El Acrópolis de Atenas, el pasado mes de febrero. Una nueva obra sobre el crucial año Atenas 403, ‘Una historia coral’, de Vicent Azouley, Paul Ismard (Siruela), revisa el momento crítico de la polis griega
¿Reparación u olvido?
En lo relativo al régimen de los atenienses no apruebo que hayan elegido las maneras de ser que implica este régimen, porque con esta elección han escogido que los miserables gocen de mejor posición que la gente honrada. ¿Un régimen injusto pero terriblemente eficaz? Las palabras sobre la democracia ateniense atribuidas a Critias, uno de los líderes de los 30 oligarcas que la derrocaron en el 403 a. C. siguen rodando con diversas formas ahora en algunos grupos de WhatsApp. La democracia al no es inamovible y los regímenes autocráticos y autoritarios acechan incluso en sociedades en donde teóricamente está plenamente asimilada.
Rusia ha caído por esa senda, EEUU se enfrentó a sus propios riesgos, en América Latina existen habituales tentaciones de eliminar a la oposición. La idea en las sociedades civilizadas y plurales surge con más frecuencia de lo que pensamos. ¿Es deseable la democracia? En España, en los años 30, la división y la desconfianza durante la II República abocaron a dos sectores enfrentados primero a una quiebra democrática con la Revolución de Octubre de 1934 y después a un golpe de Estado el 18 de julio de 1936 que derivó en una Guerra Civil y una dictadura. Ahora se percibe también que no se han cumplido ciertas reglas.
¿Cómo recuperar la idea de que la participación, la diferencia, las asambleas y la mayoría debían regir las relaciones de los atenienses?
En Atenas, las suspicacias sobre un régimen democrático radical basado en la participación directa de todos los ciudadanos y en la mayoría como criterio y no necesariamente en la razón, como entendieron los oligarcas, significó la ruptura del régimen democrático de la Antigua Grecia. ¿Cómo recuperar la idea de que la participación, la diferencia, las asambleas y la mayoría debían regir las relaciones de los atenienses? Las particularidades de la democracia absoluta de los atenienses tensaron la relaciones según la crítica del régimen de Aristóteles y les acabó llevando primero a un golpe contra el régimen democrático y después a una Guerra Civil que se saldó con la inmediata amnistía: borrón y cuenta nueva 25 siglos antes de la Transición Española, y su discutida ley también de Amnistía.
La mayor crisis del mundo clásico tuvo su desencadenante tras una terrible epidemia, las masacres masivas y la derrota de Atenas
Así, la mayor crisis del mundo clásico tuvo su desencadenante tras una terrible epidemia, las masacres masivas y la derrota de Atenas en la Guerra del Peloponeso contra Esparta. La debacle de la ciudad sirvió para que los oligarcas tomaran el control y aprovechando la ayuda de las tropas espartanas se estableciera una comisión de 30 oligarcas que derrocó la democracia radical griega. Una nueva obra sobre el crucial año Atenas 403. Una historia coral —Vicent Azouley y Paul Ismard, de ediciones Siruela— revisa el momento crítico de la polis griega a través de sus protagonistas y las actitudes que tomaron. Critias el tirano, Trasíbulo el héroe, Aquilino el moderado, Sócrates y la neutralidad. Resulta que precisamente la diferencia y no tanto el consenso era la distinción de la democracia ateniense.
En esencia: Critias, Terámenes o Caricles, destacados oligarcas e inspirados por la Esparta oligárquica, rehuyeron la democracia y, aunque en principio no impusieron técnicamente la tiranía, acabaron, tras la ruptura con la experiencia democrática, creando un coro único, distintivo y encerrado en sí mismo, cuyos miembros debían bailar al unísono y en el cual la menor desviación era despiadadamente sancionada. Más aún, en la efervescencia de la guerra civil, Critias tuvo un sueño: instaurar un estado de excepción permanente con el fin de forjar un nuevo tipo de hombres enteramente consagrados a la causa de los oligarcas, se señala en el libro.
