Omar González: Liberalismo contra socialismo

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¿Quién ha mejorado más la vida de las sociedades? Obviamente el liberalismo. Pues, con la aparición de esta doctrina política, económica y social que defiende la libertad del individuo y una intervención mínima del Estado en la vida social y económica, millones de personas en el mundo salieron de la pobreza.

Gracias al liberalismo el mundo superó el feudalismo y millones de hombres y mujeres dejaron de ser vasallos de tal o cual señor y pudieron mejorar su calidad de vida.

¿Fue un proceso fácil? No, nunca los grandes proyectos son fáciles; sin embargo, gracias al liberalismo millones de hijos de campesinos se transformaron en médicos, abogados, e incluso empresarios.

Gracias al liberalismo un individuo como cualquiera al tener una idea de negocio puede salir de la pobreza y abrirse paso en la vida; en el liberalismo una familia puede vivir mejor, estudiar, recrearse, salir del atolladero social.

El liberalismo es el éxito de quien trabaja, de quien innova, de quien se supera a sí mismo y las circunstancias que lo rodean; es por ello que bajo este sistema económico la humanidad ha visto su mejor etapa entre todos los siglos de historia de más sociedad humana.

Según el gran intelectual español Antonio Escohotado, el liberalismo nos hizo salir de la miseria y de la barbarie… el comercio y la industria pone a la gente en su lugar, pone a la gente un tanto extraña, porque en vez de verse desde la inspiración divina o victoria militar, es una combinación de suerte y tenacidad y basada en el mérito de cada quien.

El liberalismo es una fuerza creadora, así nos lo decía Escohotado, que basa su poder en la innovación, y a través de éste mejora la vida de millones de personas en todo el mundo, pues su gran logro es el de fomentar la capacidad creativa de todos los seres humanos. He allí el secreto de su éxito.

En cambio, cuando hablamos de socialismo nos referimos a una utopía, casi novelesca, que parece enamorar a más de uno, pero que al final termina en una tragedia total y contundente, y así lo certifica la historia.

El socialismo nos habla de igualdad, y para ello asesina –si asesina– la creatividad del ser humano, asfixia el mérito de cada quien, y pulveriza la acción inspiradora de la innovación, todo en aras de hacer prevalecer una igualdad en el nivel más bajo de todos.

El socialismo no crea alimentos, por ende los pueblos sometidos a este sistema se mueren de hambre; en cambio, con el liberalismo de produce mucho más y muchos se enriquecen al trabajar noche y día el campo, para llevarle de comer a quienes viven en las ciudades.

El socialismo quiere nivelar a todos –el común– mediante un modelo opresivo, donde los poderosos son poquísimos y controlan la vida del pueblo que dicen amar, defender o proteger; sin embargo, en el liberalismo todos tienen la libertad de avanzar, de mejorarse a sí mismos, de ser lo que quieran ser, y hacer lo que quieran hacer, y el limitante es el derecho del otro a hacer o ser lo que éste quiera.

Sin duda, ética y estéticamente el liberalismo es superior.

Y lo podemos ver en Venezuela, bajo el socialismo el país ha quedado en la ruina, y es por ello que la esperanza de millones de venezolanos es que una liberal como María Corina Machado llegue al poder y le dé un viraje total al país. ¡Y así será!

Sin más que agregar, nos leemos la próxima semana.

 

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