Donald Trump de estrella y Ron DeSantis ausente en la reunión anual republicana muestra la fractura del partido

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En el magaverso hay tipos vestidos con un traje a medida con el dibujo de un muro con México, se entiende; tertulianos de 11 años versados en las últimas tendencias del pensamiento reaccionario; madres a favor de la libertad y en contra del adoctrinamiento de género en las escuelas; y un grupo de cinco orgullosos tejanos con chaquetas de lentejuelas y letras impresas en sus camisetas que, puestas en orden, dicen T-R-U-M-P, el tipo en torno al que gira todo lo anterior.

Hay gorras, muchas gorras, y un eslogan por encima del resto: Make America Great Again. También hay políticos republicanos, activistas, guerreros culturales, congresistas que acaparan titulares como Marjorie Taylor Greene y poderosos senadores como Ted Cruz. Estrellas ascendentes llegadas desde todos los márgenes del boyante ecosistema mediático de la derecha estadounidense, un magnate de las almohadas, de nombre Mike Lindell, embarcado en una cruzada contra el crimen electoral, y un tipo llamado Steve Bannon, encantado de que lo tomen por ideólogo del asunto.

Pero tras años de imparable expansión, ese magaverso, encapsulado estos días en un gigantesco hotel con centro de convenciones, parece contraerse. Esa impresión, al menos, está dejando la celebración hasta el sábado de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC), en el National Harbor (Maryland), al sur de Washington, y tras una ausencia de dos años por las restricciones impuestas por la pandemia en la capital y su conurbación. Los platos fuertes de la última jornada son las intervenciones de Trump, que cierra el evento, y de otro expresidente resistente a la derrota, el brasileño Jair Bolsonaro, que lleva desde finales de año instalado en Orlando (Florida).

Fundada en 1974 con un optimista discurso inaugural de Ronald Reagan, la CPAC se vende como la reunión de conservadores más grande e influyente del mundo. Solía ser también un lugar para el debate de ideas de las diferentes facciones de la derecha estadounidense. La irrupción en escena de Trump en 2016 también hizo saltar eso por los aires y la cosa ha ido quedando absorbida por el movimiento MAGA. Una decena de asistentes con experiencia de varios años en la CPAC coincidieron estos días en conversaciones con EL PAÍS en que la asistencia había caído con respecto a ediciones anteriores (celebradas en Dallas y en Miami) y que los ánimos andan algo bajos por la evidente fractura del partido.

El País de España

 

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