa, y su conducta tiene repercusión directa en México y el mundo por su poder criminal, su violencia, influencia política y económica.
Que el Chapo pase sus días y noches encerrado en una cárcel de máxima seguridad en Estados Unidos, condenado a cadena perpetua, no ha significado que la saga de la familia Guzmán haya concluido.
Mientras Ovidio Guzmán López, mejor conocido como “El Ratón”, hijo del Chapo, de apenas 32 años de edad, fue capturado el 5 de enero en un operativo encabezado por el gobierno de Estados Unidos y fuerzas especiales de la Secretaría de Marina, y ahora está en un penal de máxima seguridad esperando su extradición a EE. UU. Emma Coronel Aispuro, esposa del Chapo, quien tiene la misma edad que su hijastro, este año quedará en libertad luego de un trato benévolo del Departamento de Justicia del mismo país que quiere al Ratón tras las rejas.
Ovidio, según sus abogados defensores, padece de serios problemas de salud y sufre de “depresión” y “ansiedad”. En cambio, Emma, madre de dos hijas del Chapo, parece estar renaciendo. La historia de ambos se entrecruzan como en una tragedia griega, no solo por ser parte del clan de los Guzmán, sino por la forma en que Ovidio y Emma, pasaron por la misma prueba de fuego entre los afectos y la libertad.
Un trato preferencial
Desde que Emma tenía apenas 17 años quedó enredada en el mundo del narcotráfico al comenzar una relación sentimental con el Chapo, 32 años mayor que ella. Se unió a él cuando tenía 18 años, procreó hijas gemelas con el capo y se fue involucrando en las actividades criminales de su esposo, disfrutando del dinero de origen ilícito, fungiendo como mensajera, e incluso llegó a pagar sobornos a funcionarios públicos por órdenes de su esposo, según una acusación criminal abierta en su contra por el gobierno de Estados Unidos.
Droga, armas, violencia, fugas e infidelidades fueron parte de la cotidianeidad de Emma al lado de Guzmán Loera, quien se volvió mundialmente el rostro más famoso del Cartel de Sinaloa. En 2014 ella estaba con el Chapo, sus pequeñas hijas gemelas y una niñera, cuando en un departamento de Mazatlán irrumpió un operativo orquestado por la agencia antidrogas americana DEA, con la colaboración de un grupo de élite de la Marina estadounidense. Ella saltó de la cama que compartía con su esposo, quien no opuso resistencia al arresto, posiblemente por la presencia de su familia.
Desde que el Chapo regresó a prisión, Emma conspiró con sus hijastros, Iván Archivaldo, Alfredo Guzmán Salazar y Ovidio Guzmán López, para planear la fuga del Chapo de la cárcel de máxima seguridad conocida como “El Altiplano” a mediados de 2015, cárcel en la que ahora está recluido Ovidio Guzmán.
El Chapo fue recapturado, extraditado a EE. UU. y sentenciado en la Corte de Distrito Este de Nueva York a cadena perpetua en 2019. Las complicidades de Emma con el narcotráfico fueron ventiladas durante el juicio de su esposo. Fue detenida en febrero de 2021 en el Aeropuerto Internacional de Dulles, en Washington. El medio de comunicación Vice afirmó que, de acuerdo a una fuente de información del Departamento de Justicia estadounidense, Emma se había entregado, “una señal de que planea cooperar con las fuerzas del orden…” citó el medio de comunicación a su informante.
La mujer del Chapo firmó un acuerdo de culpabilidad, y en noviembre de 2021 fue sentenciada a tan solo tres años de prisión, una condena mínima en función de los 10 a 20 años de cárcel que le esperaban. En septiembre de 2022 su abogada, Mariel Colón, comentó con medios de comunicación que Emma había logrado una reducción en su condena y de acuerdo a la información oficial de cárceles federales, Emma se encuentra actualmente internada en el Centro Médico Federal (FMC) Carswell, en Fort Worth, Texas, y saldrá en libertad el 13 de septiembre próximo, con la obligación de estar 4 años en libertad supervisada.
