El malvado la pena dilata, pero de ella no escapa. Proverbio Castellano.
Aunque estas líneas pretenden orientar a quienes deseen ser mejores jefes y evitar caracterizarse como unos abusadores, depredadores y detestables personajes con el síndrome de hubris; harto sabido es que constituirán orientaciones superfluas para quienes posean el trastorno psicopático de la personalidad, como el coronel fraude o el doctor fraude. Porque los psicópatas no pueden mejorar si no hacen un grande esfuerzo personal y toman esa decisión, que generalmente lo que hacen es un teatro para engañar que han cambiado y es solo otra estrategia para seguir depredando. Pero la psicopatía no tiene cura y no es una opción pretender sanar a quien padece del trastorno psicopático de la personalidad. Se muestran como lo que son en realidad: egoístas, narcisistas, iracundos, manipuladores e implacables. Detrás de este estilo de conducta no hay nada. Están totalmente vacíos. Detrás del supuesto carisma o capacidad de liderazgo se atrinchera una pasmosa realidad: la de un ser sin conciencia moral alguna”.
.El síndrome del trabajador quemado o “burnout” en los centros de trabajo del país se acrecentado tras la pandemia y la insatisfacción de los empleados es uno de los problemas al que ahora se deben enfrentar en las oficinas, aunque el trato de los jefes siempre ha representado una problemática con la que hay que lidiar. Los jefes tóxicos no son jugadores de equipo porque no confían en nadie, siempre piensan lo peor de los demás, hacen que la responsabilidad recaiga en otro cuando vienen mal las cosas y subestima a su equipo. En el caso del coronel psicópata alias el doctor fraude o Marión, él hace creer a sus monos voladores que confía en ellos pero solo es una pantomima para mantenerlos sumisos en las esclavitud bajo sus riendas, porque sabe de ellos que tienen poco amor propio y baja autoestima. Aquí describo tres escenarios tóxicos de muchos que generan el coronel psicópata y sus monos voladores. El infierno, Renunciando al coronel psicópata y La mujer rica que manda y grita.
El infierno. Son muchas las situaciones en las relaciones interpersonales que se encumbran en una oficina, desde la anhelada total armonía, tal vez utópica pero deseada y buscada, en la que todo fluye con alegría, confianza y naturalidad de ánimo y otra la guerra encubierta donde se desatan agrios desencuentros porque algo no está marchando como se aspira. Y voy a ser claro en este punto, porque la deshumanizada actitud de alguien, el despotismo y la prepotencia de un liderazgo artificial solo generan rostros desencajados y espíritus afligidos; propiciando que la gente le saque el cuerpo a quien que no goza de ascendencia por ser camaleónica tiranía. Y tal vez le dirijan la palabra o le escuchen o inevitablemente les toca verle el rostro porque no queda de otra. Pero se trata de jefes o jefas no deseados y que debilitan el buen ánimo por hacer el trabajo con alegría.
El rendimiento del personal es mayor cuando tiene un jefe o jefa que es auténtico o auténtica. En el sentido de tratarse de una persona transparente, donde la diafanidad y el diálogo sean atributos para no pisotear la dignidad de nadie. Y donde la expresión “trabajo en equipo” no obedezca a artimañas para enseñorearse y burlarse de la dignidad ajena. Porque en realidad el jefe o jefa no cree en el trabajo en equipo, sino en humillar y denigrar a quienes tienen obligatoriamente que adherirse porque necesitan un trabajo, porque es su sustento y del que come otra gente y hasta el enfermo de la casa y por efecto de este liderazgo despótico deben quedarse silentes y sin poder ni siquiera hacer uso del derecho a la defensa, tampoco poder expresar sus ideas porque son avasalladas por delirios de grandeza y demenciales jugarretas de la mente de un jefe o jefa.
