Tras el fallecimiento de Jaim Topol, recordamos la película que lo catapultó a la fama.
El actor israelí Jaim Topol, famoso por interpretar a Tevie en escena y en la versión cinematográfica de “El violinista en el tejado”, falleció el jueves 9 de marzo del 2023 a los 87 años de edad, tras haber luchado contra el Alzheimer.
Al crecer, una parte sorprendente de lo que yo sabía sobre judaísmo era gracias a mi película favorita: “El violinista en el tejado”. El musical captura gran parte de la alegría de la vida y las tradiciones judías, pero también presenta algunas visiones erróneas.
Aquí hay algunas cosas que “El violinista en el tejado” presenta de forma correcta y otras dos cosas que presenta de forma errónea.
Basado en historias en ídish
El musical de Broadway de 1964 se basó en historias escritas por el famoso escritor en ídish, Sholem Aleijem. Su serie de historias breves sobre “Tevie el lechero” presentó a los lectores a Tevie, un padre que vive en un shtetl (pueblo) llamado Anatevka, en un oscuro rincón del imperio ruso, “bendecido con cinco hijas”, como dice su personaje con énfasis en la película que se presentó en 1971. (En las historias originales tenía siete hijas).
Cuando llega el momento de casarse, las hijas de Tevie se rebelan, cada una llegando un poco más lejos. Tzeitel, la mayor, se niega a casarse con un anciano viudo que la casamentera de Anatevka eligió para ella, e insiste en casarse con un joven y pobre sastre llamado Motel, a quien ama. Tevie cede, inventando una loca excusa para aprobar el matrimonio.
La siguiente hija, Hodel, se niega a casarse con un judío religioso, y elige en cambio seguir a un joven judío secular y comunista llamado Perchik a Siberia.
Al final de la película, la siguiente hija, Java, quiebra por completo la tradición judía: ella anuncia que se va a casar con Fyedka, un no judío. En el musical de Broadway y la subsecuente película, Tevie agoniza, pero finalmente le da su bendición a la pareja y les dice: “Que Dios los acompañe”. En las historias originales, Tevie se mantiene firme, negándose a aprobar la unión. (Las historias originales también tienen un tono más oscuro, y sus otras hijas sufren pruebas difíciles y tristes destinos).Sholem Rabinovitz. Nacido en 1859 en una familia de clase media en el próspero pueblo de Pereyaslav en Ucrania, él creció hablando hebreo, ruso e ídish. Siempre dijo que basó sus historias sobre Tevie en un lechero de la vida real llamado Tevie que conoció en un pequeño shtetl judío, quien tenía una visión irónica del mundo y estaba comprometido con su religión judía. Sholem Aleijem lo convirtió en un personaje cómico y lo imaginó representado en el escenario. Una obra de teatro en ídish de 1919 capturó las historias de Tevie para una audiencia que hablaba ídish, y luego se produjo una película en ídish en 1939.
La representación de Shabat y la comunidad
Para el momento que el musical de Broadway y la película de Hollywood salieron a la luz, los shtetls que Sholem Aleijem describe ya habían desaparecido: más de 6 millones de judíos habían sido asesinados en el Holocausto sólo una generación antes. Sholem Aleijem, como tantos otros judíos europeos, se había ido a vivir a los Estados Unidos. En los años 60 y 70, muchos judíos norteamericanos estaban abandonando los fuertes lazos que los habían mantenido unidos en barrios de inmigrantes y se comenzaban a mudar a suburbios más ricos y espaciosos. “El violinista en el tejado” llegó en un momento en el cual la nostalgia por las viejas formas de vida chocaba con la nueva realidad secular de las comunidades judías norteamericanas.
El musical transmite parte de la alegría de un estilo de vida judío. Una de mis escenas favoritas tiene lugar en la tarde del viernes. Las rondas de Tevie se extendieron más de lo habitual porque su caballo está rengo y él tiene que cargar solo la pesada carreta lechera. Al acercarse a su casa destartalada, su esposa Golde le dice: “¡Date prisa, ya casi es Shabat!”. Ella ya está vestida con su fino vestido de Shabat. Golde se ve majestuosa, su vestido adornado con un collar de perlas. Es una escena realista en los hogares judíos de todo el mundo cada semana: cuando se acerca la puesta del sol del viernes, los judíos se visten con sus mejores galas y se preparan para una comida festiva, mientras la señora de la casa enciende las velas de Shabat.
Tevie alimenta a sus animales (cantando “Si yo fuera rico” mientras trabaja), luego se lava y se pone su traje y su kipá de Shabat. Él comienza a recitar las plegarias mientras entra a su hogar. La casa, generalmente descuidada, esa noche se ve hermosa. Típicamente apurados y cansados, esa noche Tevie y su familia tienen tiempo para relajarse y concentrarse el uno en el otro. Tevie y Golde bendicen a sus hijos, y Golde dice una bendición por las velas de Shabat. El musical capta bien la grandeza y la santidad del Shabat.
“El violinista en el tejado” también refleja bien la unión de la comunidad judía. Una comunidad judía tradicional fomenta mucha unión: los hombres típicamente rezan juntos tres veces al día con un minián; los niños asisten a escuelas o a clases judías; las mujeres se reúnen a estudiar o a recitar Salmos. Esa comunidad es evidente en el mundo del violinista, donde los lazos que unen a los habitantes de Anatevka pueden palparse. Norman Jewison, el director no judío de la película, describió que en la presentación de la película en Israel estuvo sentado al lado de la primera ministra de Israel, Golda Meir (quien creció en un hogar donde hablaban ídish en Ucrania), y vio que se le caía una lágrima.