Atenas 403. (Siruela)
El 22 de abril del 404, terminado el sitio de Atenas, los atenienses, barridos por los espartanos y en crisis, son dominados por los oligarcas que pusieron en marcha el nuevo régimen político y eligieron una comisión de 30 basada en un teórico equilibrio entre opciones y corrientes políticas divergentes. Sin embargo, pronto arremetieron no solo contra los demócratas, sino contra ciudadanos cuya única falta era la adhesión al régimen anterior. Comenzaron las ejecuciones y al cabo, tanto los miserables como muchos ricos atenienses sufrieron la represión. Después limitaron el número de ciudadanos a 3.000, un modo de presionar a ese grupo cerrado para que tendieran a conservar sus privilegios en ese sistema.
El terror y la Amnistía
Pronto, los divergentes caen: Terámenes es apresado y asesinado y se impone el terror, el miedo que atenaza incluso a los propios oligarcas. Existe mientras una resistencia democrática que lidera el general Trasíbulo que había formado parte del grupo que impidió un golpe de los oligarcas ya en el 411. Exiliado en Tebas y ante la progresiva tiranía de los 30, reúne a un ejército a base fundamentalmente de los exiliados de la ciudad expulsados por los oligarcas, pero al igual que al general De Gaulle en 1943, cuando se sumaron a la Resistencia antiguos funcionarios y élites que habían participado en el gobierno colaboracionista de Vichy, resulta que se le suman algunos de los partidarios de los oligarcas. Trasíbulo rinde la ciudad en el 403, deponiendo a los 30, pero lo interesante viene en la inmediata restauración.
A diferencia de la República Francesa, que se restauró en 1945 liderada por De Gaulle, cuando el general ateniense vence a los oligarcas y se restaura la democracia, no hubo represión, ni ajuste de cuentas. Los demócratas se conjuran para pasar página y olvidar. Arquino, moderado, propició la madre de todas las amnistías, porque se produce en el mismo fin de la Guerra Civil, hasta el punto que los demócratas compensaron a los oligarcas por el dinero que gastaron en luchar contra ellos. En España en los 80 la realidad es que la mayor demanda del PSOE sobre la memoria de la Guerra Civil fue también la devolución de lo incautado a los partidos. Lo demás fue olvidar.
La Acrópolis de Atenas.
Según Azouley e Ismard, el desafío de la amnistía era llegar a conciliar, por una parte, la voluntad de castigar a los verdugos y por otro reparar los daños sufridos por la víctima y por otra, la necesidad de impedir todo retorno a la violencia y si es posible estabilizar un gobierno democrático. Exactamente, los principios que se siguieron en la Transición Española tras los años de la dictadura, discutidos después con la ley de Memoria Histórica de Zapatero y con la de Memoria Democrática de Sánchez en 2022: la amnistía siguió vigente, pero en realidad se condenó a uno de los dos bandos.
¿Reparación u olvido? La realidad es que en Atenas se impuso la concordia
La misma política se impuso en Sudáfrica tras el Apartheid y con mejor y peor resultado en las antiguas repúblicas socialistas de Europa del Este. En Chile, en cambio, se acabó derogando la ley de amnistía de 1978, aunque ya en los 90 los jueces habían actuado contra el dictador Augusto Pinochet. ¿Reparación u olvido? La realidad es que en Atenas se impuso la concordia: Debéis detestar a los hombres que, siendo iguales a sus conciudadanos en las desgracias sufridas, quieren distinguirse de ellos a través de la venganza. La diferencia esencial es que en España sí hubo una venganza al término de la Guerra Civil y al acabar la dictadura se llegó a la imposición de la concordia, que garantizó fundamentalmente los gobiernos democráticos. El experimento ateniense tras la Guerra Civil funcionó, pero dejó su huella a pesar de la amnistía.
El Confidencial de España