Pero al encontrarnos con gente de doble cara, y no precisamente como el Dios Jano de la civilización romana que miraba simultáneamente hacia oriente y occidente y en ello lograba equilibrar el cosmos. Sino de anti líderes que insisten en doblegar el espíritu humano, incluso de quienes fueron sus compañeros de labores, para mantenerse en el puesto muestran una cara bonachona a quienes les colocaron de jefe o jefa mientras haciendo alarde de su circunstancial autoridad tiene un rostro desagradable y un alma autoritaria para con el personal. Y a diferencia del Dios Jano, esta doble cara causa desequilibrios en la oficina y en el ambiente laboral. A veces es un secreto a voces.
Los déspotas se sostienen por el engaño y la maldad que manejan astutamente, a veces por la ingenuidad de gente buena que cree en ellos o ellas. Pero mientras el déspota ríe muchos sufren el agobio y el agravio de una personalidad perturbada y perturbadora.
Dale poder a un hombre o a una mujer y conocerás su verdadero carácter y conocerás su verdadero corazón. Esta situación me recuerda a la persecución de los cristianos y una expresión del tirano emperador Nerón, quien con un alma dañada expresó “si tuvieran una sola cabeza se las cortaría de un cuajo”. Así un jefe o jefa perversa, mantiene la crispación en la oficina subestimando a las personas y no las percibe como equipo ni como prójimo, sino como contrincantes a quienes hay que vencer y sojuzgar. ¡Habrase visto! ¿Acaso amigo lector, estás viviendo algo parecido?
Renunciando al coronel psicópata. Quienes saben de gerencia acertadamente concluyen que las personas no renuncian a sus trabajos sino a los malos jefes.
Generalmente las personas que se han mantenido por un estimable tiempo en una industria, empresa, o institución, lo hacen porque sienten un “enganche” sui generis con su trabajo.
Diversas son las motivaciones, entre las que se puede citar la vocación, un sentirse a gusto con lo que hace por encima de otras situaciones no deseadas que se toman como soportables en función de experimentar incluso un sentido de pertenencia y que aunque la empresa no sea suya, la siente como propia porque la defiende, la estima y se preocupa por mantenerlo, darle o impulsar su prestigio y buen nombre. Siendo esta la actitud que la robustece y la sustenta.
Hay quienes cuando ingresan a una institución ya tienen una aquilatada carrera en el objeto mismo al que se contrae la actividad de esta y se suman con su experiencia, capacidades y competencias en el Know-how de la empresa y gustosos transfieren sus aptitudes y talentos para el despliegue exitoso del giro de ese negocio. Teniendo incluso más años en esas labores que la propia compañía. Eso es algo que la empresa mayormente respeta y protege por saber que ha captado el talento humano que requiere.
Por otro lado, están los clientes por cuya satisfacción se esmera el negocio y en ese afán procura el mejor producto del mercado o por lo menos que compita con los niveles de exigencia de similares industrias, empresas o instituciones.
¿Cuáles son entonces las razones por las cuales las personas deciden renunciar a un empleo o trabajo que quieren y que les gusta?
Si la persona aunque no reciba un abultado salario y no obstante se ha quedado en su empleo, es porque siente un compromiso más allá de este asunto y quiere y le gusta lo que hace. Algo difícil de digerir para algunos directores o gerentes que prefieren pensar como déspotas enmascarados de humanistas y darle de latigazos a la relación laboral azotando y oprimiendo a su talento humano hasta hacerlos renunciar. Recordemos al bardo Manuel Machado “fatigas pero no tantas que a fuerza de muchos golpes hasta el hierro se quebranta”
Cuando el sentido de entrega y compromiso entre el talento humano y la empresa se fractura en apariencia no obstante haber ese salario emocional que compromete espontáneamente a la gente con lo que hace. La fractura es realmente con los jefes, no en con la empresa y ni siquiera con los dueños o accionistas de esta quienes desde todo punto de vista quieren lo mejor para su negocio. Directores y gerentes con los egos abultados parecen levitar privando la jactancia y la prepotencia por encima del interés institucional; siendo esta la actitud que la mengua y la fisura.
