El viernes tres de febrero, ocurrió un accidente ferroviario en los Estados Unidos de Norteamérica.
Un ferrocarril de carga con ciento cincuenta vagones repletos de sustancias químicas altamente tóxicas, descarriló en la pequeña ciudad de Palestina Este, en la frontera de los estados de Ohio y Pensilvania.
El accidente produjo el vertido de la mortífera carga y las autoridades decidieron de inmediato -como asunto de vida o muerte- evacuar a la población ubicada a cinco kilómetros a la redonda, con la incineración controlada de aquella.
Durante cinco días los vagones del tren ardieron, produciendo una nube tóxica visible a largas distancias, con el vertido a la atmósfera, a la tierra y aguas, de cantidades aún indeterminadas de los venenos que llevaba el tren descarrilado.
Autoridades sanitarias, grupos ecológicos, profesionales de la materia y expertos ambientalistas, afirman que los productos químicos quemados y vertidos producirán daños irreversibles en todas las formas de vida, comenzando por las personas y que tales daños se verán en el curso del tiempo.
En el caso del cloruro de Vinilo, su incineración lo descompone en otros productos, todos venenosos, siendo el fosfógeno uno de ellos el cual se caracteriza por ser muy tóxico, pudiendo causar la muerte por asfixia como se comprobó cuando fue usado como arma química en la primera guerra mundial.
Otro tanto ocurre con el benceno causante de cáncer, los éteres de alcoholes tóxicos y los acrilatos derramados en la operación dictada por las autoridades.
El ocho de febrero, cinco días después, los gobernadores de ambos estados dieron rueda de prensa restando importancia al asunto y ordenando el regreso de los habitantes a sus hogares, como si nada hubiese ocurrido. Un periodista que transmitía en directo, explicando la magnitud del desastre ecológico y ambiental causado por los tóxicos, fue detenido arbitrariamente.
Los grandes medios de comunicación de Estados Unidos y Europa no comentaron nada sobre el accidente ferroviario pero la iniciativa de ambientalistas y ecologistas norteamericanos, apoyados en la red mundial de grupos símil similares, permitió visibilizar el suceso y la gravedad de lo ocurrido en el pueblo de Palestina East, Ohio, frontera con Pensilvania.
Simultáneamente toda la mediática estadounidense -prensa, radio, TV, Facebook, Twitter, etc.- produjo en grandes titulares la presencia de un “globo espía chino” en el espacio norteamericano. De inmediato, a partir del cuatro de febrero y por doce días, todos los grandes medios del mundo se dedicaron a presentar por capítulos la saga de los “globos espías chinos”, luego derribados con misiles, igualmente por capítulos, que distrajeron la atención de la comunidad mundial y produjo múltiples historias de ovnis y extraterrestres, quedando en segundo plano por esos días, la guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania.
Esta foto-tele-radionovela, vista en todos los medios terráqueos mucho más que la célebre “Kassandra”, concluyó el dieciséis de febrero con la versión oficial de voceros gubernamentales norteamericanos según la cual, los “globos espías chinos” no eran… ni espías ni chinos.
El final del cuento gringo de los globos que resultaron apátridas -ni marcianos ni de Andrómeda- coincidió con la aparición -¡por fin!- de la noticia del accidente ferroviario dos semanas después de ocurrido, como un accidente cualquiera, totalmente afeitado y sin comentarios relevantes sobre las graves, consecuencias ambientales y ecológicas que va a causar en el territorio y las comunidades donde ocurrió.
¿Casualidad, coincidencia o maniobra mediática distractora? El tiempo lo dirá.
Por ahora, todos son conjeturas y suposiciones pero es probable que en el curso de los próximos años sepamos, con absoluta certeza, qué ocurrió en el desarrollo mediático de estos dos sucesos y probablemente conozcamos el detalle de un evento más donde como rutina, de nuevo el gobierno de los Estados Unidos distrae la atención del pueblo estadounidense, altamente conflictivizado por las luchas de poder existentes dentro de su “corpoautocracia” hegemónica, para neutralizar lo que pudo haber sido un sólido reclamo de la gente frente un suceso ecológico ambiental mal manejado por las autoridades y de impredecibles consecuencias contra la vida.
Ingeniero. Agricultor urbano.