Hace tres meses fue apagado el sismógrafo de la UDO, la institución requiere de una inversión que ronda los 19.000 dólares para reactivarla y una sede con instalaciones acordes para recuperar la red sismológica nororiental.
Se acabaron las lluvias y el calor está fuerte, en cualquier momento tiembla… Bueno, eso es normal. Aquí tiembla todos los días. Así comenta María Martínez, mientras hace sus compras en el mercado de Cumaná.
Aunque los especialistas han señalado, en reiteradas ocasiones, que tal aseveración no está relacionada con la actividad sísmica, el estado Sucre se encuentra ubicado sobre una falla activa, conocida como la falla de El Pilar. Un sistema que se extiende en dirección este-oeste por unos 350 km, entre la fosa de Cariaco al oeste y el golfo de Paria al este, y parte de Anzoátegui.
Este sistema mantiene a Sucre como la entidad con mayor riesgo sismológico del país, de acuerdo con sus condiciones geotectónicas, así se evidencia en el mapa de amenazas sísmicas recientemente actualizado por la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis).
Sin embargo, las actividades preventivas y el fomento de la cultura sísmica en la entidad han sido diezmadas no solo por la situación económica y social del país, sino por falta de voluntad política.
Hace tres meses fueron apagados los equipos del Centro de Sismología de la Universidad de Oriente (UDO), que se salvaron de la devastación del núcleo de Sucre y se encontraban en la residencia de un trabajador, ubicada en el sector Cantarrana de Cumaná.
Se requiere un sitio con características específicas para que la estación pueda reactivarse porque en medio de toda la inseguridad que comprometió el desarrollo del núcleo de Sucre, no sabemos si la sede del Sismológico sigue en pie, declaró Janeth Castillo, directora del Centro de Sismología de la Universidad de Oriente (UDO).
Destacó que la institución es de fundamental prioridad dentro del área preventiva para visualizar, registrar, analizar y estudiar una posible actividad telúrica.
Sabemos que los sismos no se pueden predecir, pero podemos promover acciones de evacuación ante movimientos de magnitud para evitar pérdidas humanas y además, la data sirve para determinar los espacios de mayor actividad sísmica diaria, mensual o anualmente, detalló.
En promedio –aunque no es un estándar establecido–, en el estado Sucre se pueden registrar 150 a 200 e incluso 400 movimientos sísmicos anualmente, todo depende de la actividad de las placas, aunque hay sismos microsónicos que ocurren a diario.
Los pocos equipos que quedaron del Centro de Sismología de la UDO fueron resguardados por los trabajadores.
La funcionaria dice con satisfacción que los equipos más importantes como el sismógrafo, fueron salvados, pero se perdió todo el mobiliario y el archivo de la institución.
Salimos corriendo por temor a la delincuencia, pero la inseguridad se mantiene y ha sido muy difícil superar las limitaciones, sostiene.
En espera de aliados
Castillo es optimista y considera que una vez que se retomen los proyectos, podrán contar con aliados para levantar la red sísmica local cuyo presupuesto fue estimado en 19.000 dólares.
El Centro de Sismología de la UDO contaba con una red de 12 estaciones en la región nororiental del país y Guyana región en la que la universidad tiene influencia.
De esa manera, logramos una triangulación que ofrecía precisión en el registro de los movimientos y la profundidad de los mismos, aunque siempre hay un margen de error porque aunque es posible recibir información sísmica desde cualquier parte del mundo, desconoceríamos el lugar exacto en el que ocurrió, añadió.
La institución funcionaba desde 1982 y era considerada como referente nacional e internacional. Antes de su cierre, contaba con 12 trabajadores entre físicos, geógrafos, especialistas en sistemas, sociología y prevención.
Con el cierre de la red sismológica, no solo Sucre se quedó sin una institución académica e investigativa reconocida, sino todo el país, pues los laboratorios en distintas entidades, tienen limitaciones.
Programa educativo
La ciudadanía sucrense está desprotegida tanto en materia de prevención como en capacitación.
El desarrollo formativo en prevención sísmica y de situaciones adversas que se realiza en las escuelas fue limitado en los últimos tres años por la pandemia provocada por la COVID-19 y, más recientemente, por la falta de actividades académicas que se ha agudizado por el reclamo magisterial de reivindicaciones salariales.
La falta de planificación urbana del estado Sucre ha contribuido a su crecimiento desordenado en zonas de riesgo.
La prevención sísmica en Sucre es obligatoria, forma parte del currículo educativo y las actividades que se articulan a través de brigadas educativas, declaró Karenli Sánchez, jefa de la Zona Educativa del estado Sucre.
La mayor actividad preventiva la encabezan funcionarios de Protección Civil en la formación docente como multiplicadores de la información y con directores de planteles para crear planes de contingencia.
Anualmente, la institución organiza en acción conjunta con los cuerpos de seguridad del Estado, cuatro simulacros que contemplan la evacuación de 50 instituciones educativas y 12 comunidades ubicadas cerca de la playa solo en el municipio Sucre.
Realizamos simulacros el 17 de enero para conmemorar el último terremoto ocurrido en Cumaná en 1929, el Caribe Wave en marzo, otro en julio antes de finalizar el año escolar y otro al cierre de octubre, antes que finalice el año, dijo Luis Villalba, director de Protección Civil en el municipio Sucre.
Mayber Márquez – Crónica Uno