Las elecciones primarias que había planificado la oposición venezolana como instrumento para dirimir sus diferencias y escoger un liderazgo unificado para enfrentar a Nicolás Maduro en las presidenciales de 2024 han entrado en una zona de turbulencias. El final del gobierno interino de Juan Guaidó a finales de 2022 ha tensado aún más la relación entre los líderes opositores y si hace un mes se hablaba de celebrar las primarias en junio de este año ahora esa fecha se antoja difícil.
Hace unas semanas había consenso en todos los extremos las fuerzas democráticas en la idea de las primarias abiertas a la población, pero el retardo de sus gestiones, el silencio de los políticos y la lentitud en torno a la obtención de los recursos ha encendido las alarmas. Algunas fuentes vinculadas a la oposición ya confirman que es difícil que puedan celebrarse en junio.
En las propias corrientes opositoras hay diferencias muy claras sobre el proceso. Por ejemplo, sobre la pertinencia de solicitar o no la asistencia del Consejo Nacional Electoral, -instancia que domina el chavismo pero que tiene presencia opositora- y sobre la viabilidad del voto de la diáspora. La Plataforma Unitaria ya solicitó al CNE la habilitación de los 14.000 centros de votación del país, una demanda que aún no ha sido respondida. Vente Venezuela, el partido de María Corina Machado, ha insistido en organizar unos comicios con voto manual. Sobre este punto también abundan las divergencias.
Hay quienes hablan de primarias de la boca para afuera, pero no quieren primarias, ha declarado recientemente Leopoldo López, de Voluntad Popular, abriendo fuego contra sus críticos después de un prolongado silencio y ahora que ha quedado disuelto el gobierno interino. Hay quienes quieren ser candidatos, pero no quieren primarias. Manuel Rosales es un caso. Henrique Capriles tampoco las quiere. Nosotros creemos que una candidatura acordada al margen de la gente está destinada a fracasar en este contexto y vamos a trabajar duro para empujar esas primarias. Aquí sólo se puede avanzar con la gente, en una consulta abierta.
Para López, ni Primero Justicia, ni Acción Democrática, ni Un Nuevo Tiempo, tienen mucho interés en que la diáspora participe en esa consulta y en sus entrañas hay sectores que están penetrados por los intereses de la dictadura. Capriles, en una entrevista con EL PAÍS, desmintió que él no quiera primarias y dijo que las declaraciones de López buscan, precisamente, dinamitar ese proceso. Estoy absolutamente a favor de las primarias, de un proceso de consulta abierto y lo más amplio posible, aseguró.
La organización de las primarias sigue avanzando, este es un proceso que le pertenece a la sociedad civil, no a los partidos, ha declarado una fuente cercana a la organización de esta cita, que ha preferido mantener su nombre en la reserva. Pero es cierto que hay retardos. Un tema importante es el de los recursos, afirma. Además, hay decisiones cruciales que hay que tomar, que tienen costos, y el tiempo juega en contra. La participación o no del CNE en la organización de las primarias es un aspecto crucial, sobre el cual hay opiniones encontradas.
La Comisión Electoral Para las Elecciones Primarias, presidida por José María Casal, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, y un calificado equipo de académicos, juristas, y personal especializado trabaja con total autonomía en su encomienda y canaliza con Manuel Barboza, de Un Nuevo Tiempo, secretario ejecutivo de la Plataforma Unitaria, el ensamble de las decisiones con el sector político.
Sin embargo, y aunque algunos políticos lo niegan, sí parece estar ganando terreno la idea de acordar un candidato de consenso en sectores de los partidos hegemónicos de la oposición. Sobre todo, de acuerdo a las fuentes, ante los costos de la elección, la posibilidad de retrasos en el calendario e incluso la dificultad de acordar qué hacer con el Consejo Nacional Electoral.
En particular en Un Nuevo Tiempo, el partido de Manuel Rosales, actual gobernador del Estado Zulia —un político socialdemócrata de línea moderada—, crece el interés en allanar el camino para una fórmula alterna a una consulta para pactar un candidato. Rosales —que ya enfrentó a Hugo Chávez como candidato en 2006— tiene números aceptables en las encuestas, no tiene inhabilitaciones políticas del régimen, se ha declarado favorable al fin de las sanciones económicas contra el chavismo y ha reanudado relaciones institucionales con Miraflores.
Un acuerdo consensuado para escoger un abanderado opositor, al margen de una consulta, agravaría las fisuras con otros sectores. Para Voluntad Popular la convocatoria a unas primarias para legitimar el liderazgo de las fuerzas democráticas es un punto de honor, y en esto no tenemos problema en estar en minoría. No vamos a participar en ninguna maniobra de este tipo, ni acompañar a un candidato negociado. Una opinión muy similar, en sus propios términos, tiene María Corina Machado y muy probablemente otros precandidatos que se alistan para participar, como Delsa Solórzano y Andrés Velásquez.
Alfonso Moleiro – El País De España