El lugar donde se encuentra recluida es un centro médico federal de seguridad administrativa, una cárcel donde se atiende a internos con problemas de salud, la cual tiene un área de mínima seguridad para cierto perfil de internos. Colón dijo que su clienta entraría a un programa en el que podía salir durante el día de la prisión y regresar a dormir por las noches.
¿La nueva Emma?
El último recuerdo público sobre Emma fueron los dibujos de los ilustradores de la Corte de Distrito de Columbia, con uniforme verde de presidiaria. Y su abogada afirmó que recibía malos tratos en la prisión. Pero la semana pasada tuve acceso a fotografías de Emma Coronel Aispuro, dentro del centro de readaptación social donde se encuentra. Aparentemente son de abril de 2022.
Al menos por el momento, atrás quedaron los outfits de Gucci, Dolce Gabanna y Prada, así como la ropa provocativa tan pegada como una segunda piel sobre su figura curvilínea. Sobre sus sienes ya no está la corona auto impuesta de reina del narco, con mirada desafiante y labios como manzana roja. Pero tampoco viste el habitual y triste uniforme de presidiaria reglamentario. Aparece vestida con pantalones gris claro holgados -lo que hace pensar que su situación carcelaria es más relajada- y unos tenis blanquísimos. Sobre sus ojos oblicuos usa unos lentes con armazón color blanco.
Lejos de las ostentosas joyas, usa aretes dorados y un par de anillos del mismo color y un reloj negro. Su cabello es castaño y largo hasta debajo de los hombros, con un corte de cabello sencillo, y a su lado se ve a un hombre negro que, por su vestimenta color caqui, podría tratarse de otro interno, con la salvedad de que FMC Carswell es solo para mujeres. No lleva maquillaje y su semblante luce tranquilo.
Emma es ciudadana estadounidense, al igual que sus dos hijas. En cuanto sea liberada no será deportada a México: deberá estar cuatro años en libertad condicional en EE. UU., donde tiene miembros de su familia materna, en California. Nada mal para quien fue cómplice de la organización de tráfico de drogas más poderosa del mundo, en menor nivel, según dijo la Fiscalía cuando pidió para ella una baja condena. La pregunta es: cuándo sea totalmente libre ¿regresará a defender su corona de reina en el clan Guzmán, o podrá seguir una vida distinta?
La tragedia de Ovidio y Adriana
Y mientras Emma comienza a hacer sus maletas, su hijastro Ovidio ahora está en prisión. Personal de instituciones que participaron en la captura de uno de los integrantes del clan de “Los Chapitos”, encabezado por Iván Archivaldo Guzmán Salazar, me dieron pormenores de la captura del narco junior, que el gobierno de México no querrá reconocer oficialmente. La versión me fue corroborada por diversas fuentes.
El operativo tuvo varias fases. En la primera de ubicación y detención participaron agentes del gobierno americano, miembros de la Unidad de Operaciones Especiales de la Marina (UNOPES), y hubo colaboración del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Se afirma que la operación comenzó a las 10 de la noche del 4 de enero con la concentración de elementos de la Marina. “Nosotros no supimos nada hasta las 10 pm; nos citaron en Mazatlán y quitaron todos los equipos, pero pensamos que era otro asunto”, señaló una de las fuentes de información. A otros elementos los citaron en los Mochis, Sinaloa. Elementos del gobierno de EE. UU. habrían llegado de Sonora. Se afirma que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, no sabía del operativo.
A las 2 de la mañana comenzaron las acciones en el perímetro de Jesús María, lugar donde se encontraba Ovidio. La ubicación la dio la DEA, como lo señalé en mi colaboración anterior en DW. “Las coordenadas se mandaron de Costa Rica y Cosalá”, informó la fuente. La primera es una sindicatura de Culiacán, y el segundo, el municipio donde nació Jesús Adriana Meza Torres, esposa de Ovidio, quien fue clave en su detención.
