Los jubilados y pensionados, al igual que la mayoría de los empleados públicos se han convertido en expertos en supervivencia, y no es para menos, vivimos en el país del ingreso más bajo del planeta representado en 5 dólares mensuales.
El régimen madurista se ufana de su carácter obrerista al otorgar innumerables bonos que no inciden ni tienen ningún impacto sobre el salario para efectos de utilidades, horas extras, vacaciones y demás derivados de la relación salarial, los cuales en su totalidad no alcanzan para el trabajador del sector público ni siquiera a 10 $, cantidad ridícula frente a la canasta alimentaria de 450 $ mensuales. Otro tanto sucede con el trabajador del sector privado quien tiene una remuneración ligeramente mejor mediante acuerdos discrecionales.
Ahora bien, entre tanto ¿qué sucede con los pensionados y jubilados de nuestro país cuyos derechos emanan del artículo 86 de la CRBV, de la Ley Orgánica de Seguridad social de 2002, de la Ley del Seguro Social Obligatorio de 1966 y de numerosos contratos colectivos del sector público?
La dimensión de esta tragedia se acrecienta cuando identificamos que este sector laboral, comprende un universo de más de 5 millones de seres humanos, de los cuales 4 millones son pensionados por el IVSS al cumplir las cotizaciones requeridas para acceder al derecho a la pensión, y un millón y medio adicional que percibe la pensión amor mayor, concedida por el ejecutivo nacional aun cuando no hayan cumplido las cotizaciones. En realidad, esta inmensa masa humana se encuentra a la deriva y totalmente desguarnecida, la edad no le permite acceder por su condición física al mercado de trabajo, tampoco tiene la fuerza de la juventud para asumir el éxodo que han decidido 8 millones de venezolanos en edad productiva, quienes han tenido la tenacidad para cruzar sabanas y páramos en procura de un trabajo que les permita alimentar a sus familias en Venezuela.
La gran mayoría de la tercera edad no cuenta con la oportunidad de recibir remesas de sus familiares en diáspora, tan solo cuentan con 130 bs como pensión mensual, más los bonos que otorga discrecionalmente Maduro, entre ellos el bono de guerra económica que sumaría unos 500 bolívares adicionales dependiendo si es pensionado o jubilado, cantidades que en el contexto de una economía dolarizada significarían 20 $ mensuales de ingreso. Por tanto, pareciera que morir de mengua es el destino final ya que las escasas fuerzas las utilizan en deprimentes y agotadoras colas, cada vez que asisten al llamado del IVSS para el cobro mensual en el respectivo banco.
Los adultos mayores en nuestro país ven con estupor como las pensiones en la mayoría de los países de América Latina oscilan entre 150 y 400 $ mensuales, sin comparación alguna con los 5 $ mensuales que perciben de manos del gobierno “revolucionario”, situación que ha determinado para los jubilados y pensionados ser uno de los junto a los educadores más representativos en la protesta laboral desarrollada en el territorio nacional, e incluso internacional, al no percibir aquellos pensionados que se encuentran en el extranjero un solo centavo de sus pensiones y jubilaciones. Esta amarga condición no se compadece con la voluntad y el sacrificio de generaciones de venezolanos y extranjeros, quienes durante el siglo XX y lo que va del XXI entregaron mediante el trabajo sus mayores esfuerzos en procura de la construcción de un país, para terminar en la recta final de sus vidas en la ruina más abyecta, a manos de un régimen criminal e insensible a quien poco importa la condición humana.
Economista – alcocer99@economistas.com