La gente está consciente de que esa excusa, de que las sanciones que le ha impuesto los EEUU al gobierno madurista, es lo que impide que se aumenten los salarios, es una mentira; porque, además, sabe que la mentira se ha convertido en una política de Estado. He allí el pensamiento idiota, y el idiota se ve proyectado en los demás. En los demás ve idiotez, mientras que en su yo se ve listo. El problema es que el aparato productivo del país está quebrado: un proceso de destrucción que inició el propio Hugo Chávez, pero en un momento en que los precios del petróleo no bajaban de los cien dólares e iban, como Chávez suponía, como una bala a los doscientos dólares; sin lógica alguna, sólo que éste ignoraba que para la época había estallado la famosa Crisis Inmobiliaria, que había dado lugar a que los bonos financieros internacionales perdieran confianza, y así se prefería invertir en petróleo; el petróleo en tanto que commodity, y entonces por arte de magia Chávez se pintaba esa situación. De modo que por allí comienza a generarse el círculo vicioso: no hay una productividad económica, que justifique un alza de salarios; porque hacerlo sin productividad, se está emitiendo dinero sin respaldo, lo que desata la inflación. Se trata de una papa caliente que tiene el gobierno en las manos, y que, de acuerdo a los audios, que se filtran del seno de esta gente; lo que se escucha es que este nuevo calentamiento de las calles, protagonizado por las centrales sindicales, para solicitar un salario digno y una nueva contratación colectiva, pueden terminar derrocándolo.
También Chávez decía que íbamos a ser potencia sin fundamento, puesto que, en lugar a comenzar a desarrollar un parque industrial, a la manera como lo ha venido haciendo Brasil; que ya apunta hacia la potencialidad económica, lo que estaba era destruyendo no sólo la industria, sino también el campo, y fue por aquí por donde este tercio comenzó a pisar el terreno del socialismo radical; que es lo que ha marcado la diferencia con el otro socialismo, y que llegó al poder ya no por la creación de un ejército popular, como lo sostiene Lenin, la vía armada, sino por la electoral; cuyo primer intento será el de Salvador Allende en Chile, pero que comienza a tener éxito a raíz del triunfo de Felipe González en España; quien, como él mismo lo dice, elevó el nivel de ingreso per cápita del español de un 5% a un 35%. Es decir, el verdadero socialismo democrático, que comenzó a plantearse desde la década de 1970, cuando hay hombres como Teodoro Petkoff, que han escritos libros como el Checoslovaquia como Problema; que planteaban la realidad, de lo que era el socialismo real; sobre todo, el soviético, que implicaba también un imperialismo, ahora, con terror, y entonces surgió una categoría de socialismo conocido como Eurocomunismo. Hasta ese momento, cualquier crítica, que se le hiciera al marxismo; a lo expuesto por Marx a lo largo de su obra o el propio Lenin, se consideraba revisionismo. Dice Paul Johnson en una exégesis, que hace de la vida y la obra de Marx, que su doctrina tiene un cierto sentido bíblico, dada su condición de judío, puesto que lo que promete allí es el mundo de la aldea primitiva judía; donde todo era de todos, y cada cierto tiempo se hacía una inventario de los bienes de cada familia en la comunidad, así se procedía a repartirlos de nuevo en forma equitativa; de modo que Lenin, cuando llegó al poder comenzó con el proceso de expropiaciones en Rusia, y que se vivió a continuación en toda la órbita comunista, bajo el lema de que todo es de todos; por supuesto, que terminó siendo un gran fracaso; pero acompañado, al mismo tiempo, por un sistema de gobierno totalitario y burocrático; donde desaparecen las garantías económicas y jurídicas.
Aquí se pudiera traer a colación la experiencia de Salvador Allende; quien, en efecto, llega al poder por la vía electoral; pero al intentar el proceso de expropiaciones, la derecha chilena, a la cabeza del general Augusto Pinochet, y aupada por los EEUU, dio al traste con dicha experiencia. Claro, también aquí influyeron los radicalismos de izquierda, y el creer que el socialismo estaba a la vuelta de la esquina, y que fue en la trampa que no cayó Felipe González en España, quien confiesa, que él al llegar al poder, lo primero que le dijo a Henry Kissinger, entonces secretario de Estado de EEUU, con ocasión de la primera visita oficial que le rendía al país hispano, que él no venía con la intención de expropiar a media humanidad, sino que iba a respetar la propiedad privada.
Incluso, la llegada de François Mitterrand al poder en Francia en un principio generó todo tipo de temores; que propició una fuga de capitales, y que se tradujo en una devaluación de la moneda; sin embargo este socialista se mantuvo, luego, muchos años en el poder; fue el momento en que el bolívar se puso del doble del valor del franco francés; dígase de paso, época del gobierno de Luis Herrera Campins, aun cuando estábamos en los umbrales de la adopción de una nueva política cambiaria, bajo este mismo gobierno; cuyo valor se había mantenido desde la década de 1930, con una ligera variación en el gobierno de Rómulo Betancourt, entre el 3.30 y el 4.30 bolívares por dólar; bajo una gran disciplina económica, que fue modelo en el mundo.
Luego vinieron las experiencias de Lula da Silva en Brasil, Michelle Bachelet en Chile, que también gobernaron con el criterio del socialismo democrático y entregaron el poder a un sucesor, que había sido elegido en unas elecciones presidenciales. El propio Evo Morales deja la presidencia de Bolivia con una economía en pleno crecimiento, y esto porque no siguió ese modelo de socialismo fosilizado, que representa Fidel Castro, y que Chávez por una cuestión de enamoramiento, se lo copió al pie de la letra, y fue lo que destruyó nuestro aparato productivo, como decía; de modo que el gobierno está en ese círculo vicioso, no puede aumentar los salarios.