Jesús Adriana, a quien después de la captura de Ovidio llaman ya “la nueva reina del narco”, igualando su situación a la de Emma en 2016, cuando salió a la luz pública en una entrevista que le realicé. Nació el 6 de octubre de 1989 y fue registrada en Cosalá, Sinaloa. Es hija del narcotraficante Raúl Meza Ontiveros, conocido como “El M 6”, lugarteniente y socio del Cartel de Sinaloa, y de Aída Elizabeth Torres Félix, hermana de otros dos miembros de la organización criminal: Javier Torres Félix, el “JT”, y Manuel Torres Félix, alias “M1” o “El Ondeado”, éste último habría estado presente el día que fue asesinado por error Edgar Guzmán López, hermano de Ovidio, en 2008.
Ovidio y Adriana tuvieron al menos dos hijas. Al igual que ocurrió en 2014 en el operativo en que la DEA detuvo a su padre en Mazatlán, a él lo detuvieron cuando estaba con su esposa e hijas.
Pese al éxito en la ubicación de Ovidio, me informan que él había logrado escapar de la casa de Jesús María, donde había sido ubicado. Ya había tomado una ventaja de pocos minutos cuando su escudo de protección se puso en acción, pero su esposa e hijas quedaron atrapadas cuando comenzaron los disparos por aire de las aeronaves ocupadas en el operativo. Se afirma que una de sus hijas entró en crisis nerviosa por los disparos, y Adriana llamó a Ovidio para decirle que su hija estaba en grave crisis. Se afirma que el hijo del Chapo regresó por ellas, y ahí lo atraparon, llegando a la negociación de que dejaran a su familia sana y salva.
De acuerdo a otro informante que coincide en la versión, miembros del gobierno de Estados Unidos hablaron con él. A las 5:30 am se afirma que comenzó la primera quema de vehículos en las inmediaciones de Jesús María, Culiacán y otras partes de Sinaloa, por ejemplo, Badiraguato, como reacción de fuerzas armadas de “Los Chapitos”, pero se afirma que no usaron toda su capacidad de fuego.
El Ejército y la Guardia Nacional habrían entrado en operación en un segundo y tercer momento como refuerzo, pero ya Ovidio había sido capturado.
Por el ataque del grupo armado de “Los Chapitos”, en el aeropuerto internacional de la Ciudad de Culiacán, un miembro de operaciones especiales resultó herido, un avión de Aeroméxico tuvo un “daño estructural en su sistema hidráulico”, y una tercera aeronave sufrió ataque directo y se incendió una de sus hélices.
En helicópteros militares como el EC-725 Matrícula 1006 y una aeronave ULTRA ULTUH-60 de la Guardia Nacional se transportó a personal herido del gobierno de México. Tengo los nombres, pero por su seguridad no los voy a publicar.
Se señala que hubo cerca de 200 muertos en el operativo, pero que el gobierno de México retiró los cuerpos. Esta versión coincide con la que me dieron vecinos del lugar con quienes hablé por teléfono el día 6 de enero, cuando aún Jesús María estaba tomado por el Ejército. “Fue un campo de guerra contra la población civil”, me indicó un vecino, “no sabemos la magnitud, pero hay muchos muertos y muchos heridos”.
Un funcionario de una de las instituciones que participó señaló que hubo “daños colaterales, 28 bajas civiles”. Por la definición se asume que no eran miembros del grupo criminal.
La extradición de Ovidio Guzmán López, según exfuncionarios expertos en la materia, no es una cuestión jurídica sino una decisión política. El papel de juez para determinar si la solicitud de extradición cumple con los estándares internacionales es solo un trámite, y el veredicto de si cumple los requisitos depende de la Secretaría de Relaciones Exteriores que encabeza Marcelo Ebrard, quien tiene la última palabra. Depende también de Ovidio si pone obstáculos legales para su extradición, o si la facilita. Si el hijo del Chapo retira los obstáculos legales, para el gobierno de AMLO será muy costoso, políticamente hablando, evitar su extradición, que, sin duda, sería explosiva para la llamada Cuarta Transformación y en los reacomodos del Cartel de Sinaloa.
Sería más que escandaloso que por obstáculos del gobierno de México “El ratón” pueda sufrir algún incidente en prisión o efectuar alguna fuga.