Ezequiel Querales Viloria: Libertad…Infinita libertad…

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Libertad, libertad, libertad, una palabra, tres sílabas, ocho letras de infinita imaginación, grandes epopeyas, esforzados caminos, de imbatibles y lúcidos destellos, que abren la senda a la esperanza, a la creación, a la definitiva consagración de la existencia humana, en su eterna lucha por derribar las últimas fronteras.

Horacio, el gran poeta lírico romano, que era hijo de un esclavo liberado, que expresaba todo aquello que deseaba casi que a perfección absoluta, solía recordar que “la juventud como la libertad, son divinos tesoros”. Aún existen controversias en torno a esta palabra de ocho letras que se siente e interpreta, de distintas maneras en el mundo.

Sin embargo el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE), ha establecido, que “desde siempre aprendimos que la Libertad (en latín: libertas- atis), en sentido amplio, es la capacidad humana de actuar por voluntad propia”. (…).“El estado de libertad define la situación, circunstancias o condiciones de quien no es esclavo, ni sujeto, ni impuesto al deseo de otros de forma coercitiva. Que es “un derecho de valor superior que asegura la libre determinación de las personas”(…).

Un concepto menos académico, la ubica como “estigma genealógico, sembrado en la piel, para ser, hacer deshacer, por propia voluntad, cuanto nos plazca, donde y cuando, queramos, sin coacciones, ideologías, barrotes, o garrotes inquisidores” (…).

Precursores del pensamiento científico y filosófico, han convenido en afirmar que “es la misma condición natural que el universo, otorga a todos sus seres vivientes. Una libertad que se ejerce, sin tener que pedir permiso. Una la libertad que no necesita identificación para su eterna defensa. Una libertad que  que no admite ataduras, y que cuando se busca impedir, o controlar, genera la inmediata reacción de escape, de violenta huida, por la vía más peligrosa e inhóspita que pueda existir” (…).

En estos tiempos se vuelve hablar de una libertad infinita y absoluta, que vendrá dada con la asombrosa irrupción del futuro internet, bautizado como Metaverso, y sus transformaciones liberadoras, como el publicitado y ahora, disputado teletrabajo.

Poco sabemos de este novedoso concepto, que se ha definido como “una dimensión espacial de un universo 3D, persistente on line, que combina infinidad de espacios virtuales y permitirá a los usuarios reunirse, trabajar, jugar y socializar juntos, en esos espacios o dimensiones 3D, que pasarían a 4D, y 5D” (…).

Un controversial concepto que pretende arrollar y deslumbrar a la humanidad, con las maravillas de los nuevos paradigmas que florecerán mundialmente, por vía del teletrabajo e innovaciones virtuales en línea, ya en boga.

Se asegura que existen 330  plataformas virtuales de grandes dimensiones, (lideradas por los gigantes tecnológicos de occidente), especializadas únicamente, para la caza de talentos en cualquier rincón del mundo, que han reclutado y mantienen conectadas a unas 460 millones de personas en las diversas actividades del teletrabajo.

Sin que haya acuerdos, códigos o reglas laborales fiables de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) u cualquiera otra organización, se habla con absoluta propiedad, que cada criatura humana, podrá elegir el trabajo deseado, en el idioma, lugar, horario y salario que le convenga, con el jefe que así lo quiera, que además, podrá crear su empresa y ser su propio jefe,  en la medida que ascienda en la competida escala laboral cibernética que se avecina.

Se avizora una libertad geográfica, económica, laboral y horaria absoluta, en un mundo digital, trabajando solo por ahora, para las grandes  corporaciones empresariales de Europa y Estados Unidos.

Poco se dice del avance de la tecnología de los gigantes asiáticos y de la diabólica competencia que irrumpirá por liderar los primeros lugares, dejar atrás a la competencia, y a la “añorada libertad”.

Como sabemos, nos recuerda la ONU: “La libertad es un concepto construido por la sociedad para alcanzar una convivencia plena y constructiva. En este sentido, se encuentra consagrada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos”(…).

Y como dice el poeta, “el amor y la libertad son tan sabios, que nos hacen saltar de un acantilado, cuando es el único modo de ser libres”.

ezzequevi34@gmail.com

 

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