Eligio Damas: Por las cosas que cuentan “románticamente”, sobre Bolívar y el fusilamiento de Piar

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Un amigo de las redes, 2 ó 3 días atrás, me envió un artículo acerca del fusilamiento de Piar con la recomendación o solicitud, no sé cómo calificarlo, para que emitiese mi opinión, dado sabía que, algunas veces, he escrito sobre eso. Sólo pongo su “nombre de pila”, como decimos los cumaneses, porque me lo recomienda la prudencia. Mi mayor interés estuvo en lo relativo al docente que responde a una inquietud de un amigo, compañero o alumno, para que abramos una discusión e intentemos hallar la verdad, que si bien no es absoluta, podría no ser la nuestra.

Uno de los problemas de la historiografía nacional, como dijo Bartolomé Tavera Acosta, palabras más o menos, es que la historia oficial la cuentan al estilo e interés caraqueño, quizás por aquello que “lo demás es monte y culebra”. En nuestras escuelas, por imposiciones de los programas, se habla del 19 de abril de 1810, pero nunca de lo acontecido en nuestros espacios. Y la guerra de independencia es casi sólo Bolívar y casi se pasa por alto el aporte de los patriotas regionales.

Si bien es verdad que soy docente en la especialidad de historia y que, como todo el mundo, formó parte de una escuela, de las tantas que hay, en los últimos años, aparte de los artículos que casi diariamente escribo y publico, más de las veces me dedico a la narrativa. No obstante, cuando se trata de manejar la historia pasada y los hechos cotidianos, me apego a mi escuela, lo que no es un delito y menos una inadecuada manera de acercarse a los hechos y menos como un meterse en medio del combate desarmado.

Por la solicitud de ese amigo, su interés por saber mi opinión sobre el asunto que le interesa, opté por escribirle lo que sigue:

Buenos días Moisés. Leí ayer con detenimiento, el trabajo que me enviaste. Me resultó interesante por las abundantes informaciones, acerca de hechos en los que, según parece, estuvo inmiscuido Piar. Pero quien lo escribe, pareciera estar atrapado en una visión romántica, muy de viejo uso, de la historia, lo que no es ajeno a la anécdota. Denota una excesiva, más allá de lo debido, admiración por Bolívar y al mismo tiempo habla de algo que antes nunca había leído, un “piarismo”; no sabía de su existencia que sería una corriente que, por intentar, más allá de la simple narrativa, interpretar los hechos y la conducta que indujo a Piar y a los guerreros orientales a mostrarse en un principio, digamos que renuentes a aceptar, con excesiva solicitud, celo, prudencia y hasta sectarismo y regionalismo, más allá de lo que demandaban los hechos y la historia misma y todas circunstancias inherentes el proceso de formación de la nación venezolana, el liderazgo de Bolívar. Sería “piarismo” y regionalismo, no aceptar la idea del liderazgo por decisión de la divina providencia y no uno ganado, como en efecto lo ganó El Libertador, después de haber resuelto los tantos problemas y escollos que con naturalidad se atravesaron a su paso.

Bolívar ya no necesita interpretaciones como esa, pues lo dañan, que cuentan la historia depurada y acicalada para resaltarlo y exponer, más o menos, lo que hizo o dejó de hacer Piar, determinado por la realidad y los momentos de aquel complicado proceso de entendimiento y solución de diferencias muy naturales, para pintar una imagen del curazoleño por demás negativa y hasta pequeña. Al caraqueño inmortal, no le hacen falta esas depuraciones que implican al mismo tiempo como una descalificación de Piar, por haber desconfiado de Bolívar y haberse envuelto en intentos de desconocerlo, sin hacer un análisis pertinente del momento, las circunstancias y los orígenes de fondo de esas posiciones. Antes que esos incidentes de poca significación, de ser todos ciertos, derivados de lo que ya hemos dicho, hay que reconocer que el triunfo de San Félix, la toma de Guayana y toda esa campaña que Piar concibió e hizo de gran conductor, parte la historia por la independencia de la América nuestra en dos, un antes y un después.

La autoría de ese trabajo, se refocila echando cuentos de lo que según sus investigaciones, hizo Piar en su intento de enfrentar a Bolívar. Pese en el artículo que me fue enviado nada de lo que se acusa a Piar se prueba – por lo menos en el trabajo que he leído no las hay – no pongo en duda que Piar haya incurrido en esas cosas. Pero, ese no es el asunto de fondo y menos lo sustancial.

