Marina Ayala: Las movilizaciones hablan claro

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Venezuela tiene un largo historial de batallas contra las dictaduras. Cuando creíamos que ya descansaríamos en una sólida democracia volvió a triunfar el resentimiento y las fantasías hedonistas. Se instaló un proceso muy pernicioso que provocó una gran revuelta y la destrucción de todo lo logrado. Una democracia que resultó muy débil y con un soplido de los aventureros se derrumbó. Vuelta a empezar con una pasmosa pasividad social. Los enemigos de nuestras libertades resultaron ser mucho más hábiles. No es poca cosa el atraso que hemos sufrido. Vestidos de redentores laicos, predicadores de principios fuera de todo análisis y discusión, doctrinas improvisadas, devolvieron la irracionalidad semirreligiosa para suplantar la política del intercambio de ideas y la participación ciudadana.

La Generación del 28 que desafió a la dictadura gomecista lucharon por volver a darle a la palabra y al diálogo un lugar importante para nuestro entendimiento como nación. Antes de la muerte de Gómez aquí se resolvía todo con el uso de las armas y el leguaje belicista. El propósito era salir del caudillo para poder acordar y no imponer otro caudillo. Estos hombres valientes y bien formados provenían de las Universidades. Se comienzan a ver las movilizaciones de los ciudadanos exigiendo sus derechos y sus espacios después de la muerte del dictador. La democracia comienza a demandar y los habitantes de una tierra a ser ciudadanos de una Nación. Esta es la importancia que tienen las movilizaciones y no es poca cosa. Hablan más alto y claro que cualquier discurso.

El viejo sistema político comienza a ceder y en el año 1936 se firma la constitución con Eleazar López Contreras en la presidencia. Es la primera Constitución política de Venezuela después de Gómez y su férrea dictadura. Era novedoso en una población que resolvía sus diferencias a tiros. Escenarios a los que nos quisieron llevar y que hemos resistido a pesar de que se dejan colar algunos vientos revoltosos. Estamos nuevamente hablando en la calle y pidiendo lo que es justo para los diferentes profesionales y trabajadores sin los que es imposible hacer país. El trabajo y la educación no se pueden reemplazar con doctrinas desgastadas y en desuso.

Mucho tendremos que comenzar a construir, una de las urgentes son las organizaciones políticas para poder debatir las características de la nación que queremos. Volver a conquistar la paz y el razonamiento que nos permita entender en toda su dimensión lo peligroso que llegan a ser los aventureros. Volver al caudillismo a finales del siglo XX fue negar nuevamente la política y la modernidad, pero ya con otra población que vivió 40 años en democracia y que egresó de nuestras universidades. Aunque hemos sufrido la diáspora y tenemos muchos de nuestros profesionales fuera del país. Esta también ha sido una pérdida importante y dolorosa. Por ahora la política todavía agoniza, con esas sentencias delirantes de “un gobierno haciendo patria y todo el que contraríe es un traidor” que era el discurso utilizado por Gómez.

Debemos persistir con las movilizaciones, con demandas bien definidas para no diluirnos en fantasías e ilusiones semirreligiosa.  Queremos ser un país no una congregación, ni un cuartel con seres uniformados y obedientes a una sola voz, la voz del caudillo.

 

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