Hay industrias que experimentan o han experimentado renuncias masivas de su talento humano por el comportamiento subterráneo y déspota de los directores y gerentes quienes bajo un argumento atávico, provocan una huida de la mejor gente con que contaba la empresa. Gente a toda prueba, curtida en esas labores y esos quehaceres, con mística y que constituían orgullo institucional. No son todos los que están, ni están todos los que son. Sin embargo recordemos un pensamiento de Jules de Goncourt. “El más largo aprendizaje de todas las artes es aprender a ver”.
El coronel psicópata un nuevo rico producto de la corrupción es la mujer que manda y grita. En casa de mujer rica, ella manda y ella grita; refrán del cual podemos asimilar una lección de vida.
Mientras la altanería y la soberbia opacan la propia condición humana, mayor depredación sin con ella se arrebata la calma del espíritu de quienes nos rodean.
La conciencia mareada por los efectos etílicos del dinero, la posición y el poder, impiden aceptar que los demás son también dignos de respeto y consideración.
Solo los espíritus inferiores se dejan embriagar y dominar por la eventualidad de una posición, llevándolos a cometer toda clase de barbaridades en contra de quienes necesitados o constreñidos no tienen otra opción que “armarse de paciencia” para no perder por ejemplo un puesto de trabajo.
¿Acaso no es más hacedero dejar el dulce sabor de una sensibilidad mejor evolucionada? Hay que sacarle provecho positivo a la posición, al dinero y al poder, para obtener la máxima puntuación en la evaluación que nos hacen nuestros semejantes.
Quien no haya tenido la enriquecedora experiencia en su cotidiano acontecer, de colocarse en los “zapatos del otro u otra” sopesando las consecuencias despiadadas de un desatinado proceder y una desacertada decisión en las relaciones humanas, debería hacer una calistenia de “cómo ser mejor persona”, para que su paso por esta existencia sea recordado con agrado y beneplácito, en vez de ser perseguido por los anatemas que insistió en cosechar.
Si ingerimos el cóctel que envenena la conciencia y desvanece el sentido de humanidad; dejándonos seducir por su efecto narcótico en perjuicio de nuestros semejantes, entonces nos convertiremos en seres oscuros, y en estado de penumbra nadie se acercará a nosotros precisamente por nuestra sensibilidad y altruismo, y jamás será auténtica toda relación con las demás personas.
Las mentes y los espíritus superiores catapultan su mejor posición para dejar huella de humanidad y confraternidad, evitando destruir; procurando más bien un rastro de agrado y bienestar, donde la armonía y el equilibrio sean características en la sensatez que solo otorga la madurez de conciencia.
Toda deuda con el pasado es contraproducente, porque en el momento más inesperado la vida se encargará de cobrarla. Y peor dolor que sean seres inocentes quienes hereden el peso de las fechorías de los que emborrachados por el cóctel de la posición, el dinero y el poder; se resisten a cambiar su actitud ante la vida.
Ah, pero cada ingrediente del cóctel, es embriagador por si solo y si no es utilizado con sentido de humanidad, hará un déspota de cualquier persona, como a la mujer rica que manda y grita.
Una dimensión constructiva del poder es aquella que lo concibe como la fuerza interior que todos tenemos y que nos permite el autodominio. Si logramos dominar nuestros demonios internos, entonces podremos ser capaces de evolucionar hacia la construcción de un hombre y una mujer nuevos, aptos para dimensionar en el otro u otra el reflejo del propio yo, y nuestra mente, espíritu y conciencia se irán despojando de todo aquello que nos asemeja a bestias irracionales.
Según Lao Tse, “aquél que obtiene una victoria sobre otro hombre es fuerte, pero quien obtiene una victoria sobre sí mismo es poderoso”. Ojalá podamos dominar en nosotros a la mujer rica que manda y grita.
Todo aquel que posea el cóctel, o uno de sus ingredientes aunque sea por poco lapso de tiempo y lo use de manera inhumana, al final sus efectos nefastos lo perseguirán como el cobrador a la deuda.
La crueldad es la fuerza de los cobardes. Proverbio Árabe.
crisantogleon@gmail.com