Hilde Sánchez Morales: Ciencia, tecnología y cambio social

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El ser humano tiene una extraordinaria capacidad de desarrollo y perfeccionamiento, siempre y cuando se den las condiciones sociales para ello. Frente al ser humano mesurado y espiritual de la Edad Media, la burguesía, con su carácter dinámico, transforma las relaciones de éste con su entorno vital. El ser humano que surge con la Revolución Francesa y la Revolución Industrial, básicamente productor, podría haber devenido en un mecanismo, susceptible a la manipulación y sólo mediante un pacto social se pudo evitar que quedará subsumido en una dinámica vital alienante. Un nuevo pacto social que hizo necesario redefinir y transformar los derechos universales e incluir nuevos derechos (entre otros, entre los más actuales, los genéticos[1] y los denominados neuroderechos [2].

Valorar que los progresos científicos y técnicos de la humanidad sobrellevan modificaciones en el medio social y las transformaciones afectan a la concepción que el ser humano tiene sobre su mundo circundante, sobre el “otro” y sobre “sí mismo”, lo que ha dado lugar a una alteración en la jerarquía de valores por la que se rige la sociedad. Contingencias que se han manifestado, en primera instancia, en los sectores más próximos a su desenvolvimiento (científicos, médicos, éticos, juristas, sociólogos, psicólogos…). Entre otras razones porque se han ocasionado intromisiones en la esfera privada y social de los seres humanos y, aunque no existen criterios universales, cuando se produce un conflicto de valores, sus impactos coligan derivaciones en principios y derechos básicos de los seres humanos como la libertad, la privacidad, el derecho a la vida, la justicia… En definitiva, ponen en cuestión el pensar ético y normativo vigente.

La Sociología debe enunciar las grandes líneas a futuro, pero siempre que se instaure una práctica política conducente a la reorganización de la sociedad, en la línea enunciada por los padres de esta disciplina Saint-Simon, Comte y, posteriormente, Durkheim. Esta reflexión desborda, evidentemente, los problemas científicos y filosóficos que debería conducir a una praxis política, POLÍTICA en mayúscula, cuyo objetivo clave fuera la construcción de la sociedad tecnológica avanzada en el siglo XXI, pues nos encontramos ante un escenario, que alcanza a todas las ciencias (en un proceso de convergencia) e irá unida a unos nuevos planteamientos sobre el ser humano y lo social.

Por otro lado, considerar que a la ciencia y la tecnología hay que analizarlas en su contexto y valorarlas como realidades culturales, a través de las cuales se interpreta el mundo, contribuyendo de forma decisiva al cambio social.

Así las cosas, nos situamos ante un proceso de cambio social que desde la revolución industrial juzgo no había tenido parejo relieve. Las innovaciones de nuestros días están impulsadas por transformaciones tecnológicas de gran magnitud, en donde, como planteó el filósofo Karl Mannheim, lo viejo y lo nuevo se funden proyectándose hacia el futuro.

En definitiva, abrazamos una dinámica de aceleración de la historia. Debemos ser capaces, como civilización, de captar la voluntad de dominio de la nueva ciencia, la gran ciencia que está entre nosotros. Para hacer diagnósticos acertados hay que evitar precipitarse en las profundidades del intelectualismo puro o en el esterilizante pragmatismo. Lo que procede es una explicación del aparato categorial del pensar y del objetivo total de la investigación, así como de sus “métodos” objetivizados, que se posicionan por encima de la voluntad, el deseo y la intención de los individuos.

De ahí el interés y pertinencia  de analizar, desde diversas perspectivas, las repercusiones de todo orden sobre el ser humano y las sociedades del futuro, puesta la mirada en  delimitar los horizontes básicos de este modelo de sociedad científico-tecnológica avanzada, con la finalidad de que aquellos que tienen capacidad de intervención adopten cuantas medidas sean necesarias de cara a que los avances que se vayan sucediendo se democraticen y conlleven niveles de  bienestar más elevados para todos los ciudadanos del planeta.

[1] Véase, Naciones Unidas/Derechos Humanos, Declaración Universal sobre el genoma humano y los derechos. 

[2] M. Ienca, y R. Andorno, “A new category of human rights: neurorights”. Research in Progress Blog, 26 de abril de 2017.

 

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