¿Me amas?
Una de mis canciones favoritas del musical es “¿Me amas?”, cantada por Tevie y su esposa Golde después de que su hija Hodel anuncia que se casará con un pobre joven judío comunista llamado Perchik “por amor”, sin ninguna participación de un casamentero o de su familia. Cuando Golde objeta, Tevie le dice que Perchik “es un buen hombre… Me agrada… Y lo que es más importante, a Hodel le agrada. Hodel lo ama. ¿Qué podemos hacer? Es un nuevo mundo. Amor”. Tevie comienza a levantarse y de repente le pregunta a Golde si ella lo ama.
En la canción, describen su propio matrimonio 25 años antes, cuando sus padres les dijeron que eventualmente llegarían a amarse. “Y ahora te pregunto, Golde, ¿me amas?”, canta Tevie. En respuesta, Golde describe todas las maneras en las que han trabajado juntos a lo largo de las décadas: ella ordeñó la vaca de la familia, educó a sus hijos, cocinó y limpió, y mucho más”. “Si eso no es amor, ¿qué es?”, concluye Golde.
Tevie, quien también se ha esforzado a lo largo de los años construyendo su familia, la mira tiernamente cuando finalmente comprenden que se aman: “Eso no cambia nada. Pero incluso así, después de 25 años, es agradable saberlo”.
Esta emotiva canción transmite una profunda verdad judía: el amor crece al darle al otro. La raíz de la palabra hebrea para amor, ahavá, es hav, ‘dar’. Darle a otra persona nos ayuda a tener en mente sus necesidades y su perspectiva, y propicia la cercanía. Cuando le damos a otra persona, y particularmente cuando cumplimos con nuestros esposos con la serie de compromisos que exige el matrimonio, comenzamos a dar lugar a un amor profundo y permanente que surge al ser verdaderos compañeros de vida.
La representación correcta e incorrecta de la Torá
Gran parte de la comedia de “El violinista en el tejado” consta de las torpes citas de Tevie sobre temas judíos. “Como dijo Abraham: ‘Soy un extraño en tierra extraña…'”, entona Tevie con seguridad en una escena, sólo para que lo corrijan diciéndole que el que lo dijo fue Moshé. “¡Ah! Bueno, como dijo el Rey David: ‘Soy lerdo de habla y lerdo de lengua'”, pero entonces le dicen que eso lo dijo Moshé. “Para ser un hombre lerdo de lengua, hablo mucho”, responde Tevie.
Los habitantes de Anatevka están inmersos en el discurso religioso, pero en la versión de Broadway y en la película no hay ninguna indicación de que esto se tome demasiado en serio. El rabino de la ciudad es anciano y está desconectado de la realidad, y los comentarios religiosos se limitan a los pronunciamientos confusos de Tevie. Eso está muy lejos de la forma de vida real en los shtetls e incluso es diferente del Tevie de los escritos de Sholem Aleijem. “En Shabat, les digo, soy un rey”, proclama Tevie en la breve historia “Tevie se vuelve rico”, antes de describir los libros judíos que él estudia en Shabat: “La Biblia, los Salmos, Rashi, Targum, Perek… nómbralo tú…”. Eso está muy lejos del Tevie más ignorante de la representación moderna.
La escritora Pauline Wengerof (1833-1916) escribió sobre su vida en las unidas comunidades judías que hablaban en ídish a las que se refiere “El violinista en el tejado”. Ella y su esposo eran sumamente educados, hablaban fluidamente alemán y ruso, así como hebreo e ídish. Sin embargo, su esposo, como la mayoría de los judíos que conocían, pasaba largas horas dando prioridad a los estudios judaicos. “Mis padres eran temerosos de Dios, profundamente piadosos y personas respetables”, escribió en su maravillosa obra de dos volúmenes: Memorias de una abuela. Esta era la clase prevalente entre los judíos en ese entonces, cuyo objetivo en la vida era sobre todo el amor a Dios y a su familia. La mayor parte del día se dedicaban a estudiar el Talmud, y sólo una cantidad determinada de horas se dejaban para los negocios…”
En los shtetls como Anatevka de la vida real había mucho más estudio judío y un conocimiento mucho mayor de los libros y la sabiduría judía.
Más que tradición
Si hay una canción de “El violinista en el tejado” que me irrita, es la canción de apertura: “¡Tradición!”. “
Tonterías. Un judío comprometido como Tevie, que se toma tiempo para estudiar los textos judíos, conocería las fuentes de las prácticas judías que él describe: probablemente pasó tiempo estudiándolas cada semana. Los judíos no viven vidas judías simplemente a causa de la “tradición”. Por el contrario: ellos se sumergen en los textos judíos y en las preguntas eternas la mayor parte de sus vidas.
En el final de la historia de Tevie de Sholem Aleijem, después de que los residentes de Anatevka se enteran de que deben dejar su pueblo, Teive se pone filosófico, confiando en su profunda fe para mantenerlo a flote. Mientras empaca para partir, cita la Torá y las plegarias judías. Él recuerda cómo Dios le ordenó a nuestro patriarca Abraham abandonar a su familia y su tierra. Tevie anhela la llegada del Mashíaj. Y se despide, diciendo que no puede seguir hablando, porque ahora tiene que ir a estar con sus hijos y sus nietos, quienes lo necesitan.
Al igual que él, ellos vivían ricas vidas judías, no sólo por tradición, sino basadas en una profundo compromiso con los ideales judíos.