Es tan absurdo y loco el mundo en el que vivimos, que un aspirante a Presidente de los EE.UU., mi candidato, tiene que poner como punto central de su campaña, la protección de la integridad física, emocional, moral y sexual de los niños.
Es tan loco este mundo, y son tan pervertidos quiénes lo dirigen, y tan macabras sus intenciones, que a partir de esta declaración de Donald Trump, se acentuará aún más desde los medios y desde las plataformas tecnológicas, la feroz campaña de destrucción moral que se desató en su contra, aún antes de ganar las elecciones en la anterior oportunidad.
Es tan loco y demente este mundo, que gente decente, sensata, común y corriente, amigos de cada uno de nosotros, o incluso tú mismo, dirán que defender a los niños de la manera como lo hace Donald Trump, es un discurso de odio, una incitación a la exclusión y a la división de la sociedad. Y la verdad es que llevan razón:
Solo el desprecio, la exclusión, la segregación de la sociedad humana, merecen quienes apoyen la destrucción de la niñez y de los adolescentes; solo el desprecio, la exclusión, la segregación de la sociedad humana, merecen quienes promuevan el abuso sexual de los niños y de los adolescentes y de cualquier ser humano, incluso un adulto; toda la vergüenza y el estupor deben caer sobre los tontos útiles que defienden semejantes aberraciones y que creen que el mundo será mejor si se destruyen la familia, la masculinidad y la feminidad, y la niñez y adolescencia. Son esos tontos útiles que no se llenan de asco ante la aprobación de leyes en España o Canadá, que despenaliza las relaciones sexuales con animales o que con indiferencia miran los más de 60 millones de abortos llevados a cabo solo en EE.UU., desde que se legalizó el aborto.
El viejito decrépito que se sienta en el Salón Oval, dijo en un arranque de lucidez, cada vez menos frecuentes, que es una lucha por el alma de EE.UU., y yo diría que por el alma de la especie humana, y estoy muy de acuerdo con el Tío Joe.
Se trata de elegir entre la vida y la muerte, entre la decencia o la locura, entre la esclavitud o la libertad.
No hay términos medios y sí es verdad que estamos ante una batalla por la defensa de unos valores, que como dice Donald Trump, jamás habían sido puestos en duda en toda la historia de la humanidad.
Es tu responsabilidad elegir de qué lado te pones.