Ezequiel Querales Viloria: Emigrar ¿Escapada a la libertad, o metáfora del éxodo eterno?

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Como el “viento de la noche gira en el cielo y canta”, el canto venezolano, también gira en el cielo, para cantar y contar su dolor, por los rincones del mundo.

Es la metáfora, que sin proponérselo, (imagino el drama humano como otra metáfora), recrea el venezolano que emigra, para sentirse cerca del cielo y de dios, de llevarlo consigo, en sus palabras, en sus emociones, en su expectante aventura, como sagrado talismán de esperanza, a donde quiera que vaya, a donde quiera que llegue, a echar raíces.

Equidistante a la fama, encanto y admiración, del laureado poema 20 que inmortalizara el gran Pablo Neruda, del cual se desprende la hermosa metáfora, la emigración venezolana también se ha ganado la atención global, ya no, como delicia poética, sino como dramática letanía de dolor y sufrimiento.

Obviamente, que la emigración, a riesgo de todo, hasta de perder la vida, se convirtió en nuestra única y última esperanza, para salir del foso de calamidades en que nos sumergió, la alevosa tiranía autoritaria del socialismo del siglo XXI. De un régimen inflado de mentiras, triquiñuelas, perversiones, chantajista e irresponsable, negado a reconocer el pantano de dolor y desolación que creó. Y para agregar más suspenso, “a la sangrante herida”, anuncian el imperio de las comunas y la aniquilación de las Organizaciones No Gubernamentales (Ongs), último resquicio de civilidad que a duras penas subsiste en la fascista revolución.

Es innegable la patética realidad que ha adquirido la diáspora venezolana a nivel mundial. Se calcula, que uno de cada cinco venezolanos, ha tenido que salir del país, huyendo de tantas calamidades. Según los últimos registros de la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes R4V., ya suman 7.130.200, (Noviembre 2022), los compatriotas regados por el mundo. Acnur la valora como “la crisis de desplazamiento de mayor magnitud en el mundo”.

A pesar de su dilatada dimensión, poco parece importar, el terrible sufrimiento de millares de connacionales que osaron cruzar la peligrosa selva del Darién, luego, sortear toda clase de chantajes y vejaciones, para acercarse al sueño americano y ser devueltos, por los mismos que les abrieron las puertas.

Escapa a cualquiera humana valoración, el infernal repudio que padecen nuestros compatriotas fuera de su patria, desde Suramérica, Centroamérica, y tantos países del mundo. Quienes tienen que padecer la detestable xenofobia, o bien, someterse al cruel dilema de volver atrás, regresar de donde salieron huyendo, después de haberlo perdido todo, “y volver a casa, prácticamente, con “las tablas en la cabeza”, como solemos afirmar coloquialmente en Venezuela.

La infeliz solución del régimen fascista a la grave tragedia migratoria, del  “Vuelta A La Patria”, solo ha servido para enlodar el nombre del glorioso poema, y manchar la memoria de su insigne creador, el ilustre venezolano Juan Antonio Pérez Bonalde. Un hermoso canto tan heroicamente concebido, no merece tan bochornosa ofensa.

¿A qué juega la política migratoria y geopolítica internacional estadounidense? ¿Acaso, a una interminable puesta en escena de horror, a ver que travesía de migrantes del mundo es más tétrica, o que mayor recompensa puede salir de allí. Y para ello, debe medirse cual es más intensa, si la Siria, la venezolana, o la reciente ola de migrantes ucranianos y rusos que huyen espantados por la guerra. ¿Un enigma geopolítico que urge analizar y resolver?

La historia del éxodo masivo se repite, y demuestra una vez más, que “la migración también es un acto de resistencia y rebeldía. Una experiencia espiritual en medio de la irracionalidad reinante”. Un ejercicio cívico de Libertad”. Compleja circunstancia que nos remite a la metáfora del eterno peregrinar por la vida, que sigue marcando a la humanidad desde siempre.

ezzevil34@gmail.com

 

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