1.- No se puede pasar por alto que desde 1777, de cuando se creó la Capitanía General de Venezuela hasta 1810, las provincias se ignoraban mutuamente. Ni siquiera comerciaban entre ellas. La provincia de Cumana, que era todo el oriente del país, dependía de Santo Domingo y Caracas de Santa Fe de Bogotá.

2.- En 1810, Caracas se declara independiente por su cuenta. Cumaná, Barcelona y Margarita, unos pocos días después. Y eso hasta 1811, significó que seguían siendo sujetas a Fernando VII, pero separadas una de la otra. Barcelona, sí, de una vez, se declaró república independiente. Guayana y el Zulia se abstuvieron de esos pronunciamientos.

3.- Todo lo anterior significa que pese a lo decidido en el Congreso de 1811, esas provincias seguían, por razones históricas, culturales y hasta económicamente, mirándose como extrañas.

Y hay que tomar en cuenta que como el Puerto de Maracaibo, provincia que no declaró la independencia en 1810, por lo que no aparece, en la bandera con estrella, como no lo estaba antes Guayana, el de Cumaná era de una importancia muy significativa. Tanto que para 1810-11, eran más elevadas las negociaciones portuarias que se hacían en el oriental que en el zuliano. Y estos valores son significativos y tienen un peso descomunal, que no se pueden desconocer con expresiones dudosas.

4.- Cuando Bolívar llega de Colombia en la llamada Campaña Admirable, hasta llegar a Caracas, los orientales, organizados en Trinidad, al mando de Mariño y arrancando desde Chacachacare, liberan todo el territorio hasta parte de espacios que hoy es Guárico.

5.- Lo anterior significa que los orientales además de lo anterior, tenían sus propias fuerzas y eran independientes del ejército de Bolívar. Este tenía menos fuerzas y menos arraigo en su propio territorio que los orientales en el suyo. Por ejemplo, los Monagas y Sotillo, nunca dejaron sus espacios y se mantuvieron luchando y se incorporaron inmediatamente a las fuerzas de Mariño.

6.- Todo lo dicho sirve para significar que, pese las formalidades, los orientales, al margen que tuviesen menos claridad política y estratégica que Bolívar, de lo cual no dudo, no tenían motivos para rendirle pleitesía en aquellos instantes al Libertador y sí mucho para mantenerse no obligados a aceptar aquel liderazgo y poner sus exigencias.

7.- Bolívar “En el manifiesto de Cartagena”, comete muchos errores u omisiones en la interpretación de lo acontecido con la primera república. Como por ejemplo, al margen de lo que él pudo percibir como desacertado y lo fue, lo relativo al federalismo, que se convirtió en un germen de debilidad, no había forma de impedirlo por lo que dijimos al principio. Había de por medio más de 200 años de vivir cada provincia al margen de la otra. Para los orientales de la Provincia de Cumana, Bolivar era como un “extranjero”, como aquellos, para los caraqueños. Era pues natural que al inicio, hasta 1817, los orientales se resistieron al mandato de Bolívar,

8.- En el trabajo del cual estamos hablando, el que me mandaste, nada de eso se refleja y la autoría se limita a hablar de gestiones o actos de parte de Piar sin hacer siquiera el intento de entenderlo. Se limita a exponerlo como un conspirador, lo que en los documentos relativos al proceso seguido a Piar en el tribunal creado por Bolívar, con gente de su mucha confianza, el defensor del acusado, un capitán cuyo nombre ahora no recuerdo, pues trabajo de memoria, en uno de mis trabajos sobre ese tema aparece el nombre, demuestra la falsedad de las acusaciones. Los testigos que fundamentaban las acusaciones eran declarados enemigos de Piar, quien siendo el jefe del ejército más numeroso, mejor armado y coherente del mando patriota, ante aquellas acusaciones, abandona su rol y se retira a un pueblo cercano, creo que a Upata, a espera de ser llamado. Y justamente llega ante Bolívar solitario, porque su “amigo”, el general Sedeño o Cedeño, hablando a nombre de Bolívar, le comunica que éste “sólo quería conversar con él”.

Por cierto este Sedeño o Cedeño, muy cercano a Bolívar tiene un su historial, anécdotas o historias que hablan de su incompetencia como estratega militar. Tanto que siendo comandante del parte del ejército que marchaba al sur, en los alrededores de Popayán, debió ser sustituido en el comando por un oficial discreto y por demás eficiente, que marchaba en la retaguardia, el futuro Mariscal Sucre, de los hombres de la campaña de oriente de 1813, de quien Bolívar desconfiaba, pues hay otras anécdotas que hablan de eso, pese se dice, para justificar al inmortal caraqueño, que simplemente lo sometía a pruebas para probar su eficiencia y no por lo que antes hemos dicho.

