El estado Bolívar es rico en minerales, posee un potencial hídrico, tierras fértiles para el desarrollo agropecuario, hermosos paisajes y un pasado histórico memorable.
Desde la década de 1960, el estado Bolívar comenzó el tránsito hacia un estado sustentable y productivo bajo la égida de la institución autónoma estatal Corporación Venezolana de Guayana, CVG. Desde ese momento se diversificaron e incrementaron las actividades económicas del Estado Bolívar, a través de enormes inversiones públicas en Ciudad Guayana, con la utilización de los recursos hidroeléctricos del Caroní a través de su empresa filial CVG-Electrificación del Caroní con las centrales Macagua I, Raúl Leoni y Macagua II, y la extracción del hierro, bauxita y el oro de El Callao. Simultáneamente se crearon nuevas fuentes de trabajo al fomentarse en Ciudad Guayana la transformación y manufacturación de parte significativa de los recursos regionales. En el sector siderúrgico con el acero de Sidor, Fesilven con su producción de ferrosilicio y silicio metálico; en el sector del aluminio con CVG Interalúmina, y sus empresas mixtas Venalum y Alcasa; lo mismo que la empresa CVG-Carbones del Orinoco (CARBONORCA) que produce ánodos. La riqueza minera está expresada en reservas de hierro, placeres auríferos, reservas de bauxita, así como diamantes, manganeso, coltán, caolín, dolomita, titanio y cuarzo, entre otros.
Aun cuando la agricultura y la ganadería no están muy desarrolladas, existen importantes centros de producción en las zonas de Upata, Tumeremo y hacia el oeste en Maripa y Caicara. Otro potencial económico lo representan sus bellezas naturales, lo cual pudiera proyectar al estado como una potencia turística.
No obstante, en los últimos años el aparato productivo en los distintos sectores de la economía han venido experimentando un profundo deterioro que se evidencia en la drástica reducción de la producción, el deterioro de la infraestructura y el descenso de la productividad como consecuencia de las expropiaciones y acoso al sector terciario de la economía, así como los altísimos costos de producción no acordes con los del mercado internacional, y deudas acumuladas de gran cuantía con proveedores, contratistas y con el propio personal directo, incidiendo esto en el cierre de empresas proveedoras, de servicios y del comercio, la pérdida de empleos en la zona y su incidencia en el aumento de la delincuencia. Y lo más grave, el 80% de nuestra mano de obra calificada se fue del país en busca de mejores oportunidades.
Lamentablemente un absurdo socialismo del siglo XXI explota miserablente su potencial minero, persigue a los productores del agro y se hace de la vista gorda ante la arremetida del hampa. Sin un cambio político la destrucción de Guayana continuará.
Economista