Amigos lectores:
El pasado 23 de febrero, Luis Castro Leiva (1943-1999), hubiese cumplido 80 años. Con la eficaz y precisa colaboración que nos prestó la historiadora Carol Leal Curiel, esta edición del PDF del Papel Literario dedica seis páginas al ciudadano Castro Leiva: abogado de la Universidad Central de Venezuela, Doctor en Filosofía de la Universidad de Cambridge, profesor en varias universidades dentro y fuera del país, cofundador del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad Simón Bolívar, articulista de sonoras opiniones, así como autor de libros marcadores como La Gran Colombia, una ilusión ilustrada (1985), El dilema octubrista: 1945-1987 (1988), De la patria boba a la teología bolivariana: ensayos de historia intelectual (1991), Sed buenos ciudadanos (1999) y varios otros. Fue también, como muchos recordarán, el protagonista de un memorable y revulsivo discurso en el Congreso Nacional, en la sesión especial del 23 de enero de 1998, cuyo eco todavía nos interroga (el discurso está disponible en YouTube; también la transcripción del mismo puede leerse en el portal Prodavinci).
Lo saben sus amigos, sus alumnos, sus colegas y cuantos le conocieron: Castro Leiva no solo fue un pensador sino una magnética personalidad, que llevaba consigo esa capacidad que tienen algunas personas, de hacerse sentir al primer intercambio, de activar el pensamiento con unas pocas palabras, de proyectar una contagiosa inconformidad ante las injusticias y los abusos del poder. De esas dos dimensiones, la del hombre que pensaba y la del hombre que irradiaba hablan los textos aquí reunidos. En su conjunto sugieren un primer boceto de los asuntos que lo ocuparon, de las ideas en las que trabajó, de sus aspiraciones ciudadanas. También quiero recordar al lector que hay una magnífica edición de las Obras de Castro Leiva, publicadas bajo el cuidado de Carol Leal Curiel, publicadas por Fundación Polar y la Universidad Católica Andrés Bello en 2005, y que se encuentran disponibles en la web de la fundación.
El dossier trae textos de Rafael Tomás Caldera, Fernando Falcón, Manuel Caballero, Omar Noria Siso, Stefan Collini, Leo Zaibert y Germán Carrera Damas, además de Muerte en Palacio o los espejos de la conciencia, artículo de Castro Leiva que fue censurado en los días aciagos de febrero de 1992, y que la revista SIC reprodujo en la edición de marzo de ese año. En ese artículo queda retratado, en alguna medida, el talante del ensayista y del intelectual que reaccionaba ante los avatares del país. En el artículo confluyen el pensador y ciudadano removido por la tragedia que se escenificaba en las calles. Páginas 1 a la 6.
Las siguientes dos páginas, 7 y 8, reproducen un ensayo del historiador y escritor británico Paul Johnson (1928-2023), quien falleció en Londres, el pasado 12 de enero. Johnson fue autor de libros monumentales, enormes edificios como los que dedicó a la historia de Estados Unidos, la historia del cristianismo, la historia de los judíos, el Renacimiento y uno, por el que siento especial aprecio, Tiempos modernos, revisión de los hitos definitorios del siglo XX, en el que atribuye un lugar protagónico en la sucesión de las violencias sistemáticas, a factores como la tecnología, la información, los flujos económicos y de materias primas, y otros. Johnson es también autor de biografías –Sócrates, Darwin– y de ensayos biográficos –Churchill, Eisenhower-, que tienen interés, por la capacidad de Johnson de escenificar las sucesivas complejidades que cada uno debió afrontar en sus respectivos tiempos. El Churchill de Johnson es, en lo esencial, un maestro de la adaptabilidad.
La conferencia que reproducimos aquí es prototípica de su mentalidad liberal y del humor soterrado o evidente presente en su escritura. Se titula Las cosas que no son del César (está disponible en la web de Cedice). Comienza así: “Esta noche voy a hablarles durante treinta minutos acerca de lo que es quizás el tema de actualidad más importante y posiblemente el más complejo. ¿Cuál es la relación correcta entre el Estado y la sociedad en general? O, más precisamente, ¿cuán grande debe ser el gobierno? ¿Y qué debe hacer? Permítanme meterme de lleno en este problema de inmediato, al enunciar las tres actividades esenciales del gobierno: tres actividades que no serían cuestionadas sino por un anarquista. En primer lugar, el Estado tiene la obligación absoluta de proteger la integridad territorial y política de un país. En segundo término, debe mantener el orden interno y administrar la justicia en forma imparcial entre sus ciudadanos. Por último, debe emitir y mantener una moneda legal. Es aquí donde comienza la discusión, además de estas tres cuestiones básicas, ¿qué más debe hacer el Estado?”.
La entrega de Al otro lado de la puerta, en la página 9, está dedicada a las violencias: Oleksandra Matviichuk y el Estado violador de Vladimir Putin; el horror somalí, entre la sed y el islamismo radical; el reciente ensayo de Paul Auster, Un país bañado en sangre; el balance de la actividad terrorista de ETA; la reedición de El caso Moro, de Leonardo Sciascia, ensayo escrito tres meses después del asesinato del líder político democristiano Aldo Moro, en la Italia de 1978, quien fue secuestrado y ajusticiado por miembros de la agrupación terrorista, Las Brigadas Rojas. A Moro le atravesaron el corazón con once balas.
Dos recordatorios para despedir esta entrega, referidos a instituciones que he mencionado en estas líneas: la revista SIC, que en días recientes ha cumplido 85 años -durante los cuales, en sus varias etapas y por distintas razones, ha sido siempre un observatorio crítico de la realidad venezolana-; y Fundación Empresas Polar, también de aniversario -son 45 años los que celebrarán en los próximas semanas-, cuyas contribuciones han sido y son relevantes en los numerosos ámbitos en los que se ha desempeñado.
Reciban mis buenos deseos.