Desde Juan Vicente Gómez hasta nuestros días el salario ha sido el tema de discordia entre gobierno, patronos públicos y privados y trabajadores. Por décadas, la explotación de la mano de obra en Venezuela es bestial; no ha creado bienestar sino pobreza, miseria y condiciones de vida muy deplorables.
Los contratos colectivos fueron una herramienta muy útil para equilibrar las relaciones de los patronos con los trabajadores. Sin embargo, Hugo Chávez desmanteló toda la estructura sindical, en la que se apoyaba la discusión de la contratación colectiva. Chávez y su bicéfalo Nicolás Maduro, destruyeron de una manera cruel y sistemática, tanto el salario y como la seguridad social de millones de trabajadores.
El resultado de esa gestión “socialista”, que ya lleva 23 años en el poder, es catastrófico. La familia venezolana ha sido empobrecida. Se eliminó el derecho a la salud; a la educación gratuita; al ascenso social por la vía del esfuerzo y la capacitación; a movilizarse por el territorio nacional y cientos de miles de puestos de trabajo han cerrado en la ciudad y en el campo.
Y los dirigentes sindicales, en su mayoría, están presos o desterrados, mientras que los que siguen luchando son amenazados y perseguidos.
Somos más de siete millones de venezolanos regados por el mundo buscando la subsistencia de nuestras familias. La cifra sigue en ascenso.
He estado analizando las opiniones recientes de economistas, encuestadoras, y sindicalistas afectos al régimen. No hay un criterio único sobre la remuneración justa. Los cálculos van desde $30 hasta $1500 por mes. Por supuesto, empresarios y gobierno prefieren el nivel más bajo, mientras que los trabajadores apuntan hacia el más alto.
¿Por qué esta abismal diferencia?
Porque carecemos de información confiable, actualizada y creíble de los indicadores sociales, como punto de partida para realizar cálculos correctos. El gobierno esconde los datos en un vano intento de esconder su fracaso.
El artículo 91 de la Constitución nacional establece que el costo de la canasta básica es la referencia para fijar el salario mínimo, pero en medio del proceso inflacionario más duradero de nuestra historia, el ajuste regular es obligatorio.
Pero, hay que dejar en claro que el salario mínimo de menos de un dólar no puede aceptarse por los dirigentes politicos ni los empresarios, pues significa someter a la esclavitud a una población que es la legitima dueña de los recursos de venezuela, del oro, del petróleo, del territorio, hoy en manos de saqueadores y bandidos.
Los pobres y la clase media empobrecida no son quienes mantienen este oprobioso régimen en el poder. Son los enchufados, los nuevos ricos, los saqueadores, los traidores a su clase quienes no quieren que nada cambie, quienes quieren conservar sus privilegios mal habidos a costa del sacrificio nacional.
La recuperación de los salarios en esta Venezuela decrepita, donde en lugar de petróleo se exporta corruptos súper millonarios; donde no ha quedado piedra sobre piedra, como el “mesias” Chávez predijo, pasa por recuperar la libertad,
No nos engañemos.
La libertad nos permitirá recuperar la productividad, Nos dará la oportunidad de restablecer el estado de derecho, de separar los poderes del Estado, de instalar verdaderas comisiones tripartitas para que trabajadores y patronos resuelvan sus diferencias en torno a un salario justo y seguridad social, de acuerdo con cada actividad económica en particular,
Para recuperar a Venezuela debemos recuperar el sistema democrático.