9.- La masacre de la Casa Fuerte, tiene sus explicaciones en los errores de Bolívar. Soy un bolivariano por excelencia, pero ser eso, no es caer en las posiciones de los historiadores románticos que miran a los hombres como dioses inmaculados. Así como te dije, de las fallas de “El Manifiesto de Cartagena”, un documento escrito por un hombre todavía muy joven, donde Bolívar ignora motivaciones o causas fundamentales para la pérdida de la Primera República, de lo que han hablado muchos historiadores, como el carácter censitario de la constitución, sólo podían votar quienes tuviesen renta o bienes y no los pobres, el mantenimiento de la esclavitud y lo relativo a disposiciones que volvieron propietarios de todas las tierras del llano y el ganado orejano a los mantuanos, lo que explica el fenómeno Boves y por qué los sectores populares fueron anti republicanos, también te hablaré que Bolívar tuvo, hasta 1816 ó 17, una concepción estratégica de la guerra equivocada. Para él lo importante era tomar Caracas y allí declarar instalada la nueva república, creyendo que, de esa manera, Venezuela sería reconocida como nación independiente desde el exterior. Y en ese empeño perdía muchos esfuerzos y recursos.

10.- Por lo anterior, llegado a Venezuela en lo que se llama “La expedición de los Cayos”, deposita en la Casa Fuerte un cuantioso parque. Espera con eso volver a intentar la toma de Caracas, para lo cual intenta incluso, después de lo sucedido en Barcelona, La Casa Fuerte, convencer por los lados de Aragua de Barcelona, al propio Piar y los otros jefes orientales, para le acompañasen en aquel nuevo intento, uno más de los tantos que habían terminado en fracaso.

11.- Desde los años 1811-13, los orientales, entre ellos los Monagas, han intentado sin éxito la toma de Guayana. Se sabía del valor estratégico de aquel espacio. Más tarde, en los tiempos de la guerra Federal, Juan Antonio Sotillo comprobará lo difícil de aquella meta, al intentar tomar esa plaza estando allí de gobernante Dalla Acosta, partidario de las fuerzas anti federales. Eso era y fue fundamental. En esa conversación entre Bolívar y Piar, en la cual el primero le pide al segundo le acompañe a la toma de Caracas; Piar le expone su plan de tomar Guayana y le explica sus razones. Es posible, vuelvo al principio, Piar, con los orientales, empezando por Mariño, el llamado “Congresillo de Cariaco” es un indicio, tuviesen sus planes personales o regionales, ajenos a Bolívar, pero eso tiene su justificación y no puede mirarse como un delito ni inmoralidad y menos conspiración, sino verlo como resultado de todas esas circunstancias.

Años más tarde, no muchos tampoco, en este país se desatará la Guerra Federal y con ella reaparecerán los caudillos y quienes reclamarán el derecho de ellos de gobernar en sus espacios; tanto que Venancio Pulgar en el Zulia y Juan Antonio Sotillo en Oriente, casi a coro dirán “En Caracas que manden los caraqueños, los zulianos en el Zulia y os orientales en Oriente” y el propio Bolívar, antes, en plena guerra, en algunas de sus cartas u oficios se refiere a las antiguas provincias distintas a Caracas, como Cumaná, llamándoles, “esos países”.

12.- Ante la negativa de Piar, quien pone en movimiento sus planes ya conocidos y en los que le acompañará el general Anzoátegui, un hombre de confianza de Bolívar, este desiste de sus planes por retomar Caracas y se interna en Casacoima. Lo demás es de sobra conocido.

En conclusión, presentar a Piar como un vulgar conspirador y no un resultado de aquellas circunstancias indecisas, azarosas y falta de entendimiento por motivos nada difíciles de entender, por dejarse llevar por el romanticismo que implica ver a un Bolívar infalible, no como un hombre sino un Dios y a quienes de él discreparon o hubiesen discrepado, como personajes nefastos y merecedores de rechazos y exaltaciones de circunstancias de menor significación, es un descomunal error a la hora de interpretar la historia. Como lo es de muy mal gusto e impertinente, referirse de manera como peyorativa, a quienes al analizar la historia, le dan valor a lo estructural y clasistas, lo que Bolívar joven, mantuano caraqueño, en 1813 no pudo entender.

