La Unión Patriótica Militar fue el núcleo dirigido por Marcos Evangelista Pérez Jiménez, para diferenciarse de los generales de montonera, los que no tenían formación de academia. Sin embargo, el General Gómez, otro dictador, después de haber liderado con el General Cipriano Castro la Revolución Liberal Restauradora con su propio ejército liberal, entendieron que para pacificar el país era necesario acabar con los ejércitos de los caudillos regionales, y por ello dieron paso a un solo ejército en Venezuela.
La cuenta es clara en relación al destino del poder en el país, en 128 años, desde 1830 hasta 1958, solamente los civiles gobernaron 10 años, luego entra el período democrático y la sujeción del mundo militar al civil, que solo duró 40 años, para darle entrada luego al partido militar que actualmente gobierna, en su doble rasero de ser cívico militar y llevan 23 años en el poder.
Una importante diferencia entre la misión militar de la democracia y la presente, es que en tiempos de democracia la fuerza armada era garante del cumplimiento constitucional. Hoy eso no se puede decir, ya que la Constitución bolivariana aprobada por los venezolanos es democrática y el Estado socialista impuesto hoy como Estado Global, no lo es.
El 4 de febrero fue un alzamiento militar fracasado convertido en heroísmo patrio solo celebrado por los perdedores. El 23 de enero fue una masiva concurrencia de ciudadanos impuestos de la ilegitimidad del gobierno dictatorial por haberse declarado triunfador de un plebiscito que perdió, circunstancia esta que fracturó la unidad militar y facilitó la transición de la dictadura a la democracia.
En tiempos de democracia el 23 de enero sirvió para recordar de dónde veníamos y a dónde no podíamos regresar. Hoy el 23 de enero evoca el aire de la lucha política por un porvenir económico y social para los venezolanos que tuvimos y se perdió en razón de que el actual modelo es de dominación por hambre.
Los derechos ciudadanos son letra muerta en esta revolución deshumana, al punto que el trabajador requiere 64 salarios mínimos para comprar la canasta alimentaria básica, pero la negación es la característica, igualdad en la pobreza. Nos rebajaron a la misma suerte de los cubanos.
El país se maneja como en tiempos de Bolívar con la Ley de Repartos de 1817, para recompensar a los servidores de la guerra en el reparto de bienes raíces, inmuebles y ahora los servicios de la revolución con minas, negocios monopólicos en el comercio, y los derivados del propio Estado.
Así no avanzamos como sociedad ni como país. La tragedia venezolana es que la revolución copió el modelo que fracasó, el cubano; pudo copiar el de Singapur, una dictadura con libertades económicas, pero no, tenía que ser el retrógrado marxista.
Este 23 de enero tiene que servir para recoger el espíritu de lo civil, sus valores y derechos en el reclamo hasta conquistarlos nuevamente. Tarde se aprende que los derechos que hemos disfrutado los conquistaron otros, y los perdimos por no defenderlos en sus tiempos y hoy es menester conquistarlos nuevamente. Los cubanos no lo lograron.
El balance es el mismo, el gobierno militar revolucionario liquidó el modelo democrático republicano y peor, nos trajo a la pobreza generalizada.
La tarea sigue pendiente.