Gran parte de los estudiantes padece por el transporte, la falta de los subsidios estudiantiles y el mal funcionamiento de los servicios. Por esta razón los jóvenes buscan alternativas para llegar a la universidad, lo que les ha ocasionado una inversión mensual significativa.
Caminar no es opción cuando hay 56 kilómetros que separan a los estudiantes de su destino final. Carla*, de 23 años de edad, vive en Charallave, estado Miranda, y llegar a la Universidad Central de Venezuela (UCV) se convirtió en un sacrificio para ella, tanto físico como económico.
Carla gasta 3 dólares diarios para ir a la universidad. No se había detenido a pensar cuánto invertía al mes hasta que Crónica Uno le hizo la pregunta. Ya entiendo a donde se va todo mi dinero.
La estudiante, de tercer año de Cardiorrespiratoria, también tiene que ir a la Escuela de Salud Pública, en Carapita, municipio Libertador. Y debe costearlo todo por sus propios medios porque la beca universitaria brilla por su ausencia.
El martes, 7 de febrero, se reactivó el servicio de transporte en la UCV, con tres unidades para prestar el servicio a los estudiantes y trabajadores. Sin embargo, no reactivaron la ruta que va a Charallave, que ahora solo vive en el recuerdo de Carla.
En 2019 había una ruta para Charallave, no era siempre, pero al menos me ahorraba el dinero de ese día.
Sin pasaje estudiantil
En otros tiempos los estudiantes venezolanos contaban con el subsidio del pasaje estudiantil, para cumplir con sus estudios en los diferentes niveles educativos. Tenían boletos personalizados que eran entregados a los conductores.
La Fundación Fondo Nacional de Transporte Urbano (Fontur) era el ente encargado de pagar el subsidio a los transportistas. Se entendía como un subsidio directo porque los choferes cobraban según el número de tickets estudiantiles que recibían.
En el 2016 este subsidio fue eliminado sin consulta previa. Luego de una protesta de transportistas por la inconformidad con el costo del pasaje, en ese mismo año, se llegó al acuerdo de que los estudiantes pagarían un monto fijo por concepto del pasaje estudiantil, según el promedio de estudiantes que se montarían cada mes.
Funciona pero cuesta dinero
Una fila de universitarios se extiende en la parada frente al Unicentro El Marqués, en La California. Esperan pacientemente, mientas se resguardan de la lluvia, debajo del techo de la parada de autobuses.
Andrea Fuentes, de 22 años de edad, estudia Comercio Exterior en la Universidad Santa María (USM), Esperaba la próxima camioneta para ir a clases.
A veces se tarda un poco (la camionetica), pero en general el servicio de transporte es muy bueno, funciona bien pero cuesta dinero.
Andrea, al igual que Carla, invierte $3 en transporte. Vive en los Palos Grandes y de allí suele pedir una moto que la lleva hasta La California, donde toma el autobús que la sube a la universidad.
Yaxson Mesa, chofer de la línea de transporte que trabaja para la USM, aseguró que el transporte está dispuesto para los estudiantes, el personal administrativo y los invitados que tengan firmado y sellado el permiso por la USM.
Se comienza a trasladar a los universitarios y personal de la Santa María desde las 5:30 a. m. hasta las 5:30 p. m. Carnets en mano, quienes sean pacientes de odontología deben tener una invitación para subirse al autobús, dijo Yaxson.
Al menos 30 autobuses bajan y suben de la universidad, así logran que la espera de pasajeros no sea tan larga. Se hacen al menos 40 viajes al día, dijo Yaxson.
El pasaje desde La California cuesta Bs. 9, en total los universitarios necesitan Bs. 18 diarios para subir y bajar.
En 2017 se comenzó a asomar la idea de un plan que implicaba instalar unos lectores en las unidades de transporte pero eso no se pudo concretar. Para ese momento Pedro Jiménez, presidente del Bloque de transportistas del Suroeste, aseguró que el tema del transporte estudiantil sería una prioridad, sin embargo, no se llegó a nada a pesar de que habían aprobado los insumos.
El Metro no es opción
Mariana, de 24 años de edad, también estudiante de Cardiorrespiratoria, contó a Crónica.Uno que entre todos los compañeros se ayudan a pagar el pasaje. Para ellos el Metro no es una opción por lo lento e irregular de su funcionamiento.
Mariana vive en Las Mayas, tiene cerca la estación del Metro La Rinconada, sin embargo, no lo usa porque la atrasa demasiado. Además recargar la tarjeta del sistema le resulta todo un reto por las largas colas, ya que solo se puede pagar con tarjeta de débito.
En el Metro tampoco existe un subsidio estudiantil ni facilidades para recargar las tarjetas por ser estudiantes.
De verdad cualquier alternativa es mejor que el Metro, dijo Mariana.
Sin insumos ni ayuda del Estado
Victoria*, de 30 años de edad, fue al Estadio Monumental de La Rinconada Simón Bolívar, el 7 de febrero, al juego entre República Dominicana y Colombia. En esa ocasión vio a más de 10 unidades de transporte del Sistema Integral de Transporte Superficial (SITSSA) dispuestas para transportar a todos los aficionados que fueran al estadio.
Cobraban Bs. 2 por persona, por eso se veía que había gente que no iba para el juego sino que aprovechaban el transporte porque era más económico, dijo.
Victoria está inconforme con la distribución de recursos en el país. Yo digo que es más necesario que los jóvenes tengan como transportarse. Ahora que ya terminó la serie del Caribe deberían disponer de esas unidades para los estudiantes.
Venencio Campos, delegado sindical de Transporte de la UCV, dijo que desde hace siete años el Departamento de Transporte de la universidad no recibe recursos económicos para reparar las unidades de transporte que tienen.
Ramón Suárez, director de servicios de la Universidad Simón Bolívar (USB), aseguró que también tienen déficit presupuestario y costear los repuestos para las seis unidades que tienen operativas se hace cuesta arriba.
Estudiantes buscan alternativas
Justine, de 24 años de edad, ofrece a sus compañeros la cola a cambio de una colaboración para la gasolina. Él vive en El Hatillo, estado Miranda, y estudia Comunicación Social en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
El viaje es largo, así que gasto mucha gasolina, por eso busqué una alternativa porque no trabajo.
El joven le pide a sus compañeros $2 ida y vuelta El Hatillo. Suele transportar a tres o cuatro compañeros. En la UCAB hay una parada, conocida por los estudiantes como pide cola, justo a la salida del estacionamiento. Los universitarios se paran allí con un cartel que dice su destino y si alguien va para ese lugar puede decidir llevarlos.
La verdad es que todos nos ayudamos, la situación es difícil para todos aunque puedan pensar que por ser una universidad privada tenemos posibilidades pero no es así, dijo el joven.
Gran parte de la juventud venezolana padece por la falta de transporte, subsidios estudiantiles y el mal funcionamiento de los servicios ofrecidos actualmente. Campos aseguró que la prioridad es ayudar a los chamos que siguen apostando por Venezuela y que a pesar de las dificultades hacen todo por asistir a sus clases
María Paola Puglia – Crónica Uno