13.- Bolívar es uno de los hombres más grandes de la historia de la humanidad. Por eso soy bolivariano. Pero no fue un Dios y cometió muchos errores. Es cierto que, para 1817, después de la batalla de Urica (1814), donde fue muerto Boves, la consigna de la derogación de la esclavitud toma cuerpo y son muchos los negros y mulatos que se han incorporado en favor de la independencia y la república, a la que antes aborrecían por los errores u omisiones del congreso de 1811, de lo que Bolívar sólo criticó, en “El Manifiesto de Cartagena”, lo relativo al federalismo. Todavía en 1817, después que Piar ha tomado Guayana y dispuesto ese territorio en manos de la República y sin que se sepa oficialmente, no por chismes, que haya desconocido o pretendido desconocer al Jefe Supremo del Ejército, pese este haber declarado en 1816, en el “Manifiesto de Carúpano y Río Caribe”, la abolición de la esclavitud, pero no haber hecho nada concreto para que eso fuese un hecho, dado las presiones de la porción de mantuanos que todavía le rodeaban.

Es decir, pudo Piar, como Mariño y hasta el general Bermúdez y el cura Madariaga, estar descontentos con Bolívar, por hacerle demasiadas concesiones a los mantuanos y hasta haberle desplazado de los importantes roles que habían desempeñado, por su mayor claridad y pertinente estrategia, pues sus fuerzas y recursos falta hacían, pero no es justo, por exaltar en demasía, más allá de lo humano, a Bolívar, desconocer el significado trascendente de Piar y de paso, sin poner mucho énfasis en el rol de los guerreros orientales.

El buen historiador que fue Bartolomé Tavera Acosta, carupanero, dijo, palabras más o menos, pues como antes advertí, escribo de memoria, que los “caraqueños solían contar la historia desde su perspectiva local”. Y alguien, de quien no recuerdo su nombre, comentó que la historia oficial de Venezuela, pareciera no existir, hasta tanto no aparezca Bolívar. Donde El Libertador no aparezca no hay historia. Y por eso mismo, al caraqueño inmortal, ese que como alguien dijo “miró por encima de las montañas y a través de los siglos”, hay quienes hasta le creen infalible, es un Dios y esas son vainas del romanticismo. Y por esto mismo, se ha intentado desconocer la labor de los guerreros orientales, tanto que cuando se habla de Bolívar se llama su entrada a Venezuela, en 1813, de “Campaña Admirable”, mientras que la de los héroes orientales simplemente “Invasión de Chacachacare”. Una simple “invasión” que sirvió para que en 1814, si mal no recuerdo, desde Caracas se produjera aquello que llamaron “emigración a Oriente”, buscando protección ante el avance incontenible y bestial de las tropas de José Tomás Boves. Y por ello Cumaná será destruida, humillados sus habitantes y asesinados familiares del futuro Mariscal.

El propio Bolívar, más tarde, se arrepentirá de haberle dado curso a la solicitud de aquel tribunal. Quien estudie la vida del Mariscal Sucre, un soldado patriota, nacido y formado en oriente, estuvo entre los héroes de Chacachacare, sabrá cómo Bolívar lo sometió a “duras” pruebas, hasta quedar convencido que, aquel joven de la provincia o “país” de Cumaná, tenía su misma visión estratégica y había superado el regionalismo que muchos caraqueños nunca alcanzaron.

Cuando yo era muchacho, mucho antes que el Dr. Herrera Luque y Asdrúbal González, un compañero nuestro del MIR, escribiesen su novela y ensayo respectivamente, Piar era un héroe entre los jóvenes de mi tiempo, pese sentíamos por el Libertador todo lo que es y significa en la historia de América – la nuestra – y en el mundo. Marx, con su “Bolívar y Ponte”, no pudo opacar en nuestra visión al Libertador. Como tampoco olvidamos a aquel gigante que sólo fue derrotado una vez, en la sabana de “El Salado”, Cumaná, enfrentando con muy pocos hombres, a la gigantesca ola que acompañaba a Boves, por los errores de la constitución de 1811, los que Bolívar pasó por alto en “El Manifiesto de Cartagena”.

Cuando ahora, a Piar, formalmente le incorporan al Panteón Nacional, no hacen más que reconocer el derecho de alguien quien, por sus luchas y el afecto que se ganó entre los tantos venezolanos que supieron de sus glorias. Él ya estaba en ese ese recinto y entre los más grandes.

Gracias Moisés, por haber pensado en mí, pese crees soy muy regionalista, asunto que no me mortifica, pues la defensa de mi región, ante el modelo capitalista dependiente y de puerto que aquí se impuso y por el cual la renta se produce en un sitio y se invierte en otro, me incita a ser lo que soy. Y una de las cosas que quiero y por la cual trabajo, es el estudio de la historia regional en la escuela.

 

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